A mitad de la semana

Crítica al paro en la UAEMéx

Por: Julián Chávez

A reserva de que usted, amable lector, tenga una idea preconcebida sobre lo que la autoridad debe o no hacer ante el paro de labores impulsado por un numeroso grupo en la UAEMéx, le pido que tenga en cuenta lo siguiente: lo mejor de la opinión es que abre la mente a nuevas opciones y posibilidades.

El paro de labores, por supuesto, ha generado de inicio un perjuicio para todos los estudiantes universitarios que, a pesar de haber concluido el grado correspondiente, aún no cuentan con su certificado, constancia y mucho menos con su título o tesis, debido a la interrupción de actividades administrativas. Pero ha ido más allá, provocando que miles de automovilistas sufran de las manifestaciones que generan caos vial al interrumpir la circulación.

Sin duda, no es un asunto menor el constante bloqueo del tráfico ni la realización de pintas y daños en inmuebles históricos. Nadie, absolutamente nadie, debería pagar las consecuencias de rencillas entre un grupo y la autoridad —sea esta legítima o no—. Por ello, resulta reprochable que un grupo que se envalentona al presentar algunas propuestas legítimas termine recurriendo a actos vandálicos.

A pesar de lo anterior, resulta interesante señalar una de las causas que motivaron la inconformidad del grupo estudiantil que detonó este paro: la exigencia del voto universal para elegir al Rector.

Este punto ha sido considerado de manera titubeante en múltiples foros y mesas de trabajo donde se han discutido reformas a las leyes y reglamentos universitarios. Sin embargo, es prudente, coherente y deseable que los alumnos puedan elegir a sus autoridades, ya que la Universidad es un organismo autónomo, con solvencia suficiente para poder elegir sus autoridades, como pasa con la UNAM, o tal como ocurre internamente con la elección de directores de facultades. En ese sentido, no tiene lógica que el Rector no emane directamente de la voluntad de su comunidad.

La realidad es que esta circunstancia actual parece obedecer más a un asunto político que a un impedimento operativo, logístico o conceptual. La votación podría realizarse de la misma manera en que se eligen los directores de facultades, y la universidad cuenta con el Instituto Electoral más eficiente del país para asesorar este proceso, así que no hay impedimento material.

Además, es un principio eminentemente republicano el poder incidir en las decisiones de la autoridad. Lamentablemente, esto no se refleja en el modelo actual, donde el Consejo Universitario concentra el poder decisional y los alumnos solo representan un tercio de la votación, lo cual resulta, sin duda, un despropósito.

Ojalá que los alumnos en paro comprendan que pintar, destrozar, vandalizar y cerrar calles no es el camino para llamar la atención de la autoridad; por el contrario, tales acciones deslegitiman su movimiento ante la sociedad en la cual están inmersos. Al mismo tiempo, sería deseable que el gobierno comprenda que dentro del pliego petitorio existen principios republicanos y democráticos que deben garantizarse como parte del ejercicio pleno de los derechos humanos.