
MÁS ALLÁ DEL LUNES SANTO
- Daniel Valdez García
- 14 abril, 2025
- Columnas
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UNA BREVE NOTA
Por: Daniel Valdez García
Dios nos invita a vivir una vida santa cada día (Ap 22, 26), no solo durante la Semana Santa. Jesús entregó su vida por nosotros para purificarnos y hacernos santos (Ef 5, 25-27). Les invito a guardar silencio para dejar que la Palabra de Dios impregne y transforme nuestro corazón.
Hoy, 14 de abril, la Iglesia Católica celebra el Lunes Santo, el segundo día de la Semana Santa, conocido como el “Lunes de la Autoridad”. En este día crucial, Jesús nos muestra en qué se basa su autoridad sobre la humanidad y toda la creación.
La Iglesia anima a los fieles a reflexionar entre el Domingo de Ramos y el Triduo Pascual (Lunes, Martes y Miércoles Santos) sobre aspectos esenciales de Jesús, quien cumple todas las profecías sobre el Mesías. Esta tradición, aunque en parte olvidada, es hermosa y nos acerca a las experiencias de Jesús a medida que enfrentaba su destino.
El “Lunes de la Autoridad” nos recuerda que el fundamento de la autoridad de Jesús es su amor misericordioso, y no la violencia ni el miedo. Este día, junto con el “Martes de la Controversia” y el “Miércoles de la Traición”, nos permite profundizar en los misterios de la Semana Mayor, siguiendo de cerca a Jesús hasta su sacrificio final.
Los Evangelios de estos días reflejan intensamente los momentos finales de Jesús en la Tierra, llenos de palabras y gestos que delinean su testamento de amor. Estos días, bien integrados en la Semana Santa, nos permiten presenciar el clímax de la obra de Salvación.
El profeta Ezequiel nos recuerda la misericordia de Dios: “Por mi vida -oráculo del Señor-, juro que no quiero la muerte del malvado, sino que cambie de conducta y viva” (Ez 33, 10b. 11a).
La lectura del Evangelio de hoy, de San Juan 12, 1-11, narra la unción de Jesús en casa de Lázaro. María unge a Jesús con un caro perfume, lo que provoca la crítica de Judas Iscariote. Sin embargo, Jesús responde: «Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros, pero a mí no siempre tendréis» (Jn 12, 7-8).
Esta respuesta de Jesús no justifica el mal uso del dinero, sino que subraya que su autoridad se centra en el amor y el perdón. Cuando elevamos a Jesús por encima de todo, conectamos autoridad con rectitud y misericordia.
Jesús revela su dominio sobre todo y somete nuestro pecado, como lo ilustra su expulsión de los mercaderes del Templo: «Mi casa será llamada Casa de Oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones» (Mt 21, 13). Solo Él tiene la autoridad moral para redimir.
Mientras Jesús actúa con verdadera autoridad moral, la hipocresía de Judas queda al descubierto y es rechazada.
Buen día a todos, feliz y bendito martes para todos.
Guardemos un momento de silencio sagrado para permitir que la Palabra de Dios profundice en nuestro interior y nos transforme.