LOS 9 MESES EN 9 DIAS DE LA DULCE ESPERA DE LA VIRGEN MARIA

 LOS 9 MESES EN 9 DIAS DE LA DULCE ESPERA DE LA VIRGEN MARIA 

16 DE DICIEMBRE DE 2023: 1er día y 1er mes

SACERDOTE DANIEL VALDEZ GARCÍA

 

 

En primer lugar, se hace imperativo recordar cómo los profetas alimentaron la esperanza del pueblo de Israel, anunciando la venida del Salvador prometido; En este segundo momento, en el que nos encontramos, nos enfocamos en la cercanía del advenimiento del Salvador. En este contexto se hace mención de María, de José y de su travesía hacia Belén. Además, en este itinerario hacia Belén, el encendido de las velas de la corona de Adviento nos acompaña y nos guía.

 

*Dios profetizó la llegada del Redentor (según el protoevangelio de Génesis 3, 15; 1; y el sacerdote previamente mencionado Aarón: 4, 18; 2; “El Mesías Rey”: Samuel 7, 11-16; Salmo 2, 7 y siguientes; 71, 5-7.16-17; 88, 20-38; 110, 1-4; “El siervo paciente con una confianza inmensa en Dios”: Isaías 7,14 y siguientes; 42, 14; 49, 16; 50, 49; 52, 1353,12; “Mesías Pastor”: Jeremías 21, 11-23; 23, 5 y siguientes; Ezequiel 34. 23 y siguientes; Zacarías 9, 9 y siguientes; “Aquel que se suponía que vendría”: Daniel 7, 18.22.25.27; Marcos 14, 61).

*La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de Sacramentos, en su Directorio sobre la piedad popular y liturgia (2002), expresa en el numeral 103: “La SOLEMNIZACIÓN DE LA NAVIDAD, a través de la tradicional NOVENA, surgió con el propósito de transmitir a los fieles las inmensas riquezas de una Liturgia a la cual anteriormente les resultaba difícil acceder. La novena navideña ha ejercido una valiosa función, la cual puede y debe seguir cumpliendo. No obstante, en este presente tiempo en el que se ha facilitado la participación activa del pueblo en las sagradas celebraciones litúrgicas, sería altamente deseable que, del 17 AL 23 DE DICIEMBRE, se concediera un especial énfasis a la celebración de las Vísperas, acompañándolas de las “ANTÍFONAS MAYORES” e invitando a los fieles a ser partícipes de tan significativo evento. Esta exaltada celebración, tanto antes como después de la cual podrían llevarse a cabo ciertos elementos esencialmente arraigados en la piedad popular, se convertiría en una excelencia “novena de Navidad” completamente litúrgica y plenamente sensible a las demandas de la devoción popular. Durante la celebración de las Vísperas, se podrían llevar a cabo distintos elementos siguiendo lo establecido (por ejemplo, homilía, utilización del incienso, adaptación de las oraciones)”.

*En este tiempo se menciona el término “aguinaldos”, el cual encarna el significado de un obsequio o tributo otorgado en honor a la festividad del nacimiento del Señor. Surge entonces la conocida expresión “Misas de aguinaldo”, con raíces que se remontan a tiempos ancestrales. En los rituales visigóticos se encuentra el origen de esta tradición, entrelazada con la conversión del pueblo visigodo desde la herejía del arrianismo que negaba la divina maternidad de María (año 310 d.C.). Fue en Sevilla donde comenzó, a través de la devoción hacia la “expectación de María”, primero como un octavario y, posteriormente, como un novenario en el siglo XV. Estas misas se celebraban en las primeras luces del alba, simbolizando teológicamente ese momento de proximidad. Anunciando su inminente llegada, los primeros rayos del sol iluminaban el inicio del día, tal como nos relata el evangelio de san Lucas: “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el Sol que nace de lo alto, para iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (1,78-79).

*La primera posada navideña que tuvo lugar en México hace 437 años fue llevada a cabo bajo la solicitud de Fray Diego de Soria, un hombre que se dio a la tarea de oficiar nueve misas previas a la llegada de la Navidad. Su propósito fue honrar y avivar la memoria de la peregrinación que María y José emprendieron rumbo al nacimiento de Jesús. Este evento festivo tuvo lugar en Teotihuacán, específicamente en el convento de Agustín de Acolman, y fue aprobado por el Papa Sixto V en 1587. Cada una de las posadas representa una virtud que todos deberíamos nutrir:

 

1ª. Posada: Encarna la humildad.

2ª. Posada: Representa la fortaleza.

3ª Posada: Encarna el desapego.

4ª Posada: Representa la caridad.

5ª Posada: Encarna la confianza.

6ª Posada: Representa la justicia.

7ª Posada: Encarna la pureza.

8ª Posada: Representa la alegría.

9ª Posada: Encarna la generosidad.

1ª. Posada: Representa la humildad

2ª. Posada: Representa la fortaleza

3ª Posada: Representa el desapego

4ª Posada: Representa la caridad

5ª Posada: Representa la confianza

6ª Posada: Representa la justicia.

7ª Posada: Representa la pureza.

8ª Posada: Representa la alegría.

9ª Posada: Representa la generosidad.

 

*Por lo general, en el seno materno y en el ámbito familiar, se da una expectante y gratificante anticipación ante la llegada del ser que está por venir durante un período de nueve meses, en el cual se desenvuelve su desarrollo gestacional con sus características únicas.

