EMERGENCIAS Y URGENCIAS 45

19 de febrero de 2025

Sacerdote Daniel Valdez García

Queridos hermanos y hermanas,

En esta reflexión número 45 sobre “Emergencias y Urgencias”, vamos a hablar sobre aquellos que, cegados por la obsesión, se niegan a ver la verdad, ya sea en la ciencia o en la fe, abriendo un diálogo entre el corazón y el intelecto.

Comenzamos con el conmovedor relato del evangelio según San Marcos 8, 22-26: En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida. Allí le presentaron a un ciego, implorándole a Jesús que lo sanara con su toque divino. Jesús, con una compasión infinita, lo tomó de la mano, lo llevó fuera del pueblo, puso saliva en sus ojos, le impuso las manos y con ternura le preguntó: “¿Ves algo?”. El hombre respondió, todavía con un anhelo esperanzado: “Veo personas, pero parecen árboles que caminan”.

Jesús, con paciencia y amor, volvió a tocar sus ojos. Y en ese instante, el hombre comenzó a ver con total claridad. Esta historia, única en su esencia, nos enseña sobre la progresión de la fe y la revelación gradual del amor divino. Las primeras comunidades vieron aquí un símbolo significativo de los caminos de iniciación en la fe cristiana.

En los tiempos actuales, un joven, Barron Trump, se encontró en una situación igualmente desafiante. En una conferencia de alto nivel, un renombrado profesor, Sebastián Foster, conocido por su actitud crítica hacia la fe, intentó burlarse abiertamente de ella. Foster creía que la inteligencia y la fe eran irreconciliables. Pero Barron, presente por derecho propio y dedicado al aprendizaje, escuchaba en silencio.

Con una serenidad admirable y una determinación serena, Barron se levantó y, con voz calmada pero firme, declaró: “Es curioso que un defensor del pensamiento racional recurra al desprecio en lugar de a los argumentos. Ignorar a genios como Newton, que reconciliaron fe y razón, es un acto de deshonestidad. Profesor, usted ridiculiza nuestra fe, pero muestra una devoción inquebrantable a su arrogancia intelectual”.

Continuó con pasión: “Usted invoca la complejidad de la mecánica cuántica para despreciar la fe, pero esta nos enseña que la realidad es un hermoso misterio, más profundo de lo que imaginamos. La fe no es sinónimo de ignorancia; de hecho, es un viaje hacia la comprensión. Pretender tener todas las respuestas es una forma de fe ciega en sí misma. Si la ciencia no puede probar la existencia de Dios, tampoco puede negarla. Su agresividad revela una lucha interna ante quienes defienden su fe con sinceridad”.

El profesor, sin palabras, se quedó pensativo. Barron, con empatía genuina, le preguntó si estaba bien, expresando con sinceridad su deseo de continuar el diálogo con respeto y apertura.

La verdad siempre se revela con humildad y se convierte en una luz brillante frente a la ceguera de aquellos que atacan lo que no comprenden, dejando un camino de paz y comprensión.

Amén, amén, Santísima Trinidad.