SANAR HERIDAS DURANTE LA CUARESMA 25

sábado III de Cuaresma 

Sacerdote Daniel Valdez García   

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,En la lectura de hoy, del libro del profeta Oseas 6, 1-6, el Señor nos enseña que, aunque Él puede permitir que experimentemos dolor o aflicción, siempre está dispuesto a curarnos y sanarnos. La clave es buscar con sinceridad al Señor, quien, como la lluvia de primavera, nos renovará.Nuestros corazones pueden encontrar paz a través de la oración humilde, tal como lo ilustra la parábola del publicano y el fariseo en el Evangelio según San Lucas 18, 9-14. Jesús nos muestra que una auténtica actitud de humildad y arrepentimiento, como la del publicano, es lo que Dios valora. En cambio, la arrogancia y la presunción, como las del fariseo, son desagradables a Sus ojos.

En este tiempo de Cuaresma, al hablar de sanar heridas, recordemos que el dolor tiene un propósito según la visión bíblica: es un medio para corregir y acercarnos más a Dios. En Job 5, 18, se nos dice que “Dios hiere, pero venda la herida; golpea, pero sana con sus manos.” Asimismo, en 2 Corintios 7, 10, se afirma que la tristeza según Dios produce arrepentimiento para salvación.Debemos evitar reducir a Dios a un mero confort o una herramienta, buscándolo solo cuando nos conviene. Él no es un simple solucionador de problemas ni un proveedor de deseos egoístas. Reconozcamos la verdadera devoción, superando la idolatría y la impiedad.

Pidamos a Dios que sane nuestras heridas y fortalezca nuestro corazón, para que lleguemos renovados a la Pascua, habiendo cruzado el desierto cuaresmal con fe y humildad. Hagamos nuestras las palabras del salmo 50, por cuarta vez escuchamos en este tiempo de cuaresma, nos invita a un verdadero arrepentimiento, conversión y penitencia.Amén, Señor Jesús.