Replicar lo que funciona y desechar lo que no
Por: Jesús Humberto López Aguilar
El pasado 4 de junio, las y los mexiquenses tuvimos la oportunidad de ser parte del proceso electoral de la gubernatura del Estado. Unos comicios que estuvieron en el ojo del huracán por el duro golpe que representaría para el Partido Revolucionario Institucional la pérdida de su bastión histórico. Pero ajustándonos más a la realidad y dejando de lado los tintes de gloria o fatalismo que envuelven al hecho recién mencionado, vimos a una ciudadanía mancillada por el cinismo y la desfachatez de las aspirantes, así como por el demonio de la corrupción, que a ambas asecha.
Si un ciudadano consciente se dio el tiempo de analizar las propuestas de las candidatas, debió de haber notado con facilidad la generalidad de estas y la similitud de ambos conjuntos, permaneciendo como como constante el no mencionar de qué manera resolverán las diferentes problemáticas que azotan a la entidad. Sin importar qué candidatura haya ganado, nos esperan 6 años más sin un estado de derecho.
Es desalentador pensar que esta larga noche de consuelo para la sociedad no parece dar señales del tan ansiado amanecer. Sin embargo, la esperanza no debe flaquear, así como las ganas de trabajar por un mejor país. No hace falta mirar demasiado lejos para demostrarnos que las aspiraciones de tener un mejor gobierno, y, por lo tanto, una mejor sociedad, no son meros sueños guajiros. Tenemos frente a nosotros a una institución que cumple cabalmente con el propósito para el cual fue creada: El Instituto Nacional Electoral, el cual garantiza que se cumpla la voluntad de la mayoría durante el periodo electoral. Esto no es fruto de ninguna coincidencia, sino de una profesional y ardua labor por parte de los funcionarios del Instituto. Todo lo contrario, al aparato gubernamental y a muchas de sus dependencias. He aquí una gran paradoja, el INE haciendo una labor impecable como garante de la voluntad del pueblo para la elección de cargos públicos en el gobierno y este mismo gobierno fracasando en su propósito, que es servirle al pueblo que le confirió el poder. La respuesta yace en quienes son los que están detrás del Instituto y cómo llegan allí. Los ciudadanos que tienen cargos en el INE no son elegidos a través del voto popular. El proceso para entrar al organismo es mucho más complicado. Se hace a través del concurso público el cual privilegia los conocimientos antes que la popularidad. Por ejemplo, para el cargo de una vocalía ejecutiva, se tiene que contar con una Licenciatura en Derecho, Ciencia Política, Administración Pública, Administración o áreas afines, además, de tener 3 años de experiencia ocupando cargos de nivel ejecutivo en el sector público o privado, equivalentes a jefe de Departamento en Oficinas Centrales. Acreditando estos dos requisitos, posteriormente se le aplica al interesado un examen Ceneval, y si es aprobado satisfactoriamente, se lleva a cabo una entrevista realizada por un comité formado por los futuros colaboradores del entrevistado en caso de ser elegido. Finalmente, si el comité da el visto bueno para admitir al candidato, este es integrado a su cargo. En el tiempo inmediato a su admisión, el interesado formará parte de programas de formación, los cuales también deben acreditar, y si no es así, no podrá seguir ocupando el cargo.
Resulta poco comprensible que no se aplique el mismo rigor para un cargo de presidente, gobernador, diputado, senador, fiscal o incluso, un secretario de salud. Reconozcamos que hay cosas que funcionan de manera eficiente en nuestro país, para después luchar porque se mantengan y replicarlas en estructuras de gobierno cuyo desempeño es deplorable.
México tiene a muchas personas preparadas, que tristemente no se involucran activamente con su sociedad porque son conscientes que hay un sistema plagado de injusticia que no las dejará avanzar. Se necesita a un movimiento preparado, capaz y bien organizado, que sepa lidiar con las dificultades, para que sus acciones cuenten con el poder suficiente para ejercer un verdadero cambio. Trabajemos y perseveremos en lograrlo, solo así, tendremos el gobierno, que ahora, nos creemos merecer.
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