POLÍTICA AMBIENTAL
- Luis Eduardo Mejia Pedrero
- 24 junio, 2024
- Columnas
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EL CUIDADO DEL AMBIENTE EN LA EDAD MEDIA
Debo de aclarar que cuando me refiero a la Edad Media o Medievo me refiero al período histórico de la civilización occidental comprendido entre el siglo V y el XV. Su inicio se sitúa en el año 476, el año de la caída del Imperio romano de Occidente, y su final en 1492, año en el que Colón llegó a América. La población mundial rondaba los 400 millones de habitantes, poco después de la pandemia por la peste negra que asoló a Europa.
Aunque tardíamente, la peste negra dejó enseñanzas sobre los cuidados sanitarios que deben de tenerse para evitar el contagio de diversas enfermedades, mencionando inicialmente que la contaminación del aire y del agua mata a los seres vivos. Regresando a los aspectos ambientales, en las actividades agrícolas ya se tenía una rotación trianual de las tierras de siembra. Debido a que se trataba de una economía agrícola. La obtención de mayores extensiones de territorio mediante guerras era un hecho común. Las tierras conquistadas eran repartidas entre la nobleza para su producción, pero también su cuidado y preservación.
La ansiedad por contar con más tierras de cultivo se convirtió en una amenaza para los bosques. El auge de la roturación de terrenos y construcción rompió el equilibro entre pastos, tierras de cultivo y bosques. Los efectos esperados del retroceso del bosque no se hicieron esperar: conflictos sociales por el control del monte, mayor agresividad de los lobos y otros animales salvajes, crecidas de los ríos al no retener los árboles la lluvia.
Ante lo anterior, se dictaron medidas que lograron la recuperación del bosque en los siglos XIV y XV. Por ejemplo, las de Enrique IV en 1457 ordenaban la plantación de robles, nogales, castaños, fresnos y hayas y que estas reforestaciones estuvieran a una distancia mayor a 5 metros (tres brazas) de las zonas de cultivo. Ya en el siglo XII se da una protección especial a los bosques, llegando a ser cuidados por los ejércitos que recibían órdenes directas del rey. Los castigos impuestos a quienes provocaran incendios o cortaran árboles con el propósito de ampliar sus tierras de cultivo era la pena de muerte, además de perder todos sus bienes confiscándolos a su familia luego de su ejecución. Estas medidas fueron replicadas por los monarcas de diversos reinos a lo largo de Europa. También se dictaron penas de muerte por tirar basura, orinas, heces y animales muertos en los patios de las iglesias o vías públicas.
La gran deforestación de la Europa preindustrial ocurrió entre los siglos XVI y XVIII. Nuevos avances en el cultivo del maíz y la papa, el auge de la construcción de barcos y casas, actividades que exigían mas madera y más crecimiento demográfico, junto con mayor despreocupación ecológica condujeron a un vasto retroceso de las formaciones boscosas y la sustitución de las especies arbóreas autóctonas. De hecho, la Revolución Industrial utiliza como base energética combustibles sólidos con base en carbón vegetal provocando una crisis que inicia a finales del siglo XVIII.
La pesca es otra de las actividades que fue regulada al haber controversia entre el uso del “cerco” para pesca industrial y los tradicionales aparejos artesanales, por la “infición del agua” por los métodos modernos pues también impedían el crecimiento de las crías y el “sosiego” de los peces. Algo semejante sucede con las actividades de caza en donde hay protestas por la cacería deportiva realizada por la nobleza y la necesaria como fuente de alimentos.
PIENSA GLOBALMENTE, ACTÚA LOCALMENTE
Al igual que en la Edad Media, hoy en día las autoridades gubernamentales y eclesiásticas tienen un papel relevante en la protección al ambiente. Las religiones occidentales a diferencia de las orientales, tardíamente están inculcando en sus adeptos el cuidado del ambiente. Obviamente no se necesita la pena de muerte para proteger los ecosistemas, pero si aplicar con efectividad las multas y sanciones a los infractores. Recuerden #SalvemosOjuelos.
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