El Derecho a decidir
- Elva María Maya Marquez
- 4 octubre, 2019
- Columnas
- 0 Comments
Matrimonio entre personas del mismo sexo, legalización o regulación de la marihuana y, de manera reciente despenalización del aborto, temas que lamentablemente gran parte de la sociedad mexicana preferiría no tocar ¿Por qué? Seguramente adivino, seguimos siendo una sociedad sumamente conservadora que apuesta por defender un orden “natural”, un orden establecido donde prevalezcan las jerarquías, la tradición y una moral universal.
Lo primero que se debe reconocer es la despenalización social, el aborto salió del closet, dejo de ser tabú y hoy, afortunadamente es un tema del que se está hablando en las mesas de análisis, en las casas, en los salones de clase y pesé a que fue un tema difícil de colocar en la palestra, ahora lo está y parece que no será fácil frenar.
El tema cobra vigencia ya que el pasado 25 de septiembre el Congreso de Oaxaca, aprobó una reforma al código penal de la entidad para despenalizar la interrupción del embarazo durante las primeras 12 semanas de gestación, cabe señalar que aún no es legislación vigente es decir, falta que el gobernador del Estado publique la reforma porque una ley que no se publica, no es ley y no podrá surtir efecto.
En este sentido, un tema pendiente en Oaxaca a diferencia de lo que sucedió en 2007 en la Ciudad de México, en ese momento Distrito Federal, tiene que ver con los servicios de salud, ya que si solo se despenaliza el aborto en el código penal, lo que se hace es decir en qué casos no habrá persecución ni denuncia pero, no está la obligación por parte del Estado de prestar los servicios de salud correspondientes.
Es de llamar la atención que en México, las mujeres tenemos más o menos derechos dependiendo del lugar donde vivimos y el derecho a decidir, de no vivir un embarazo por las razones que sea o una maternidad forzada, seguirá siendo el privilegio de unas cuantas, de aquellas que viven en la Ciudad de México, Oaxaca o bien, pueden trasladarse a estos lugares.
Como era de esperarse, ante un tema de esta envergadura las muestras de inconformidad, malestar y rechazo social no se han hecho esperar pero, cuesta entender porque tanto disgusto, no será que el verdadero problema se encuentra ligado a un aspecto cultural plagado de prejuicios y estigmatizaciones con una enorme carga patriarcal y machista que cuesta reconocer.
Es necesario un cambio de mentalidad real y profundo, en cual se dé una apertura para dejar atrás la idea de que todas las mujeres deben tener hijos, que todas las mujeres que se embarazan deben querer continuar con su embarazo de no ser así, serán “malas personas” y en realidad lo que se debe respetar es el derecho a decidir, a practicarse un aborto seguro para no morir.
El papel de nuestros legisladores es crucial, ya que quienes nos representan en los congresos o se supone deberían hacerlo, están llamados a representar una pluralidad de opiniones, por lo que los argumentos que se esperan de los mismos deben ser en materia jurídica, de salud pública, de justicia social y no de convicciones personales.
Dejemos que las mujeres decidan sobre su cuerpo, las mujeres que abortan no lo hacen precisamente como deporte, hace falta invitar a quienes muestran una postura intransigente a que se den el tiempo de conocer cuál es la realidad de este país, quiénes son las mujeres que deciden abortar para después, intentar entender que cada caso tiene sus particularidades.
La consigna es no dejar que muera el tema, ya que a la despenalización del aborto le llego su tiempo, existen avances y se asume que falta mucho por hacer pero es importante entender que una ley que despenaliza no va a obligar a nadie, pero aquella que penaliza, invariablemente tiende a criminalizar.