 

*Para concluir, nos adentramos en una lectura  de corte espiritual a través de la lectura del libro “Nueve meses junto a María”, escrito por el padre claretiano Luis Erlin.

 

 

 2. LA DULCE ESPERA: 1er día y 1er mes 

La inmaculada Virgen María destaca como la única mujer que tuvo plena consciencia en el preciso instante de su concepción. Las palabras del ángel resonaron diciendo: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por lo tanto, al santo niño que está por nacer lo llamarán Hijo de Dios”. La Virgen respondió humildemente al ángel diciendo: “Aquí estoy, la sierva del Señor. Que se haga en mí según tu palabra” (Lucas 1, 35 – 38). En términos generales, se entiende que la primera semana de embarazo comienza con la llegada del sangrado menstrual en la mujer, razón por la cual se utiliza el inicio del ciclo menstrual como punto de referencia para calcular las semanas de gestación.”

 

A partir de lo natural, nos adentramos en lo sobrenatural. Citamos estas hermosas palabras de San Agustín que expresan el misterio: “Quien te creó se forma en ti; aquel por quien fuiste creada se hace presentete en ti; incluso, aquel por quien se crearon el cielo y la tierra, y todas las cosas, se encarna en ti, asumiendo la carne sin renunciar a la divinidad […]. Al ser concebido, te encuentra pura, y una vez nacido, te mantiene pura. Te concede la fertilidad sin privarte de tu integridad” (Sermón 291, 6).

 

Desde una perspectiva biológica, durante el transcurso de la primera semana, no se produce ninguna relación directa con el embarazo. Los cambios que se experimentan continúan conectados con el ciclo menstrual de cada mujer. En la segunda semana, el embrión aún no se ha implantado, y en realidad, la concepción aún no ha comenzado. Nos encontramos en la etapa folicular. Durante la tercera semana, la mujer aún no tiene conciencia de su embarazo, y las pruebas pueden arrojar resultados negativos erróneos. Llegando a la cuarta semana, se produce un retraso en el ciclo menstrual, y es en este momento cuando el embrión ha adquirido vida y ha atravesado cambios significativos en términos de tamaño y estructura a lo largo de su trayecto desde las trompas de Falopio hasta el útero, donde finalmente se implanta en el endometrio.

 

Al respecto, podemos afirmar que el mensajero celestial comunicó a María: “Y aquí también se encuentra tu parienta Isabel, quien era conocida como estéril, ha concebido un hijo en su avanzada edad y este es el sexto mes de gestación para ella” (Lucas 1, 36). Prosigue el relato: “En aquellos días, María se dirigió velozmente hacia un pueblo ubicado en las montañas de Judea y, al ingresar en la morada de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto esta escuchó el saludo de María, el niño saltó en el vientre materno. En ese instante, Isabel fue colmada del Espíritu Santo y, alzando la voz, exclamó: “¡Eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas resonaron tus palabras en mis oídos, mi bebé se agitó de júbilo en mi vientre. Dichosa eres por haber creído, pues se cumplirán todas las promesas que te fueron hechas de parte del Señor” (Lucas 1, 39-45).

 

 

3. REFLEXIÓN FINAL: Aparentemente, el autor de san Lucas, al relatar la visita celestial de la Virgen María a su estimada prima Isabel, parece tener en mente el siguiente pasaje: “Luego el venerable rey David entró y se acomodó ante la presencia del Señor, y preguntó: ¿Quién soy yo, oh Majestuoso DIOS, y cuál es el valor de mi morada para que me hayas transportado hasta aquí?” (2 Samuel 7, 18). En esta ocasión, Isabel, por la gracia de Dios se ha dado cuenta que María no sólo está embarazada, sino que ES LA MADRE DEL HIJO DE DIOS. Porque toda mujer en gravidez ya es madre y ya tiene a sus bebé en sus entrañas. Tanto la visita del ángel como la visita a Isabel se llevan a cabo en una casa, y María ha acogido el anuncio con humildad y realiza la visita a su parienta con alegría, y responde a las bendiciones que le ha hecho: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava”. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí…” (1, 46-56).

En la encíclica “Fratelli Tutti” el Papa Francisco nos habla del amor y de la solidaridad (94). “El amor implica algo más que una serie de acciones benéficas. Las acciones brotan de una unión que inclina más y más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello, más allá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida.”

 

María demostraba una incansable solidaridad, perpetuamente vigilante ante las vicisitudes ajenas y dispuesta a socorrer al prójimo. La Bienaventurada y Mediadora de todas las Gracias no se apresuró ante la imperiosa necesidad, sino que, siendo plenamente consciente de la necesidad de su prima, emprendió sin titubear el camino que la separaba de ella. No le atemorizaban las dificultades que pudiera encontrar en su trayecto, sino que, en cambio, las encaraba con valentía. Decidió quedarse junto a Isabel, ofreciéndole incansable cuidado y asistencia en todo aquello que fuese necesario. Y así, quedó anclada a su lado, dispuesta a estar ahí en cada momento, porque también se quedó para APRENDER A SER MADRE, porque «el que ama, vuela, corre y se alegra»(Imitación de Cristo, III, 5).

“Todo tuyo, Madre mía”.