Salud mental para todos…

Sin salud mental, no hay salud, así de simple y así de claro. Históricamente, ha existido un estigma asociado a los problemas de salud mental, lo que ha llevado a que muchas personas no busquen ayuda por miedo al qué dirán o la discriminación. Al hablar abiertamente sobre la salud mental, podemos derribar este estigma promoviendo la comprensión y la empatía hacia aquellos que experimentan dificultades mentales. Lo cual contribuye a crear un entorno más inclusivo y solidario para quienes necesitan apoyo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), define la salud mental como un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. La salud mental es, además, un derecho humano fundamental y un elemento esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico de un país.

Para el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la salud mental es el estado de equilibrio que debe existir entre las personas y el entorno socio-cultural que los rodea, incluye el bienestar emocional, psíquico y social e influye en cómo piensa, siente, actúa y reacciona una persona ante momentos de estrés. Por lo anterior, considera que la salud mental es la base para el bienestar y funcionamiento efectivo de una persona y su comunidad.

Dicho lo anterior, la salud mental debe ser vista más allá de la mera ausencia de trastornos mentales, se relaciona con vivir bien y tener una “buena vida”, lo cual es difícil de estimar, pero tiene que ver con el control que cada persona tiene de sus acciones y decisiones, con tener relaciones saludables, independencia, libertad y crecimiento personal.

De manera particular, la salud mental comprende trastornos mentales y discapacidades psicosociales, así como otros estados mentales donde se experimenta un alto grado de angustia, discapacidad funcional o riesgo de conducta autolesiva.

De manera errónea, se ha asociado el trastorno mental y/o psicológico a una debilidad de la personalidad y hasta falta de carácter, de lo anterior deriva cierta vergüenza al pensar que dirán los demás, sin embargo, los especialistas en el tema señalan que en realidad, no es así, en algunos casos hay factores genéticos que predisponen a un trastorno psicológico, aunque no son determinantes. Por otro lado, a lo largo de la vida, múltiples razones; individuales, sociales y estructurales se combinan para proteger o dañar nuestra salud mental y cambiar nuestra situación de salud.

La exposición constante a relaciones familiares, sentimentales y laborales poco sanas o también conocidos como tóxicas, así como circunstancias sociales y económicas desfavorables como la pobreza, la violencia y la desigualdad, también aumentan el riesgo de sufrir algún padecimiento de salud mental.

Los riesgos se encuentran presentes en todas las etapas de la vida, pero, se debe poner particular atención en la primera infancia, ya que se sabe que la crianza severa, la ausencia de los padres, el desinterés en lo que sienten sus hijos, una falta de comunicación, y los castigos físicos, perjudican la salud de las infancias y son factores de riesgo para desarrollar algún problema de salud mental.

Es importante destacar que cuando se habla del tema, normalmente se piensa en el individuo y no en la sociedad, sin embargo, hay que trascender a esta falsa creencia, pues la salud que tiene un sujeto se relaciona con lo individual pero también con lo colectivo.

En México, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) (septiembre, 2023) las muertes por suicidio han aumentado. En 2017, la tasa de suicidio fue de 5.3% por cada 100 mil habitantes, es decir, alrededor de 6 mil 494 suicidios; para 2022, hubo un incremento, situando la cifra en 6.3%, lo que corresponde a un estimado de 8 mil 123 suicidios. Esto, equivale a mil 629 suicidios más en 2022 con respecto a los ocurridos en 2017.

Los datos anteriores presentados por sexo, se traducen en que ocho de cada 10 fallecimientos por suicidios (81.3 %) ocurren en hombres y dos de cada 10, en mujeres (18.7 %). El año más crítico fue 2021 —el segundo año de la pandemia por la COVID-19—, pues presentó la tasa más alta de suicidios, esto, por cada 100 mil habitantes con base en el comunicado 542/23 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, sobre el día mundial para la prevención del suicidio.

En este orden de ideas, se puede argumentar que el suicidio es uno de los desenlaces fatales en los que pueden desembocar los problemas de salud mental. La persona que tiene ideas suicidas, normalmente está transitando una situación de ambivalencia en su vida, es decir, desearía morir si su vida continúa de la misma manera, pero desearía vivir si se produjeran cambios significativos en ella.

La salud mental influye en la salud en general. Cuando la salud mental es deficiente, el sistema nervioso se altera, lo cual puede causar problemas cardiovasculares y respiratorios, enfermedades relacionadas con el aparato digestivo, estrés, ansiedad, entre otros.

A medida que exista mayor información y menos prejuicios, que se hable con más naturalidad de estos temas, que se reconozca a la salud mental a nivel mundial como un tema de interés público y para el cual es necesario establecer políticas públicas que atiendan a los diferentes sectores de la sociedad, se avanzará en la materia. La visita al psicólogo se debe normalizar y no debe ser el privilegio de unos cuantos, hablar de una cita con un psiquiatra, no debe ser motivo de sobresalto, como tampoco lo es una cita con un traumatólogo, un cardiólogo o un oftalmólogo.

Las exigencias y dinámicas sociales, laborales y familiares, cada vez demandan más de lo que las personas pueden ofrecer, los discursos de una felicidad centrada en lo material y un éxito basado en el poder adquisitivo, también han favorecido que se detonen padecimientos como estrés y ansiedad, los cuales van escalando e impactan en una menor calidad de vida de las personas. Por su parte, las expectativas sociales —difundidas en los medios de comunicación y redes sociales—, se han vuelto infinitas e inalcanzables, lo que produce sentimientos de fracaso y de frustración que impacta de manera directa en la salud mental del individuo.

El psiquiatra Juan Manuel Quijada Gaitán, director general de los Servicios de Atención Psiquiátrica y Coordinador de la reestructura en salud mental y adicciones de la Secretaría de Salud, señaló en entrevista realizada por grupo MILENIO (enero, 2023) que, con la pandemia, se registró un incremento de entre un 10 y 15 por ciento en la prevalencia de trastornos mentales como la depresión y la ansiedad, aumento que afecta principalmente a jóvenes de 15 a 29 años, edades en la que se encuentran los pacientes que más solicitan servicios de salud mental.

Este 10 de octubre, día Mundial de la Salud Mental, fue señalado por la OMS como una oportunidad para que las personas y las comunidades se unan en torno al lema “La salud mental es un derecho humano universal”, a fin de mejorar los conocimientos, sensibilizar e impulsar medidas que promuevan y protejan la salud mental de todos.

El bienestar mental de la población, equivale al bienestar social, lo cual solo puede concretarse si todos llevamos una vida satisfactoria, logramos desarrollar nuestro máximo potencial, participamos de forma constructiva en los diferentes entornos donde nos desenvolvemos, y tenemos la capacidad de superar las adversidades cotidianas. Sin miedo, sin pena y con mucha empatía, hablemos de salud mental.