SIN TON NI SON
Francisco Javier Escamilla Hernández
Ahora me referiré a los nombres de los meses.
El origen de los nombres de los meses en el calendario actual tiene raíces en antiguas civilizaciones, principalmente la romana, aunque también con influencia griega y babilónica. La etimología de cada mes revela una combinación de homenaje a deidades, emperadores y números latinos, reflejando la cultura y prioridades de la sociedad romana.
Enero y febrero, los dos primeros meses del año, tienen sus orígenes en el período romano, aunque no siempre ocupaban las mismas posiciones en el calendario. Enero proviene de Jano, el dios romano de los comienzos y las transiciones, que se representaba con dos caras mirando al pasado y al futuro. Dado que Jano simbolizaba los nuevos comienzos, el primer mes se le dedicó en honor a esta deidad. Febrero, por otro lado, toma su nombre de las Februa, un festival de purificación celebrado en Roma durante este mes. Este rito de purificación y expiación marcaba un momento de renovación espiritual, de allí que febrero simbolizara una limpieza antes del inicio de la primavera.
Marzo es uno de los meses más antiguos del calendario romano y toma su nombre de Marte, el dios romano de la guerra. Para los romanos, marzo marcaba el comienzo de la temporada de campaña militar tras el invierno. Así, este mes se dedicaba a Marte, quien también representaba el renacer de la vida en primavera. Abril, aunque su origen es menos claro, podría derivar del latín aperire, que significa “abrir”, en alusión a la apertura de las flores y el inicio de la primavera. Algunos historiadores también sugieren que podría estar relacionado con Afrodita, la diosa griega de la belleza y la fertilidad, cuyo nombre en etrusco, “Aphrilis,” pudo influir en el nombre latino.
Mayo y junio están asociados a figuras veneradas en Roma. Mayo podría tener sus raíces en Maia, diosa de la fertilidad y madre de Mercurio. Junio, en cambio, está vinculado a Juno, la reina de los dioses romanos y protectora de las mujeres y el matrimonio. La elección de estos nombres simboliza la fertilidad de la primavera y el comienzo de la estabilidad que se esperaba en el verano.
Los meses siguientes, julio y agosto, fueron renombrados en honor a emperadores romanos. Julio lleva el nombre de Julio César, quien reformó el calendario romano y estableció el calendario juliano en el 45 a.C. Antes, este mes se llamaba Quintilis, ya que era el quinto mes del calendario original de diez meses. Agosto, por su parte, honra al emperador Augusto. Anteriormente llamado Sextilis (sexto mes), fue renombrado en el 8 a.C. para conmemorar los logros de Augusto, consolidando su poder y simbolizando el éxito del imperio.
Finalmente, los últimos meses, septiembre a diciembre, conservan sus nombres latinos basados en números: septem (siete), octo (ocho), novem (nueve) y decem (diez). Estos nombres reflejan el calendario romano temprano, que comenzaba en marzo. Aunque el calendario se expandió y estos meses se trasladaron en la posición, sus nombres numéricos no cambiaron.
Así, los nombres de los meses que utilizamos hoy en día son un legado de la antigua Roma, un reflejo de su cultura, religión y sistema político. Cada mes conserva una conexión con las deidades, la naturaleza y los líderes que influyeron en una de las civilizaciones más duraderas de la historia. Este legado lingüístico continúa vivo, recordándonos la importancia de la astronomía, la religión y la política en la configuración del tiempo y del calendario moderno.
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