CIRCLASSICA: SUEÑOS E ILUSIONES

Gente, gente y más gente. Colas, colas y más colas. Así podríamos resumir el macro puente que hemos vivido en Madrid la semana pasada. La cuenta atrás para las fechas navideñas está más avanzada y las ganas de disfrutar del ambiente van en aumento. 

Los villancicos ya se escuchan en todas partes, las compras ya se están haciendo y los turrones y demás dulces esperan decorar los platos en los hogares para endulzar a las personas lo que queda de año y dar la bienvenida al que viene.

Del que viene siempre se espera que sea mejor que el anterior, pero hasta que nos tomemos las uvas toca rematar este presente y si es posible sacar ese niño que todos tenemos dentro para buscar la ilusión que los deseos navideños nos producen. Es cierto que en el interior algunos tienen al famoso Grinch y es respetable porque estas fechas producen sentimientos encontrados. Pasar página del pasado no siempre es fácil. Quizás sea más sencillo, en esos casos, pasar esa página al ocho de enero. Si el tiempo dependiera de nosotros mismos habría muchas más posibilidades, pero lo único que tenemos es el poder de saber de qué manera queremos afrontar este presente tan nostálgico a la vez que mágico.

Y hablando de magia, ésta es especial en Circlassica. Era una niña la última vez que fui a un circo y aunque han cambiado algunas cosas la esencia sigue siendo la misma. Siempre se dice que el circo es una gran familia y es evidente que lo es, no solo por lo que se ve sino por lo que transmite. Con la boca abierta dejaron a grandes y pequeños Anastaiia Vashchenko, Fly Gonzalez, Super Silva, The Erosrider, Icarios, Skating Flash, Ives &Ambra y Johnny Rico. Soñar y creer en los sueños es el mejor guión que puede tener Circlassica. Lo imposible es posible con constancia, trabajo e ilusión. Sin duda, es fundamental creer en uno mismo y está claro que los límites nos los ponemos nosotros. El autoestima hay que cuidarlo y mimarlo porque lo que nos susurramos a nuestro propio oído tiene mas poder y fuerza que lo que nos puedan decir los otros. La mente puede ser nuestra gran aliada, pero también nuestra peor enemiga si la ponemos en nuestra contra.

No se trata de dudar de nosotros, se trata de creer y sobre todo, de crecer como personas a través de las experiencias y los sentimientos. Unos sentimientos que nos enseñan nuestras fortalezas y debilidades, pero en el fondo son la esencia de lo que nos dicta el corazón. Y es, precisamente, el corazón en Circlassica el que decide acelerarse ante lo imposible. El ver para creer nunca tuvo más sentido, aunque también ese corazón es el que palpita como el de un niño y aplaude ante los logros conseguidos. Ese palpitar es el que calma el alma, el que te hace olvidar la realidad que hay fuera de la carpa, el que te aleja de los problemas para adentrarte durante dos horas en otro mundo. Un mundo de infancia y adultez que se entremezcla con la música, el espectáculo y, por supuesto, las sonrisas. Si las sonrisas son pura fuerza vital, quizás el público de Circlassica y sus sonrisas sean el mejor motor para que el show marque un antes y un después en la mente de todos. Las sonrisas dan vida y de allí sales con la ilusión por bandera. Momentos así son los que hace que la vida se llene de recuerdos a los que recurrir cuando ésta muestre su lado menos amable.

A Circlassica hay que ir y dejarse llevar por la emoción y pensar que los límites los pones tú. ¿Nos arriesgamos por nuestros sueños?