SIN TON NI SON

Francisco Javier Escamilla Hernández

Ahora me encontré con el término “aquelarre” y quiero compartir algo acerca de ello:

El término aquelarre proviene del euskera, específicamente de las palabras aker (macho cabrío) y larre (prado o lugar de reunión), lo que literalmente significa “prado del macho cabrío”.

En el imaginario popular, un aquelarre es una reunión o asamblea de brujas y brujos que, según las creencias medievales, se congregaban para realizar rituales oscuros y rendir culto a Satanás, representado frecuentemente por una figura de macho cabrío; la noción de aquelarre está profundamente enraizada en las leyendas europeas, especialmente durante la Edad Media y el Renacimiento, épocas en las que la caza de brujas y las persecuciones por supuesta herejía estaban en su apogeo. En estos encuentros, se creía que las brujas invocaban a espíritus malignos, realizaban sacrificios, participaban en orgías y celebraban misas negras, todo con el propósito de obtener poder o conocimiento oculto.

Las ideas anteriores surgieron principalmente a partir de la influencia de la Iglesia, que veía en las prácticas paganas y en las tradiciones populares una amenaza a su autoridad.

Uno de los aspectos más destacados del aquelarre es su conexión con la figura del demonio, se decía que durante estas reuniones las brujas juraban lealtad al diablo, quien aparecía en forma de macho cabrío, impartía órdenes y les otorgaba poderes sobrenaturales a cambio de sus almas. Los aquelarres eran descritos como reuniones secretas y peligrosas que sucedían en lugares remotos, como montañas o bosques, durante la noche, especialmente en fechas simbólicas como el solsticio de verano o el 1 de mayo, día de la festividad pagana conocida como Beltane.

Algunas historias breves sobre este tema:

El Aquelarre de Zugarramurdi: Esta historia ocurrió en el pueblo navarro de Zugarramurdi, España, a principios del siglo XVII. El lugar se hizo famoso tras la inquisición que juzgó a varias mujeres acusadas de participar en aquelarres en una cueva cercana, en 1610, la Inquisición española llevó a cabo uno de los juicios más grandes de su historia, condenando a varias personas por brujería y quemando a seis de ellas en la hoguera. La cueva de Zugarramurdi ha quedado como un sitio simbólico asociado a las leyendas de brujas, y hoy en día es una atracción turística que rememora este oscuro capítulo de la historia.

El Aquelarre de Salem: Aunque más famoso por los juicios de brujas, la ciudad de Salem, en Massachusetts (Estados Unidos), también está vinculada a historias de aquelarres. En 1692, en este pequeño pueblo puritano, una serie de acusaciones de brujería llevaron a la ejecución de 20 personas; se creía que estas brujas se reunían en los bosques cercanos para celebrar aquelarres y conspirar contra la comunidad cristiana. Las acusaciones fueron impulsadas por el miedo, la superstición y el fanatismo religioso, lo que desencadenó una de las cacerías de brujas más infames de la historia.

El Aquelarre en el arte: El pintor español Francisco de Goya representó el aquelarre en varias de sus obras, siendo una de las más conocidas El Aquelarre (1789), donde se ve a una asamblea de brujas liderada por una figura demoníaca con cuernos, el supuesto diablo; estas representaciones reflejan no solo las creencias populares de la época, sino también una crítica velada a la superstición y el fanatismo religioso.

Como se puede observar, el aquelarre es un concepto que ha perdurado a lo largo de los siglos, desde las leyendas medievales hasta la cultura popular contemporánea. Si bien históricamente ha sido asociado con prácticas demoníacas y con la persecución de brujas, también ha sido reinterpretado en el arte y la literatura, manteniendo su fascinación como símbolo de lo oculto y lo prohibido.

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