Ébola, emergencia de salud pública de importancia internacional
- José Edgar Marín Pérez
- 1 agosto, 2019
- Columnas
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Corría 1994, cuando en los medios de comunicación se informaba sobre el brote en Gabón de una enfermedad poco difundida para entonces, el Ébola. En aquellos años, el mundo vivía asolado por el VIH-SIDA (con los primeros tratamientos antirretrovirales para esta última), por lo que al ver las imágenes de corresponsales en África reporteando sobre el Ébola y comentando que esta pandemia causaba el mismo daño inmunológico en 12 días que el SIDA en 12 años, se convirtió a éste padecimiento en sinónimo de muerte.
El pasado 17 de julio la Organización Mundial de la Salud declaró como emergencia de salud pública de importancia internacional, al actual brote que vive la República Democrática del Congo “R.D.C” (que a la fecha ha dejado más de 1,700 muertos), amenazando con expandirse a otros países de África central.
Sin embargo, surge el cuestionamiento: ¿Qué es el Ébola?, es una enfermedad grave y mortal en el ser humano por medio de la“[…] transmisión a través de contacto directo con fluidos corporales tales como sangre, orina, sudor, semen, leche materna, también por vómitos y heces. Algunos reportes indican también que la transmisión no puede realizarse por vía aerogena, aunque puede darse la infección entre animales por esta vía” (Galarza Quiroz, Gutierrez Cayo, Mamani Vela, Romero Flores, & Erostegui Revilla, 2014, pág. 40). Se resalta también, que los hábitos alimenticios en algunas comunidades africanas, que incluyen en su dieta la carne de monos, roedores y murciélagos, constituyen un mecanismo de transmisión.
La enfermedad registró su aparición en 1976, a partir de ese momento se han identificado cinco cepas distintas del virus: el Bundibugyo, Zaire, Reston, Sudan y el Taï Forest (OMS, 2019). Y aunque hoy en día, se han realizado pruebas con antivirales como el Favipiravir (T-705) y el Brincidofovir, así como anticuerpos monoclonales como el Zmapp e inmunoterapia a través de suero de convalecientes (de la Calle-Prieto, Arsuaga-Vicente, Mora-Rillo, Arnalich-Fernández, & Arribas, 2016, pág. 458), no existe un fármaco curativo aprobado por la Administración de Medicamentos y Alimentos Americana (FDA), así como tampoco vacuna autorizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), pese a los avances de laboratorios como Merck.
En esta lógica y “Con el objeto de reducir drásticamente el número básico de reproducción ‘R0’ (a valores <1) se ha propuesto el aislamiento voluntario y precoz de las personas que sospechan que pueden estar enfermas. Dado que la mediana del tiempo que transcurre actualmente entre la aparición de los síntomas y su aislamiento es de 4 días, ello implica una alta probabilidad de transmisión hogareña y en la comunidad. Si prospera esta iniciativa de aislamiento y cuarentena voluntaria y precoz, es posible que uno o dos días ganados en el aislamiento signifiquen un freno a esta diseminación viral generalizada en las comunidades” (Oubiña, 2014, págs. 286-287). De lo anterior, se desprende que el aislamiento de los pacientes de Ébola es la medida sanitaria más efectiva para evitar la infección. Sin embargo, la declaración de emergencia sanitaria de la OMS no solamente enciende los focos rojos en la R.D.C. o en los países circunvecinos, sino en todas las naciones.
Bajo este tenor, en un mundo globalizado el control sanitario es una exigencia internacional, por lo que “[…], la colaboración es esencial e indispensable en todos los procedimientos de vigilancia controles epidemiológicos y de salud en las fronteras y aeropuertos en cada país con miras a la identificación temprana de casos sospechosos, manejo y tratamiento cuidadoso para prevenir la propagación del virus y los brotes epidemias en otros países” (Dias da Fonsêca Neto & Juca Pordeus, 2014, pág. 292). Siguiendo esta óptica, surge un nueva interrogante: ¿Está preparado el mundo para hacerle frente a una crisis sanitaria por Ébola?. Este cuestionamiento surge a raíz de la crisis sanitaria en 2009 por la Influenza A H1N1 que tomó a muchos países desprevenidos, ya que a finales de septiembre de ese año “los casos reportados por organismos de salud indicaban que la epidemia se encontraba en 187 países con más de 302,427 casos y, al menos, 4,058 defunciones” (Alonso Reynoso, 2010, pág. 41).
Se resalta, que no es intención de Trinchera Global alarmar a la población con suposiciones respecto a una probable epidemia mundial. Aunque surge una pregunta final: ¿Existen en Latinoamérica, Asia y Europa Oriental, las condiciones de insalubridad para la proliferación de una pandemia de Ébola?. La respuesta científica debería venir de cada gobierno.
Twitter: @EdgarMaPe
Referencias:
Alonso Reynoso, C. (enero-abril de 2010). La influenza A (H1N1) y las medidas adoptadas por las autoridades sanitarias. Desacatos. Revista de Ciencias Sociales(32), 35-52.
de la Calle-Prieto, F., Arsuaga-Vicente, M., Mora-Rillo, M., Arnalich-Fernández, F., & Arribas, J. R. (13 de enero de 2016). Enfermedad por virus ebola: actualización. Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, 34(7), 452-460.
Dias da Fonsêca Neto, M., & Juca Pordeus, A. M. (julio-septiembre de 2014). Os desafios da epidemia do Ebola. Revista Brasileira em Promoção da Saúde, 27(3), 291-292.
Galarza Quiroz, N. A., Gutierrez Cayo, W., Mamani Vela, Z., Romero Flores, J. R., & Erostegui Revilla, C. (2014). Ébola: Epidemia en el Siglo XXI. Revista Científica Ciencia Médica, 17(2), 39-43.
OMS. (26 de julio de 2019). Organización Mundial de la Salud. Obtenido de https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/ebola-virus-disease
Oubiña, J. R. (octubre-diciembre de 2014). Ébola 2014: drama y esperanza. Revista Argentina de Microbiología, 46(4), 283-287.