Pasado y presente; los estragos del Partido Revolucionario Institucional
- Elva María Maya Marquez
- 13 julio, 2022
- Columnas
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El problema no es la falta de memoria, sino que olvidar ciertos hechos y acontecimientos del pasado nos condenan a repetirlos, y lo comento ante el reciente fallecimiento del expresidente Luis Echeverría Álvarez, quien (mal) gobernó al país durante el periodo 1970-1976, bajo las siglas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), sexenio marcado por una serie de acontecimientos desafortunados, uno peor que el anterior, y para quienes piensan que no hay mal que dure 100 años y no tengan el dato presente, les recuerdo que este hombre cumplió 100 años el pasado 17 de enero, lo cual lo convierte en un ejemplar representativo de los dinosaurios del PRI.
Luis Echeverría Álvarez fue subsecretario de gobernación durante el gobierno de Adolfo López Mateos (1958-1964), presidente que también debe ser recordado como un gran represor de diferentes movimientos sociales, esto, junto a un personaje difícil de olvidar en la historia de nuestro país, y no precisamente por buena persona, Gustavo Díaz Ordaz, quien en ese momento fungía como su secretario de gobernación. En este periodo, movimientos como el ferrocarrilero, de médicos y maestros fueron brutalmente reprimidos, destacando particularmente el asesinato del dirigente campesino, Rubén Jaramillo; quien perdió la vida a manos del ejército mexicano con su esposa que estaba embarazada y sus tres hijos, donde los rumores señalaron fuertemente al presidente López Mateos.
La cadena de ascenso parecía muy bien definida por el PRI, Luis Echeverría pasó a ser secretario de gobernación cuando Díaz Ordaz llegó a ser presidente de México (1964-1970), cabe señalar que este sujeto; Gustavo Díaz Ordaz – fue considerado el responsable de la represión estudiantil del 2 de octubre en la plaza de las tres culturas en Tlatelolco, que culminó con la matanza de estudiantes. Sin embargo, Luis Echeverría también cargaría con el estigma histórico de ser un represor de las libertades democráticas; artífice en la matanza estudiantil de 1968, como secretario de Gobernación, así como la matanza del Jueves de Corpus en 1971, conocida como “El Halconazo”– cuando ya era presidente de la República, aunado a la desaparición, tortura y asesinato contra grupos de distintos movimientos populares, pues durante su sexenio se emprendió una persecución en contra de los opositores del sistema, episodio histórico conocido como la “Guerra Sucia”.
Un personaje perverso e inmoral que no dudó en cometer los peores actos de tortura y violación a derechos humanos, atentando contra la libertad de expresión al prohibir manifestaciones musicales como el Rock y realizar las “maniobras” necesarias para retirar de la dirección del diario “Excélsior” a Julio Scherer García, periodista y escritor que más tarde fundaría la revista “Proceso”. También se confrontó con el empresariado, quien lo responsabilizó de la muerte de Eugenio Garza Sada, dirigente e ideólogo de los empresarios de aquel tiempo.
Echeverría Álvarez, hombre que endeudó al país, iniciador de crisis sexenales, pues tomó el dólar en 12 pesos con cincuenta centavos y lo dejó en 25 pesos por unidad. Al recibir la presidencia de México de manos de Gustavo Díaz Ordaz, en diciembre de 1970, la inflación estaba en un nivel aproximado de 4.69 por ciento anual, al finalizar su gobierno en noviembre de 1976, la inflación llegó a ser de 27 por ciento y los precios siguieron aumentando durante el siguiente periodo a cargo de José López Portillo (1976-1982), aquel priista que entusiastamente argumentó que “defendería el peso como un perro” y que nos enseñaría a “administrar la abundancia”, pero esto, fue un mero discurso (patrañas).
Luis Echeverría fue investigado (aparentemente) por La Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP), creada por el gobierno de Vicente Fox en 2002, quien lo declaró culpable en 2006, por el delito de genocidio por su responsabilidad en la matanza de Tlatelolco y el jueves de Corpus, no obstante, por su edad, estuvo bajo prisión domiciliaria hasta marzo de 2009, año en el que fue exonerado. Señalado por el asesinato de los luchadores sociales; Genaro Vázquez y Lucio Cabañas. Durante su mandato, los campos militares se llenaron de presos y desaparecidos políticos.
Lo anterior, es una mínima parte de la podredumbre que se recuerda de este hombre que muere impune, que se va con muchas deudas pendientes y que nos lleva a pensar hasta cuándo acabará esto. El pasado y el presente no parecen ser distintos, y aun con esto, existen voces que evocan al pasado, tal vez lagunas mentales o un “Alzheimer” inducido es lo que puede alentarlos, de otra forma, no se entiende este sentimiento de añoranza a la censura, la represión, genocidios y devaluación.
Generaciones enteras hemos nacido, crecido y vivido en la crisis gracias a este tipo de gobernantes que desde el poder se dedicaron a cometer abusos, desaparecer gente, violar la ley y enriquecerse de manera ilícita, tanto ellos como familiares y amigos disfrutan del dinero de los mexicanos o se beneficiaron de una u otra forma, y aunque existan indicios y pruebas contundentes de aberrantes actos, la justicia no logra su cometido.
El pasado nos alcanza y el parecido con la realidad no es mera coincidencia. Tenemos un México caracterizado por malos gobiernos y aun con hechos comprobables, buena parte de la sociedad se niega a reconocerlo e intentan defender lo indefendible. No es que ahora estemos mejor, pero el punto es no olvidar el pasado y contar con una memoria histórica que permita dimensionar esto como parte de un proceso de descomposición del que gobernantes, funcionarios públicos y ciudadanía han sido responsables.
Siendo congruentes con los hechos, con las evidencias y con la historia, no se puede lamentar la partida de un personaje así, que muere impune y deja a tantas víctimas con la impotencia de saber que no se hizo nada. La esperanza de justicia es lo que mantiene en la resistencia a muchos. Justicia es lo único que se pide, justicia es lo único que se espera, y justicia es lo único que no llega. La historia es pasado, es presente y algo debemos hacer para que no se convierta en futuro.