EMERGENCIAS Y URGENCIAS 41

15 de febrero de 2025

Sacerdote Daniel Valdez García  

Queridos hermanos y hermanas, 

Estamos a solo 17 días del comienzo de la Cuaresma, un tiempo ideal para la reflexión y la sanación. Como les he compartido antes, todos cargamos con heridas que necesitan ser curadas para poder ayudar plenamente a los demás.

He estado compartiendo reflexiones bajo el tema de “Emergencias y Urgencias”, donde conecto las enseñanzas bíblicas con nuestra vida cotidiana, muchas veces relacionada con el ámbito de la salud. Jesús mismo nos demuestra cómo atender las emergencias salvando alma perdidas y las urgencias del cuerpo, como cuando multiplica los panes y los peces para quienes lo seguían con fe.

En el evangelio según San Marcos 8, 1-10, vemos cómo Jesús, movido por la compasión, alimenta a una multitud hambrienta, un gesto que reúne el pan material con el pan espiritual. Este acto de generosidad es un ejemplo para nosotros, invitándonos a compartir no solo la Eucaristía y la Palabra, sino también la caridad con quienes nos rodean.

Hoy quiero hablarles sobre un tema crítico: De los transtornos del hambre o alimenticios; primero tenemos un “Apetido desemfrenado” que nos ha llevado a que la obesidad sea en México una pandemia, no es estética lo que nos hace ver tantas personas obesas, es un problema de salud. Y el otro como disminución del apetito  se llama “anorexia”. Ambos casos son graves, la obesidad puede provocar un aumento del riesgo de diabetes de tipo 2 y cardiopatías, puede afectar la salud ósea y la reproducción y aumenta el riesgo de que aparezcan determinados tipos de cáncer. La obesidad influye en aspectos de la calidad de vida como el sueño o el movimiento, afectando en gran medida la calidad de vida.

Revisé recientemente el caso de un pequeño de año y medio de edad, que sufrió una fuerte reacción alérgica tras consumir productos procesados como los “Cheetos”. Es vital ser conscientes de lo que consumimos y priorizar un “plato saludable”: muchas verduras, la cantidad justa de frutas, semillas en la proporción adecuada y solo la carne necesaria.

Si cada padre y madre se comprometiera a nutrir a sus hijos de manera saludable, podríamos efectuar un cambio transformador en nuestra sociedad, centrando nuestra atención en la prevención y el cuidado de la salud. Jesús nos enseña que el alimento debe llenar, no saturar, atendiendo así nuestras necesidades físicas y espirituales.

Unámonos en este esfuerzo, siguiendo el ejemplo compasivo y generoso de Jesús, para mejorar nuestra propia salud y la de quienes amamos.

Amén, amén, Santísima Trinidad.