VALORES, ¿CADUCOS O PERENNES?

Ya podemos decir, oficialmente, que el verano se ha terminado y con más o menos gana, nos adentramos en el otoño y todo lo que esta estación nos depare. Nada dura eternamente y los finales y los principios siempre tienen su parte buena y su parte mala. La nostalgia es el engranaje para afrontar un desconocido futuro al que hay que llenar de experiencias, de aventuras y, por supuesto, de sueños. Nunca sabemos cuándo estos se pueden hacer realidad y quizás, sea ahora el momento, en el que logremos aquello que tanto hemos anhelado.

Lógicamente, los principios siempre son ilusionantes. Cada día es una nueva aventura que nosotros mismos afrontamos de una manera o de otra. Cada persona es un mundo y cada uno es dueño de escribir su propia historia. Nos puede gustar más o menos el guion de los demás, pero criticar algo que no es tuyo no es de recibo. La vida depende de cada uno y hay una parte que compartimos con los demás, pero nunca se puede perder la esencia de uno mismo. La hipocresía tarde o temprano sale a la luz y con ella muchas decepciones que no tienen vuelta atrás.

El tiempo pasa y las personas vamos pasando por él. Cambiamos, obviamente, porque es ley de vida, pero siempre hay algo perenne en nosotros mismos y si es caduco algo falla. Estoy hablando de la personalidad. Una personalidad que tiene su carácter, sus defectos y sobre todo, unos principios que deberían ser inquebrantables. Todos conocemos la célebre frase de Groucho Marx: “Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros”. Su mensaje es claro y hay que mirar más allá de las palabras.

Las palabras, una vez que son pronunciadas o escritas, siempre llevan una intención, es su misión. Ahora bien, de ellas se pueden hacer muchas lecturas. Es más, si éstas van acompañadas por gestos, la comunicación se carga de más fuerza. No negaré que me he mordido la lengua en más de una ocasión, pero es cierto que me gusta llamar a las cosas por su nombre. Los filtros que usamos en el lenguaje al igual que en las redes sociales son una fantasía para dulcificar la realidad y ésta es la que es, nos guste o no. Si hay que dar la opinión se da y si quien la pide no está dispuesto a oír determinadas palabras, quizás sea mejor que no la pida. Cada uno es libre de hacer lo que quiera. Eso sí, siempre tendría que primar la franqueza y la honestidad, pero hay quienes no conocen ni el significado de estas palabras. Hay muchas más cualidades que deberían estar en los principios elementales de todos, pero siempre algunas que destacan más que otras. Observar es una gran virtud que practico a diario y precisamente, esta actitud ayuda a desenmascarar aquello que muchos quieren ocultar, pero la manera de actuar siempre delatará a quien gestiona en su propia persona varias versiones de sí mismo.

La vida va pasando y si ahora arrancamos la estación en la que los árboles van perdiendo las hojas, quizás muchos puedan perder esas capas que ocultan tantas personalidades e intereses. Algo tendrá ser uno mismo que cuando eres fiel a tus principios suelen llover las críticas y las envidias. En fin, perenne a mi forma de ser seguiré disfrutando del otoño, de la vida, y de lo que venga porque cuando vives de regalo y la vida te da una segunda oportunidad hay muchas cosas que quedan atrás, porque lo que no te aporta no merece ni un minuto de tu tiempo. Este dice que es oro, pero es vida. Y ésta tiene un valor incalculable como para malgastarla. ¿No es así?