SIN TON NI SON

¿Por qué la gente tiene hijos? ¿Es una manera de alimentar nuestro ego? ¿La naturaleza nos incita a perpetuar la especie? ¿Por qué, pues? Al detenerme en un alto había al menos doce personas limpiando vidrios, haciendo piruetas, vendiendo chicles. Más de la mitad de los seres humanos viven en condición de pobreza extrema, de ahí me surgió la pregunta con la que inicio esta entrega.

El sentido de la vida es un tema filosófico que ha sido debatido durante siglos. A lo largo de la historia, diferentes filósofos, religiones y culturas han ofrecido diversas respuestas a esta pregunta fundamental. Sin embargo, no existe una única respuesta definitiva, ya que el sentido de la vida puede ser interpretado de diferentes maneras por cada individuo.

Para algunos, el sentido de la vida puede estar relacionado con la búsqueda de la felicidad y el bienestar personal. Albert Camus decía que juzgar si la vida vale o no la pena vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía: ¿qué sentido tiene nuestra existencia?

Otras personas creen que la vida adquiere significado a través de la realización de metas y la búsqueda de la satisfacción en diferentes aspectos, como el amor, la carrera profesional o el crecimiento personal. Para ellos, el sentido de la vida radica en encontrar un propósito y vivir de acuerdo con sus valores y pasiones.

Por otro lado, hay quienes encuentran el sentido de la vida en la trascendencia y la conexión con algo más grande que ellos mismos. Para estas personas, la espiritualidad y la religión desempeñan un papel fundamental en su búsqueda de significado. Creen que el propósito de la vida va más allá de la existencia terrenal y se encuentra en la relación con lo divino o en la contribución al bienestar de la humanidad.

Además, algunos filósofos han planteado que el sentido de la vida puede ser construido por cada individuo a través de la creación de significado y la búsqueda de la excelencia. Según esta perspectiva, el sentido de la vida no es algo dado, sino que debe ser descubierto y construido a lo largo del tiempo. Cada persona tiene la capacidad de darle sentido a su propia vida a través de la elección de sus acciones y la búsqueda de la autenticidad.

Sin embargo, son muchos los que al intentar dar respuesta a esta pregunta experimentan un profundo vacío existencial. ¿Qué es para mí el sentido de la vida si lo único que hago es trabajar, si todos mis días son iguales y si en realidad no le encuentro sentido a nada de lo que me rodea? Ante esta situación tan común, el célebre neurólogo, psiquiatra y fundador de la logoterapia, Viktor Frankl, solía dar una respuesta bastante acertada que debe invitarnos a una adecuada reflexión: El ser humano no tiene la obligación de definir el sentido de la vida en términos universales. Cada uno de nosotros lo haremos a nuestra manera, partiendo de nosotros mismos, desde nuestro potencial y experiencias, descubriéndonos en nuestro día a día. Es más, el sentido de la vida no solo difiere de una persona y otra, sino que nosotros mismos tendremos un propósito vital en cada etapa de nuestra existencia.

Pero se busca el sentido cuando uno ya está vivo, pero para qué traer más seres a vivir en este mundo, donde la vida que les espera es muy incierta.

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