La magia de las encuestas

Las elecciones se ganan con votos, no con encuestas, planteamiento que no se puede contradecir pero que tampoco ha impedido que políticos, medios de comunicación y ciudadanos recurran a estas como medio de consulta para conocer aquello que se denomina como “la fotografía del momento”. La controversia que gira alrededor de las encuestas radica en la disparidad de los resultados que presentan unas y otras, lo cual ha generado suspicacias, pues si bien algunos mencionan que es cuestión de “metodología”, otros simplemente señalan que “las encuestas son de quien las paga”.

Para Heidi Osuna, directora de la agencia especializada en encuestas y estudios de opinión “Enkoll”, las encuestas electorales son una herramienta de investigación social que contribuye al desarrollo democrático de nuestro país. Su realización y difusión son un recurso indispensable para comprender las expectativas y el comportamiento político de la sociedad; además de que permiten a la ciudadanía disponer de fuentes de información confiable para tomar mejores decisiones.

De igual manera, las encuestas electorales permiten recolectar opiniones y actitudes de una muestra representativa a través de un cuestionario que, si bien recoge información cualitativa, tiene la virtud de poder convertir en datos cuantitativos que pueden llegar a impactar en la percepción de las personas respecto a algún candidato o partido.

Debido a su gran popularidad, las encuestas se usan frecuentemente durante los procesos electorales para conocer la tendencia que existe entre los candidatos a un puesto de elección popular. No obstante, existen quienes afirman que algunas encuestadoras se han convertido en un modelo de negocio y elemento propagandístico, por lo que actualmente se cuestiona su calidad y confiabilidad.

Hace unas semanas causó revuelo que, después de que diferentes encuestadoras han colocado durante meses a Claudia Sheinbaum como la candidata puntera en las preferencias electorales, la encuestadora Massive Caller mostró a Xóchitl Gálvez con un 38.9% de las preferencias, 0.2 puntos porcentuales por arriba de Claudia Sheinbaum, que aparentemente tiene un 38.7%.

Es difícil dar por válido este resultado cuando la ventaja que se ha dado a Claudia Sheinbaum respecto a Xóchitl Gálvez ha sido de hasta 20 puntos porcentuales. Por lo cual, ante la necesidad de contar con ejercicios que tienen por objetivo medir de manera real las preferencias electorales, las encuestadoras deben ajustarse a parámetros de carácter científico y metodológico con el fin de garantizar la confiabilidad de los resultados arrojados.

En este sentido, los ciudadanos debemos ser más críticos y los medios de comunicación más responsables para identificar cuales encuestas cumplen con la rigurosidad para ser presentadas con sus audiencias, ya que las encuestas electorales deben regirse bajo los principios de veracidad y transparencia. Importante saber quién las paga y quién las realiza, datos técnico- metodológicos como: cobertura geográfica, muestra y universo considerado, así como la manera en que se levantó la información —ya que no es lo mismo realizar encuestas casa por casa que vía telefónica—, margen de error y nivel de confianza, así como tasa de respuesta y de no respuesta.

En días pasados, Iván Escalante, quien ocupó el cargo de coordinador de comunicación en la campaña para la Jefatura de Gobierno de Claudia Sheinbaum en 2018, narró cómo es que el dueño y director de la encuestadora Massive Caller; Carlos Campos, lo contactó para ofrecerles sus servicios, ante lo cual concretaron una cita y al explicarle su modelo de negocios, Iván Escalante le hizo saber que no estaban interesados en mandar a hacer encuestas.

Lo “interesante” viene después, ya que en la última medición de Masiive Caller, previa a las elecciones de 2018, presentó una falla patente, ya que Claudia Sheinbaum ganó la elección de la Ciudad de México con 47.08% de la votación, pero dicha encuestadora le dio 36.70%, es decir; 10.8% menos de la votación obtenida. El segundo lugar encabezado por Alejandra Barrales, obtuvo una votación final de 31.01%, y Massive Caller reportó 15.70%, una diferencia de 15.31% y finalmente al tercer lugar; Mikel Arriola, quien se presume que en esa elección contrató los servicios de esta casa encuestadora, obtuvo un porcentaje final de 12.83% y Massive Caller reportó 26.3%, a diferencia de las candidatas anteriores a las cuales la encuestadora le otorgó un porcentaje menor, a este candidato le sumo 13.47% más de los votos que realmente obtuvo.

Para 2021, la historia se repite y días después de las elecciones del 6 de junio, Carlos Campos, dueño y director de Massive Caller, tuvo que grabar un video donde ofrece disculpas por presentar mediciones que, en sus propias palabras, “no reflejaban la realidad electoral que pretendían medir, particularmente en los Estados de Baja California Sur, Sonora y San Luis Potosí, nuestro pronóstico y el resultado oficial son diametralmente opuestos”. Una encuestadora que se jacte de ser seria, no puede cometer este tipo de errores de manera recurrente.

Mientras existan encuestadoras que se vuelvan una especie de caja negra y que no sean capaces de explicar lo que hacen; ya sea publicidad, vender información o algo que dista significativamente de lo que se espera de una encuesta, se caerá en aseveraciones erróneas al señalar que las encuestas mienten o que las encuestas fallaron, pues quienes mienten son algunas casas encuestadoras, regularmente aquellas que lo hicieron durante todas sus mediciones previas a un proceso electoral y por ende, sus resultados serán muy distintos a los que reflejen las urnas.

Las encuestas suelen presentar dos tipos de efectos en los votantes, el primero; significa subirse al carro ganador: algunos electores deciden apoyar a quien va adelante y el segundo; significa apoyar al candidato que va rezagado. Por ello, la importancia de ser más exigente con esta herramienta, pues no es correcto llamar a cualquier cosa encuesta y más cuando son de encuestadoras “patito”, carentes de credibilidad y que pretenden apoyar abiertamente a cierto candidato o simplemente desviar la opinión y quitar el foco de atención de lo que realmente importa.

Detrás de una buena encuesta debe existir un buen estudio cualitativo, pero hacer un trabajo bien hecho es caro, por lo cual no dejan de llamar la atención los “sondeos diarios” que ha llevado a cabo Massive Caller. Las encuestadoras no están en crisis, el problema es meter en la misma tómbola a quienes hacen trabajos serios de investigación y a quienes hacen propaganda electoral. Del mismo modo se debe considerar que las casas encuestadoras no pueden medir las operaciones políticas que se activan alrededor de una elección, la compra del voto y muchas otras actividades que llevan a cabo militantes y simpatizantes para conseguir el voto.

Las encuestas “bien hechas” pueden brindar información para la toma de decisiones y ayudan a comprender de mejor manera el estado de las cosas que se vive en una sociedad en determinado momento. Sin embargo, las encuestas electorales no podrán reflejar un eventual cambio de preferencias, por tal motivo, la importancia de conocer el momento en el que se levanta la encuesta y aquellos criterios que permitan mayores niveles de confianza.

Las elecciones están a la vuelta de la esquina y las encuestadoras han tenido un papel muy activo particularmente durante el proceso electoral presidencial. El 2 de junio será su prueba final y podremos conocer y evaluar que tan honestos han sido con sus mediciones durante estos meses, ya que un “usted disculpe” no debe hacerse costumbre y tampoco tiene que ser tolerado.