
SANAR HERIDAS DURANTE LA CUARESMA 27
- Daniel Valdez García
- 31 marzo, 2025
- Columnas
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Lunes IV de Cuaresma
Sacerdote Daniel Valdez García
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Ayer leí el mensaje del Angelus del Papa Francisco que me sorprendió profundamente. Citando textualmente, él expresó: “Jesús se da cuenta de que los fariseos, en lugar de alegrarse porque los pecadores se acercan a Él, se escandalizan y murmuran a sus espaldas. Entonces Jesús les cuenta la historia de un padre que tiene dos hijos: uno se va de casa, pero luego, cuando se encuentra en la miseria, regresa y es recibido con alegría; el otro, el hijo “obediente”, indignado con su padre, no quiere entrar en la fiesta. Así, Jesús revela el corazón de Dios: siempre misericordioso con todos; cura nuestras heridas para que nos podamos amar como hermanos.
Queridísimos, vivamos esta Cuaresma, sobre todo en el Jubileo, como un tiempo de curación. Yo también lo estoy experimentando así, en el alma y en el cuerpo. Por eso doy las gracias de corazón a todos aquellos que, a imagen del Salvador, son para el prójimo instrumentos de curación con su palabra y con su ciencia, con su afecto y con su oración. La fragilidad y la enfermedad son experiencias que nos unen a todos; pero con mayor razón somos hermanos en la salvación que Cristo nos ha dado.” Hasta aquí las palabras del Sumo Pontífice.
Hoy marcamos el día número 27 de nuestras reflexiones cuaresmales enfocadas en la sanación. Continuaremos con esta pauta y, durante la Pascua, les anuncio que reflexionaremos en el tema “En modo Jubileo”.
Hoy, al cerrarse el mes de marzo, en el municipio de Toluca se han elegido nuevos delegados municipales y miembros de COPACIS. Oremos para que el amor por su comunidad los motive a luchar por el bien común, que es un objetivo compartido con todos nosotros.
Del libro del profeta Isaías (65, 17-21): “Esto dice el Señor: ‘Voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; las cosas pasadas no serán recordadas. Llénense de alegría por lo que voy a crear. Convertiré a Jerusalén en júbilo y a mi pueblo en alegría. Me gozaré en Jerusalén y en mi pueblo, donde ya no se escucharán gemidos y habrá vida plena y satisfactoria. Construirán casas y plantarán viñas para disfrutarlas’”.
Y, del Evangelio según San Juan (4, 43-54): “Jesús salió de Samaria hacia Galilea, donde había convertido el agua en vino. En Galilea, fue bien recibido, y un funcionario real acudió a Él para que sanara a su hijo enfermo en Cafarnaúm. Jesús le dijo: ‘Si no ven señales, no creerán’. Pero el hombre insistió, y Jesús le aseguró: ‘Vete, tu hijo ya está sano’. Y así fue: el hijo mejoró a la misma hora que Jesús lo dijo, confirmando la fe del hombre y su familia”.
La liturgia de la Cuaresma nos habla de sanación. Hoy, el relato de la sanación del hijo del funcionario real en Caná nos recuerda que la fe sincera es poderosa. Este hombre confió en la palabra de Jesús y su fe fue premiada con un milagro. Es este el tercer ejemplo típico, junto a los de Nicodemo y de la Samaritana, de alguien que decide ir en busca de la fe, y en esta ocasión se trata precisamente de un pagano. La fe sincera nos hace aceptar lo que no vemos. En este caso, este hombre creyó que Jesús podía sanar a su hijo sin siquiera ir a su casa. Su fe es confirmada por el milagro, anunciado por los criados que salen a su encuentro para hacérselo saber.
La fe alcanza el poder de Dios para sanar, pero ha de ser una fe sincera y tan grande que Jesús ha curado a la distancia, ni siquiera a tenido que llegar a la casa de un funcionario real, su fe es confirmada por el milagro: Jesús le había dicho que su ya estaba sano.
Les recuerdo que el próximo domingo estarán cubiertas todas las imágenes a fin de concentrarnos en la Palabra de Dios y su amor misericordioso, sin olvidar el sentido de duelo y humildad con que entraremos a la celebración de la Semana Santa.
Amén, Señor Jesús.