Estados Unidos y los giros del Destino

Por: Jesús Humberto López Aguilar

La actual carrera presidencial que está teniendo lugar en los Estados Unidos será, sin duda, un parteaguas en la historia del país del norte y quizá, del mundo entero.

Hace poco más de una década era normal presenciar contiendas en las que imperaba el respeto y la cordialidad. En estos días aquello suena bastante lejano, dado que se ha vuelto parte de la cotidianeidad escuchar descalificaciones entre unos y otros aspirantes o el estar hablando del intento de asesinato de algún candidato, solo que esta vez tuvo como objetivo a uno de los que busca habitar la Casa Blanca.

Tratar de hallar la verdad detrás de este lamentable hecho es una labor infructuosa. Pudo haber sido orquestado por las misteriosas figuras que manejan el poder económico global, por las altas esferas de la actual administración, por la cuasi víctima republicana, en un intento de potenciar su candidatura o, quizá, solo quizá, era solo un inadaptado con un rifle. Lo que sí es un hecho es que el evento catapultó la carrera del expresidente y sepultó la del presidente en funciones. A menos que un milagro ocurra en los próximos meses, el carismático personaje ocupará nuevamente uno de los puestos más influyentes a nivel global.

Los tiempos de prosperidad que promete Donald Trump bajo su nueva administración carecen de cualquier lógica en un país que se ve asolado por grandes crisis en diferentes ámbitos, coexistiendo con un mundo cada vez más competitivo y multipolar en donde la hegemonía ya no es ostentada únicamente por una nación o bloque, que por si no fuera poco, está plagado de personajes poderosos a los que el candidato republicano no es precisamente de su agrado.

Su retórica se ha vuelto mucho más enérgica contra la militancia demócrata, las políticas globalistas y hacia nuestro propio país, insuflando arengas populistas en sus discursos que terminan por exacerbar el rencor en muchos de los electores.

Pareciera que el radicalismo y la polarización que ha brotado en sociedades de otras latitudes haya ahora contagiado al país más poderoso de la historia moderna.

Es una gran ironía estar hablando de inestabilidad en el país que por muchos años ha sido paladín de la estabilidad. Una estabilidad supuestamente lograda con libertad y democracia, pero que en realidad ha sido cimbrada en el dolor y la sangre que han llevado a un sinfín de pueblos. Fueron todas esas guerras que llevaron a los países de Asia, Medio Oriente y África en la segunda mitad del siglo pasado e inicios de este, el desequilibrio causado en países de América en ese mismo periodo y los conflictos que se desarrollan actualmente con su patrocinio y beneplácito.

El éxito de la nación estadounidense está basado única y exclusivamente en su capacidad de aprovecharse del menos favorecido, explotando sin ningún escrúpulo la riqueza de las naciones en las que ponen pie y de paso, jugando al titiritero al tratar de moldearlas a su antojo para su beneficio. Hoy, esa ola de caos que sembraron en aquellos lugares, entro finalmente en sus fronteras. El destino parece estar jugándole una muy mala jugada al país de las barras y las estrellas. Si el atentado contra el candidato opositor hubiera tenido éxito, hoy podríamos estar hablando de una guerra civil. Sin embargo, la violencia se mantiene como una amenaza latente que de un momento a otro se puede llegar a desencadenar gracias a la intolerancia que parece ser una constante en la personalidad del expresidente, sus simpatizantes y de una gran parte de la sociedad norteamericana.

Lo cierto es que el clímax del poder estadounidense ha quedado atrás. No debería ser una sorpresa que, tras tantos años de ejercer el control del mundo de una forma tiránica, la nación norteamericana termine derrumbándose. Lo que sí es preocupante es que arrastrará a todos consigo.

Dicho esto, no queda más que mantenerse a la expectativa, esperando que la conjunción de variables que tengan como resultado dicho escenario no ocurra en un futuro cercano, porque eso sí, tendrá lugar tarde o temprano.

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