Sin agua y sin gobiernos preocupados y menos ocupados

Por: Laura Castillo García

Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México

Cada vez más se normalizan las manifestaciones de protesta por la escasez de agua potable que sufren millones de personas en el país. Según cifras oficiales, más de cerca de 5 millones de mexicanos del Valle de México, situación que tanto los gobiernos de la Ciudad y el Estado de México como de los municipales de esta entidad, justifican por la crisis hídrica del Sistema Cutzamala que, desde 1982, abastece de agua a colonias, pueblos y comunidades del Valle de México, pero que desde años anteriores ha presentado bajos niveles de agua almacenada.

El próximo 26 de junio se quedarán sin agua los habitantes de las 16 alcaldías de la Ciudad de México y 14 municipios del Estado de México, porque, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), esa fecha será el Día cero, llamado así porque el Sistema Cutzamala, que inició operaciones en 1982, se quedará sin gota de agua para distribuir.

No se trata de una película de terror o de ciencia ficción como las que nos ha recetado Mad Max, pero sólo la gente que tiene cisternas y tinacos de gran capacidad podrán almacenar líquido que les resolverá el problema por algunos días, igual que los que sólo tienen un tinaco o cubetas, pero como pronto la consumirán, ya no tendrán posibilidad de conseguirla en el mismo volumen que antes ni en el precio en que la adquirían. situación que alterará tanto a la gente que podría desembocar en conflictos sociales de gran magnitud. Probablemente no llegará el mentado Día cero, pero todos sabemos que todo puede suceder con Morena.

Para el ser humano el agua dulce es muy importante no sólo la utiliza para cocinar, lavar ropa, asear los baños y toda la casa. La importancia del agua dulce para el ser humano es que pierde entre 2 y 2.5 litros diariamente, la cual perdemos a través de la respiración, el sudor, la orina y las secreciones de todo tipo.  De ahí que en todo el mundo se le califique cono líquido vital.

            La grave situación del agua no es un problema que se haya generado este año, ni siquiera en 2023. Es un problema que se arrastra desde varias décadas atrás como lo constata el estudio sobre las relaciones hidráulicas entre el Distrito Federal y el Estado de México, intitulado “Guerra por el agua en el Valle de México”, escrito por Manuel Perló Cohen y Arsenio Ernesto González Reynoso, publicado en el 2005 por la UNAM y la fundación Friederic Ebert. Amén de otros estudios relativos al mismo tema realizados y publicados por otras instituciones investigadoras.

No obstante, los gobiernos federal y estatales, pasados y actuales, no le han dado importancia al problema y, por tanto, tampoco le han dado solución: no se han preocupado porque se le dé mantenimiento constante al sistema Cutzamala y la infraestructura hidráulica que lleva el líquido a las casas, para demostrarlo, baste conocer datos recientes del número de fugas de agua que hay en el país, que ningún organismo gubernamental se ha preocupado por reparar y, por tanto, la disminución de la cuota de agua que le toca a cada mexicano: en el año 2019, el número de fugas de agua era de 13,432, ¿qué hizo el gobierno de la esperanza para acabar con ellas para que se administrara de manera racional el agua dulce? Nada, absolutamente nada; por eso, en el año 2022 aumentaron las fugas, pues de acuerdo al conteo oficial, ese año sumaron 14,369; es decir, a las fugas que había en 2019, se registraron 937 más.

Desde ese año, los expertos han dicho que más de 15 por ciento del agua destinada a consumo urbano se pierde en fugas por el mal estado de las cañerías y una mala gestión y piden mejorar la gestión del agua en municipios pequeños, donde se llega a perder hasta el 61% del caudal. ¿Ante esto, por qué no han hecho nada los gobiernos? Simple: no les interesan los sufrimientos de los mexicanos.

Sobre la decreciente disponibilidad promedio anual para cada uno de los mexicanos, el Banco Mundial informó que en México, en el año 1960, la disponibilidad promedio anual per cápita era de 10 mil metros cúbicos; en 2012 bajó a 4 mil metros cúbicos y estima que para 2030, esa disponibilidad descienda por debajo de los 3 mil metros cúbicos por habitante al año. O sea, para decirlo coloquialmente, “los mexicanos estareos fritos” en materia de agua dulce si es que los gobiernos federal y estatales de la Ciudad de México y el Estado de México no se hacen responsables e inmediatamente ponen manos a la obra para revertir la situación.

Ahora, a punto de colapsar el sistema que durante más de 40 años ha abastecido de agua a millones de mexicanos, los gobiernos capitalino y mexiquense dicen estar preocupados y ocupados en solucionar tan grave problema, como aseguró el secretario general de Gobierno del Estado de México, Horacio Duarte –quien siempre promete, pero nunca cumple, como lo demuestra su trayectoria política por el municipio mexiquense de Texcoco–, cuando entregó al congreso mexiquense el Plan de Desarrollo del Estado de México 2023-2029.

No creo que, después de haber elegido al nuevo presidente de México, esas instancias de gobierno estén dispuestas a solucionar el problema del Cutzamala: durante seis años no han sido capaces de reparar las miles de fugas de agua que hay en el país, además de que han permitido que las embotelladoras lucren con el preciado líquido que ahora nos está faltando.

Las actuales promesas gubernamentales las realizan en vísperas de las elecciones 2024, precisamente para impactar a los ciudadanos y hacer que les den su voto el próximo 2 de junio. Lamentablemente el Día cero ocurrirá después de la eleccion presidencial, de delegados y de presidentes municipales y, como siempre ocurre, luego de la elección los gobernantes ya no estarán interesados en los problemas de la gente, al fin y al cabo, ya no necesitarán su voto y, por lo mismo, apostarán a que sea buena la temporada de lluvias y si estas no cubren las espectativas, le echarán la culpa a la naturaleza por los bajos niveles de agua en las presas que abastecen de agua al Cutzamala. O sea, entiendo que operación gubernamental no habrá.