
A mitad de la semana
- Julián Chávez Trueba
- 7 mayo, 2025
- Columnas
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Por: Julián Chávez Trueba
Apología del delito o expresión de arte
La semana pasada señalábamos en este mismo espacio, que no era prudente prohibir la expresión de artistas, ya sea ésta buena o mala, en lugar de hacer lo posible para que los verdaderos delincuentes no cometan más atrocidades.
Concluíamos hace una semana, que el arte nunca debe prohibirse pues hacerlo implica un riesgo a la libertad de expresión, ante la posibilidad de malinterpretar lo que significa una apología. La RAE señala que es una defensa, elogio, alabanza, ensalzamiento a otro, es decir, que el diablo se esconde en entender si lo presentado por el artista es una alabanza o elogio a otro, en este caso, un delincuente.
Primero podemos pensar que en estricto sentido para hacer un elogio debe existir alguna palabra que indique que tales actos delictivos tienen mérito, esto implicaría que prácticamente todos los corridos deben ser prohibidos pues elogian la historia y los méritos de quienes han cometido algunos delitos, ya que justamente la motivación de los corridos es la vida del “outsider”, del que representa el justiciero, el malo con valores, el que hace lo que quiere con un ideal “honesto”, como puede ser Robin Hood o en nuestro México, quienes fueron caudillos de la Independencia; precisamente el primer corrido de la historia en México es uno zacatecano inspirado en Miguel Hidalgo, pero más en nuestra época están aquellos cantados por Antonio Aguilar o los Tigres del Norte, los cuales en esta misma tónica debiesen prohibirse, y tal vez ahora no deberían de interpretarse, idea que sin duda resulta ser un absurdo, pues tales canciones no dejan de ser una expresión de arte y ahora forman parte del ideario de la época.
Igualmente deberían entonces prohibirse aquellas películas de los Hermanos Almada, donde el justiciero casi narcotraficante es el que resulta victorioso, pero de ellas no se habla y siguen proyectándose lamentablemente en canales como De Película; y señalo que lamentablemente no porque lo considere un delito, sino por lo mala que es su producción.
Ahora bien, el otro sentido donde puede apreciarse lo absurdo de considerar un corrido o narco corrido la apología de un delito es que para poder elogiar un delito, primero debe ser considerado como tal, pues existe el principio procesal jurídico que dicta que nadie puede ser considerado delincuente hasta en tanto no sea demostrado lo contrario en un juicio bajo la normatividad mínima; esto es que si se habla de quien es únicamente buscado por sus presuntos delitos, no puede ser esto apología pues no se han tildado sus acciones como delitos o a éste como delincuente, simplemente es presunto.
Además de todo, los narco corridos o los corridos bélicos son preciados por la gente porque tienen un sentido valorado, el cual es entretener al público, hacer pasar un momento agradable, tal vez por ser una catarsis, una respuesta social a la podredumbre en la que vive o una manera de hacer llevadera y agradable, la miserables circunstancias de seguridad con las que se vive a diario, pero eso no ve la autoridad, pues lo que importa es el discurso, que sea mediático y certero, sin embargo el problema es mucho más complejo.
De cualquier forma debe confirmarse la tesis de la opinión de hace una semana: qué tan de cabeza esta la administración gubernamental que en lugar de perseguir y erradicar un delito tan terrible como lo es el narcotráfico y los delitos circundantes, la supuesta justicia se enfoca en detener a quienes hacen su trabajo de manera honesta.