AMLO acepta su realidad

Hace una semana se hizo todo un escándalo porque Andrés Manuel López Obrador dijo en la mañanera del lunes 06 de mayo de 2024, que cito “no hay más violencia, hay más homicidios”. Todos los programas televisivos de información, los opinólogos, los medios impresos y digitales, se llenaron de sorpresa ante esta declaración tan desafortunada respecto a la circunstancia que padece México, ante la indolencia de la cabeza del ejecutivo.

En alguna parte del universo de todos esos espacios, se puntualizó que esta dolorosa declaración esbozaba la manera de pensar tan conformista de nuestras autoridades, que del problema central sólo visualizan números y estadísticas, sin tomar en cuenta que cada punto porcentual significa el sufrimiento de muchas familias que elevan una a una, las gráficas que se representan.

Otro punto que destacaron otros espacios, fue la miopía del presidente con la que ha manejado los grandes problemas que aquejan a la sociedad, pues es evidente que piensa y opina del tema con profundo desconocimiento de los conceptos torales, que además su lógica se aleja de cualquier sensatez, pues el hecho de señalar que los homicidios no forman parte de la violencia, o tratar de ponderar a la baja de la violencia (sin conceder) por encima del alza de homicidios, es tratar como logro un dato infamemente impresentable.

Sin embargo, además de estas reflexiones obvias, que si bien son atinadas, hay una idea que subyace entre la hiriente frase, la cual es que AMLO empieza a aceptar su realidad, es decir, hace algunas semanas el periodista Jorge Ramos lo increpaba en una de las mañaneras, indicándole que este sexenio es el más violento por el número de homicidios que son récord y que cada fin de semana se vive el peor fin con el máximo número de homicidios presentados en la historia de México; pues bien  en aquella mañanera AMLO decía que no estaba de acuerdo con Jorge y que lo que decía, a pesar de ser fundamentado en los números de las propias instituciones oficiales, no era cierto porque él tenía otros datos.

Así AMLO se ha pasado todo su sexenio negando la realidad, pero ahora, nuestro presidente empieza a aceptar (tal vez en un arranque de debilidad), que los homicidios si son un lamentable récord en la estadística de la violencia en México, más allá de que pretenda creerse que no hay violencia, ya aceptó con esta sentencia, que los homicidios van a la alza y que el escenario se está develando ante sus ojos: el México que representa y el México que de “sus datos”, no coincide con el de la realidad de millones de mexicanos, y esta realidad frustra su propia autopercepción.

Ya van dos realidades que de a poco va aceptando AMLO, la primera fue la de los militares que dijo que no iban a salir de los cuarteles y que ahora hacen toda clase de actividades no solo de seguridad; la segunda es esta respecto de la violencia. Faltan muchas otras como las de la mala decisión en cancelar y hacer el aeropuerto, la de las refinerías que no cumplen objetivos, la de la bajada de gasolina que no pudo, la de reconocer que le gusta la opacidad financiera, la del fallido sistema de salud que propuso, la del absurdo concepto de la mega farmacia y sobre todo, que acepte e investigue con las pruebas contundentes, la red de corrupción de sus hijos.

Creo que la tortilla se empieza a voltear poco a poco, por lo que yo auguro que para cuando AMLO nos regale su último informe, va a llorar como mártir que fue, por hacer todo cuento pudo y no cumplir todas las metas que se propuso, por los malditos neoliberales y conservadores (que de manera ilógica los reúne en la misma bolsa), y pasará algo parecido como le ocurrió a Miguel de la Madrid.