El reto de ser joven
- Elva María Maya Marquez
- 28 junio, 2019
- Columnas
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Hablar de jóvenes en el caso de México, nos lleva a pensar en más de 30 millones de habitantes entre 15 y 29 años, de acuerdo con cifras proporcionadas por el INEGI. Ser joven, remite indiscutiblemente a una experiencia de transición a la vida adulta que se vive de manera distinta de acuerdo a factores sociales, económicos y culturales.
En un país homogéneo como el nuestro, es fácil observar la convergencia de realidades totalmente distintas como la pobreza y la riqueza, que permiten ubicar a jóvenes con una situación “privilegiada” y a muchos otros con grandes carencias y rezagos que los coloca en total vulnerabilidad y en escenarios que limitan sus oportunidades de desarrollo personal y profesional.
El modulo de trayectorias laborales presentado por el INEGI, menciona que de los jóvenes que tienen la posibilidad de estudiar, la probabilidad de incorporación al mercado laboral es solo del 50%, asimismo, de acuerdo al Informe Jóvenes y los Mercados laborales 2018, presentado por el Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana, un 66% de la población joven que trabaja tienen condiciones laborales precarias, 58% de jóvenes en puestos subordinados no tiene contrato, 50% tiene una jornada de más de 8 horas sin pago de horas extras y, el 66% carece de seguridad social.
Es más que evidente que el panorama no es para nada alentador y este sector de la población que se supone debería ser aprovechado por la sociedad al ser parte del bono demográfico, la está pasando mal en el mercado laboral, ya que no solo se enfrentan a salarios precarios, sino que cada vez pierden más derechos laborales.
El mundo del trabajo requiere de una urgente reestructuración capaz de atender las necesidades de los jóvenes que están en edad de incorporarse al campo laboral y tienen el deseo de hacerlo, ya que la tasa de desempleo entre este sector es tres veces más alta que la de los adultos y son los que en mayor medida están en la informalidad.
La crítica hacia los jóvenes ha sido severa ante el argumento de que “no quieren trabajar”, pero lo que sé deja de lado, es que las oportunidades son limitadas y obstaculizadas precisamente por ser joven y el campo laboral pide una experiencia que ante una negativa
para emplearlos, difícilmente se podrá desarrollar, condiciones de inestabilidad, trabajos por contrato e informalidad, es la realidad a la que se deben adaptar para intentar salir adelante y tener una vida modesta.
En este sentido, vale la pena repensar el papel de la Educación, de manera particular el de la Universidad, ya que las expectativas que históricamente se tienen hacia la misma como el único medio de inserción al mundo laboral o de éxito de una persona, han generado una distorsión en el sentido de la misma, por lo que la crítica que se puede hacer a ciertos espacios universitarios, radica en una falta de vinculación entre el mundo educativo y laboral, donde los empleadores argumentan que existe una brecha o un desfase entre lo que forman las universidades y lo que demanda el complejo y cambiante campo laboral.
El panorama es incierto y de total incertidumbre para la población en su conjunto, la precarización del trabajo es evidente y el problema no es la falta de empleo, sino el tipo de empleos que se generan, México cuenta con uno de los niveles salariales más bajos del mundo, los títulos y grados académicos parecen devaluarse y las personas con carreras universitarias no son precisamente los que tienen mayores ingresos, por lo que hoy en día vale la pena preguntarse ¿Qué significa ser joven?