EL VALLE DEPORTIVO

Pedro Eric Fuentes López

La vida es demasiado corta para tener miedo y no correr riesgos. Prefiero ser la persona que dice “me equivoqué”, que decir “desearía haber hecho eso”. Justine Skye. OMPE.

¿Te acuerdas cuando llegaban los momentos decisivos en tu vida y tenías -sí o sí- que tomar el rumbo a otro destino, con nuevas aspiraciones, otros puntos a alcanzar, vislumbrando bríos de otro nivel? En su mayoría a todos nos duele sobremanera dejar de lado lo que un día se convirtió en un estilo de vida, con todo aquello que involucra -bueno y malo- pero que siempre deja en la enseñanza un hueco difícil de llenar, aunque también al mismo tiempo se convierte en la punta de lanza para comenzar una mejor versión de uno y también es cierto que afrontar los retos que llegan implícitos siempre generan temores y miedos que en muchas ocasiones te paralizan, pero una vez generado, tomado y aceptado el o los cambios, no hay vuelta pa´tras, hay que ir con todo, por todo, y hasta en muchas ocasiones contra todos…

Así pues, como a todos en un momento y a veces en un santiamén, en el deporte también ocurre esto y las transiciones de ser un elemento activo en el terreno de juego -sea cual sea- y pasar a atar las riendas de un conjunto, se vislumbran con ciertos temores y ansiedades, pero también con mucho aplomo que es lo que debe permear para encarar el paso siguiente así como el nuevo amanecer. Para muchos esto parecería palabra barata y hueca, pero en realidad tiene mucho más de lo que pasamos todos. En ocasiones la insoportable idea de que el tiempo se consume y hace estragos en tu ser, pasa a formar parte de un ejercicio solidario por ser y tratar de estar mejor. Así son los cambios con todo lo que llevan consigo y muchas ocasiones duelen y duelen hasta la madre, pero también es cierto que forjan el carácter que debe permear desde ese momento y en lo sucesivo.

Los ejemplos personales quedan en la memoria y cora de cada uno de nosotros, en aquellos que dejaron su profesión y abrazaron otra faceta, pasa un poco “más” fácil porque se ejecuta ipso facto, es decir, te vas a la cama a dormir como jugador, como jugador en retiro y amaneces como entrenador en jefe o técnico o dirigente. Así nomás. Es decir, no pierdes el ritmo, la noción, el tacto, las pulsaciones, ni nada, solamente dejas el short y te calzas el pants y añades a tu traje de trabajo el tradicional silbato y cronómetro, y a darle que es mole Doña María, es decir, no hay de otra, le entras, le sigues y si tienes miedo pues lo haces con todo el pinche miedo porque nadie tiene ni asegurada la vida, ni las oportunidades, así que sólo -en su caso- cierras los ojos, aprietas lo que tengas que apretar, sollozas, te limpias las lágrimas, elevas una oración y en lugar de pedir, ofreces y seguro la vida, el destino, el cosmos, el universo y/o la divinidad a la que te arropas, te darán las señales inequívocas de que lo que ocurre y pasa justamente en estos momentos, es lo correcto. Y si no, también nos lo dirán. Dejar algo o a alguien, por una nueva aventura, duele, quema, taladra hasta las entrañas, pero también es cierto, que la vida sólo se vive una vez y no quiero ser aquel que diga que se muere una vez para vivir por siempre…yo no!

Así que, desde este Valle Deportivo, con toda humildad y deseos de buenaventura y bonanza, al menos yo sí, les auguro a ellos quienes decidieron aspirar a un mejor mañana, todas las buenas vibras, que al final de cuentas es lo que nos distingue a unos de los demás… 

Pásenla bien!!!