Del quirófano a las calles

Una de las problemáticas más conflictivas en el mundo tiene que ver con el consumo de drogas y la adicción a las mismas. Las consecuencias son fatales y no solo las vive la persona que consume ciertas sustancias, pues interfiere en la relación con la familia, con los amigos y en el trabajo. En personas jóvenes, limita el proceso de aprendizaje y aumenta el riesgo de sufrir todo tipo de accidentes, por lo anterior, el tema de las drogas representa una preocupación colectiva al involucrar a toda sociedad en distintos niveles.

En el ámbito médico, el fentanilo fue sintetizado por primera vez en 1960, y utilizado originalmente como analgésico intravenoso. Se comenzó a recetar a pacientes con dolores intensos, especialmente después de una operación o bien, entre personas con algún tipo de cáncer avanzado. Sin embargo, en las décadas de 1970 y 1980, su uso se expandió a otros fines, especialmente recreativos.

Cabe señalar que, los fármacos son cualquier sustancia que se use para prevenir, diagnosticar, tratar o aliviar los síntomas de una enfermedad, entre estos se encuentran los opioides, un amplio grupo de medicamentos dirigidos a aliviar el dolor que actúan sobre las neuronas cerebrales como el fentanilo, el cual, se puede encontrar en forma de pastilla, aerosol, parche para la piel o inyección. El fentanilo es un opioide sintético 50 veces más potente que la heroína y hasta 100 veces más potente que la morfina. Es la droga que más alarma a un país como Estados Unidos, ya que su consumo ha ido en aumento y ha causado miles de muertes. No obstante, para el resto de los países se ha convertido en una de sus grandes preocupaciones.

De acuerdo con Consuelo Doddoli, académica de la UNAM, fabricado ilegalmente se vende en forma de polvo, en envases de gotas para los ojos o rociadores nasales. Cantidades pequeñas pueden tener consecuencias graves y tan solo 2 miligramos (alrededor de 20 veces un grano de sal) pueden causar la muerte. Frecuentemente los vendedores de drogas lo mezclan con cocaína, metanfetamina o heroína, esto se hace porque la combinación de cualquiera de estas drogas con una pequeña cantidad de fentanilo provoca un efecto mucho más potente, de acción más rápida y a menor costo.

Entre los años 2018 y 2021, las muertes en Estados Unidos atribuidas por sobredosis de este potente opiáceo se dispararon en más del 90%. En 2021, se cuenta con un registro aproximado de 70 mil fallecimientos por consumo (National Geographic, 2024).

En julio del año pasado, “The Telegraph”, uno de los diarios más antiguos de Inglaterra, señaló que Canadá se ha convertido en la capital global del fentanilo, al ser una sustancia que producen, distribuyen y consumen, ya que la despenalización convirtió a Vancouver, “en la capital mundial del fentanilo”.

En el caso de México, el Observatorio Mexicano de Salud Mental y Adicciones (2024), indica una tendencia de mayor propagación de fentanilo en Estados fronterizos como Baja California, Sonora y Chihuahua. De igual manera, existen Estados no fronterizos como Sinaloa y Ciudad de México donde se presenta consumo de fentanilo.

La adicción a las drogas es una enfermedad cerebral crónica. Hace que una persona consuma drogas periódicamente, a pesar del daño que provoca. Los cambios cerebrales por la adicción pueden ser duraderos, ya que las drogas modifican el funcionamiento del sistema nervioso central, causando cambios emocionales.

No todos quienes usan drogas se vuelven adictos, algunos prueban algún tipo de sustancia por curiosidad, por lo que desarrollar una adicción depende de factores genéticos y sociales entre ellos, problemas familiares, escolares, depresión, ansiedad, entre otros. El cuerpo y cerebro de cada persona es diferente, pero lo que sucede con el fentanilo, es que es altamente adictivo y mortífero.

Las adicciones son enfermedades complejas y dejar de consumir drogas requiere más que buenas intenciones o una gran voluntad. La droga “de moda” es el fentanilo, pero en realidad, el consumo de otras sustancias está presente en nuestro país desde hace décadas. Un avance es que se hable más del tema, que se implementen campañas en escuelas y medios de comunicación, pero debe quedar claro, no será suficiente en un país donde las realidades son diversas, lacerantes, y acceder a diferentes tipos de drogas está más cerca de lo que nos gustaría y también de lo que se quiere reconocer.