ROJO Y BLANCO

Uno de enero, dos de febrero, tres de marzo, cuatro de abril, cinco de mayo, seis de junio, siete de julio San Fermín. Así arranca este mes. Es la canción que muchos tararean en cuanto ven que en su calendario pone “Julio”. A Pamplona hemos de ir y muchos irán porque el próximo fin de semana comienza una de las fiestas más internacionales que tiene España. Hemingway ya habló de ellas en su obra “The Sun Also Rises”, es decir, “Fiesta”, como se tituló la obra en español. El sábado a las 12:00 tras el Chupinazo todos se anudarán el pañuelo rojo al cuello y será, en ese momento, cuando estén oficialmente en fiestas. El domingo, además de ser San Fermín, comenzarán los populares encierros. Hay que madrugar si se quiere verlos, pero son una buena manera de empezar el día con mucha adrenalina. Nunca he corrido uno y, sinceramente, no me lo planteo. Quizás haya que preguntarle al director de este periódico, Pepe Nader, qué sintió cuando se dio cuenta, sin quererlo, que estaba dentro del recorrido. A mí me lo contó cuando viví en México, pero todavía estoy esperando a que venga a España y repita la hazaña. Bueno, querido Pepe, te permito verlo desde la barrera pero sabes que tenemos una visita pendiente para vestirnos de blanco, anudarnos el pañuelo rojo y disfrutar de Pamplona. Hasta el día 14 lo fundamental es divertirse porque luego tocará entonar el “Pobre de Mí” y poner punto final a los San Fermines. Pepe, este año no te da tiempo, pero al que viene…
No solo vengas para San Fermín. Vente unos días antes para disfrutar de las fiestas de mi tierra. Burgos está en sus días grandes celebrando San Pedro y San Pablo. Pocos allá sabrán donde se encuentra esta ciudad española, pero les aseguro que el que la conoce queda marcado. Su preciosa catedral, su gente, su cultura y gran gastronomía no dejan indiferente a nadie. Así que estos días con el pañuelo rojo al cuello, como no podía ser de otra manera, hay que festejar la alegría y el orgullo de haber nacido en esta tierra. Soy afortunada porque tuve el mejor maestro. Mi abuelo, un ferviente burgalés, me enseñó no sólo las tradiciones sino a sentirme orgullosa de mis orígenes. Pepe, vete reservando vuelo y ensayando, también, como bailar una jota burgalesa. Yo, mientras tanto, te guardo el pañuelo.
Y hablando de colores. Volvamos a la mezcla rojiblanca que tanto nos gusta. El Atlético de Madrid ya tiene nueva equipación. Ha vuelto a sus orígenes. Muchos alaban esa decisión. Es bueno volver a las rayas tradicionales porque todavía hay quienes echan de menos el anterior escudo. No comenzó con buen pie y a día de hoy, sigue sin ser visto con buenos ojos. Recuerdo las buenas viñetas, con buena sátira, que hizo Jorge Crespo sobre este cambio. En fin, habrá que dar tiempo al tiempo para habituarse, quizás cuando tenga la acogida de la afición nos lo vuelvan a cambiar. Pero así es el Atleti. Menos mal, que el espíritu colchonero solo entiende de sentimientos. Por cierto, sentimientos que ya ha empezado a experimentar Marcos Llorente. Lucirá a la espalda el número catorce, un número lleno de responsabilidad. Era el de Simeone, el de Gabi, el de Rodrigo y, además, es mi número.
Como también lo es el veintiuno, día en el que nací. Ya se sabe que del Atleti se nace. Al menos eso es lo único que puedo decir cuando me preguntan por qué soy del Atleti. Y dicho hecho, este mes trae mi cumpleaños. Están todos invitados a la fiesta, pero el protocolo marca que hay que venir vestido de rojo y blanco.