Canadá y el horror del Fentanilo
- José Edgar Marín Pérez
- 11 julio, 2019
- Columnas
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El pasado 2 de mayo de este año, tuvo lugar un encuentro entre el Primer Ministro canadiense Justin Trudeau y su homólogo de la provincia de Alberta, en donde el primero en su papel de jefe de gobierno de Canadá, dio a conocer su preocupación por un problema que avanza cotidianamente en el país de la hoja de maple, como lo es el consumo de Fentanilo, un opioide muy potente que está convirtiéndose en el acabose de muchos adictos y en una seria amenaza contra la juventud de dicha nación.
En este orden de ideas, “Los opioides son analgésicos […]. La intoxicación por opioides se caracteriza por una triada específica: depresión del estado de conciencia, pupilas puntiformes y depresión respiratoria [… ]”(Betancur & Gómez Castrillón, 2013, p. 7). Es importante precisar que estos alcaloides como su nombre lo indica, son derivados de la goma de opio que se extrae de la “Papaver rhoeas”, nombre científico de la flor de amapola, de la cual derivan estupefacientes utilizados dentro de la industria farmacéutica como la morfina, pero también narcóticos ilegales como la heroína.
De lo anterior, surge la interrogante: ¿Qué es el fentanilo?: “El fentanilo es un fuerte opioide sintético similar a la morfina, pero entre 50 y 100 veces más potente. […] Los nombres comunes del fentanilo ilegal incluyen Apache, China Girl, China White, Dance Fever, Friend, Goodfellas, Jackpot, Murder 8 y Tango y Cash”(NIH, 2019, p. 1). Cabe destacar, que el fentanilo es un psicotrópico sintético que también es utilizado en la medicina para tratar padecimientos como el cáncer por sus efectos sedantes y somníferos. Sin embargo, grupos delictivos de países como China, Pakistán, Afganistán y recientemente México, han comenzado a traficarlo por sus efectos altamente adictivos sobre el sistema nervioso central.
Bajo esta óptica, uno de los atractivos que los narcotraficantes encontraron en el fentanilo, es que es sumamente “sencillo” captar a toxicómanos consumidores de drogas duras como la mentanfetamina, el crack, o bien, después del resurgimiento de la adicción a la heroína, el estupefaciente que tanto daño le hiciera al mundo durante los años 70’s y 80’s del pasado siglo XX, que menguara su consumo por la crisis del SIDA, pero que en esta década ha resurgido con una vorágine implacable que ha servido de antesala para el ingreso del Fentanilo en el mercado de los enervantes. En esta tesitura, “Los consumidores locales de drogas son conscientes de la presencia de fentanilo en la heroína que consumen, de hecho saben que el consumo de fentanilo representa un alto riesgo de sobredosis fatal”(Carroll, Marshall, Rich, & Green, 2017, p. 144).
Partiendo de este supuesto, el consumo de Fentanilo se ha convertido en una calamidad en Canadá, ya que de acuerdo a su gobierno, entre 2016 y 2018, se suscitaron 11,577 muertes por el uso de dicho opioide (H.C., 2019), siendo las provincias de British Columbia, Alberta y Ontario las más afectadas. En este orden de ideas, para demostrar el drama canadiense, precisamente en la provincia de Ontario que aglutina a ciudades importantes como la capital Ottawa y Toronto, entre los años 2002 y 2004 se registraron un total de 112 fallecimientos por el consumo de Fentanilo (Betancur & Gómez Castrillón, 2013, p. 22), mientras que el año pasado, registro un total de 1,471 decesos(H.C., 2019), lo que significa un porcentaje de incremento en las muertes de 1,213.39%, en un término de 15 años.
Sin embargo, en el caso canadiense no ha habido una política pública concisa para acabar con el consumo de Fentanilo. Lo anterior, porque tradicionalmente la sociedad de dicho país ha consagrado a la libertad como uno de sus postulados fundamentales, por lo que en el caso de enervantes como la marihuana, el hachís o algunos alucinógenos de origen natural, la legislación penal es sumamente laxa y permisiva.
Bajo esta tónica, desde 2003 Canadá ha implementado en ciudades como Vancouver las clínicas “Inside”, que son lugares donde se supervisa y entregan jeringas para que los adictos se inyecten ahí la heroína que compran, bajo medidas de seguridad (evitando con ello la transmisión de VIH y Hepatitis C). No obstante, este esfuerzo no ha paliado el consumo de Fentanilo, mismo que sigue creciendo en el gusto de los toxicómanos por el “slow” que produce, lo que enciende los focos rojos en una nación que cree fervientemente en el libre albedrío, pero también en el asistencialismo social (pagado con erario público) para los marginados y olvidados, situación que comienza a generar un debate público, toda vez que el Fentanilo amenaza con seguir aniquilando a quienes socialmente han sido invisibilizados.
Twitter: @EdgarMaPe
Referencias:
Carroll, J. J., Marshall, B. D., Rich, J. D., & Green, T. C. (2017). Exposure to fentanyl-contamined heroin and overdose risk among illicit opioid users in Rodhe Island: a Mixed methods study. International Journal of Drug Policy (46), 136-145.
Betancur, S. C., & Gómez Castrillón, S. (2013). Enfoque epidemiológico comparativo de pacientes intoxicados por opioides en diferentes partes del mundo. Medellín, Colombia.
H.C. (2019). National Report: Apparent Opioid-related Deaths in Canada. Governmet of Canada, Health Canada. Ottawa.
NIH. (Febrero de 2019). The Fentanyl. (N. I. Abuse, Ed.) Drug Facts , 1-6.