213º. ANIVERSARIO DEL INICIO DE LA INDEPENDENCIA DE MEXICO
Sacerdote Daniel Valdez García
“Soy siervo de la nación porque
esta asume la más grande legitima
e inviolable de las soberanías”
José María Morelos y Pavón
INTRODUCCION
Gracias por tomarse la molestia de leer este artículo; ojalá les resulte interesante, les sirva y les ayude en sus convicciones en su toma de decisiones.
La Independencia de México inició el 16 de septiembre a la madrugada del 1810; y tras 11 años de lucha, persecuciones y guerras, se consumó con la entrada triunfal de ejército Trigarante el 27 de septiembre de 1821.
Todo eso tuvo antecedentes, concomitantes y consecuentes, que no agoto en este artículo.
1. ERRORES Y ENREDOS EN LA INDEPENCIA DE MEXICO
Todos los personajes de la historia se han visto involucrados en errores y enredos por sí mismos o por fallas en la percepción. Cada historiador interpreta desde sus propios prejuicios. No existe la historia perfecta, sino la interpretación de los vencedores, aunque hay excepciones que han enfrentado su fracaso.
El movimiento independentistas tuvo a hombres y mujeres que abonaron con su temple a la consumación del proceso. Lo más complejo fue la relación entre la religión católica, el cambio político de la Independencia y la conformación de las identidades colectivas.
Comencemos por decir que la llamada “Nueva España”, con el virreinato era una sociedad católica, así que todo intento de liberal se percibía como amenaza a la fe católica pues “estaba casado trono y altar”. Entre las variadas cosas se constata la presencia importante de sacerdotes en el movimiento de independencia, motivados por razones éticas y las inconformidades del clero en contra de las leyes borbónicas que afectaban los intereses económicos de la Iglesia. Y con la invasión de Francia y el sometimiento del rey de España, las cosas se pondrían peor. Aunque es de otro tema, hay que decir que con la guerra de Reforma, México sacudió su herencia católica hasta laicizarse e incluso secularizarse, pero sin desprenderse del todo de sus raíces católicas. México fue uno de los primeros países laicos en el continente americano. La laicidad del Estado es un signo de la caridad porque la religión es un derecho humano, no se debe imponer ninguna, y como dice el Papa Francisco: “El cristianismo no es proselitismo”.
1.1. ANTECEDENTES
En la Europa del siglo XIV las fantasías bíblicas y medievales se difundieron más con los relatos de Marco Polo, lo cual creció más con el manuscrito “El libro de las maravillas” y los relatos de Fernando de Magallanes, y fueron tomados como Irrefutables. Mucho de esto influyó en el Genovés excéntrico Cristóbal Colón que buscaba llegar a las Indias en forma recta, y se dedicó a buscar patrocinio navegando más por los palacios que por lo mares. Tras muchas luchas, logra convencer a Isabel la católica, que llegaría a ser la reina más poderosa de Europa, y prometió a los reyes ganar más almas para Cristo (Capitulaciones de Santa Fe). Será el entusiasmo del rico comerciante andaluz, Martín Alonso Pinzón quien consiguió naves y tripulación, dos carabelas la “Pinta y la Niña” (su dueño era Pedro Niño, de ahí el nombre), Colón buscó otra de mayor tamaño, y le cambio el nombre de María galante a “Santa María”.
Colón no supo que no llegó a la India o simplemente se lo reservó porque según lo firmado sería altamente beneficiado, de lo contrario sería penalizado. Se preveía que el primero que avistara tierra recibiría la décima parte de lo obtenido; en su mezquindad Colón quitó esa posibilidad al vigía triano Juan Rodríguez Bermejo, despechado este marinero se pasó a Marruecos y renegó de la fe.
En sus viajes de ida y vuelta, así como lo hizo Hernán Cortés, llevaron ante los reyes todo tipo de especies y naturales, el consenso era común, se trataba de seres humanos nuevos, no conocidos, y serán Piero Soderini y Francesci de Medici quienes lo llamen Nuevo Mundo.
1.2. CONCOMINTANTES
México no se entiende sin el sincretismo que llamamos mestizaje. Dicha mestización tuvo su inicio en la península de Yucatán, cuando Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar se integraron a una comunidad maya después de naufragar en aguas del Caribe. El testimonio de Bernal Díaz del Castillo sobre la adaptación del primero a la sociedad indígena y su estrecho vínculo con sus hijos es un ejemplo destacado de esta temprana combinación biológica. Posteriormente, una vez consumada la conquista, el hijo fruto de la unión entre Cortés y doña Marina (Malintzin) se convirtió en otro ejemplo sobradamente conocido de esta mezcla racial que adquiriría dimensiones significativas con el transcurso del tiempo. Cabe señalar que hacia el final del periodo del virreinato, la composición de la población de la Nueva España, que alcanzaba los 6 millones de habitantes, seguía siendo mayoritariamente indígena, con solo alrededor del 40 por ciento correspondiente a la población criolla y mestiza. No obstante, son las guerras de Independencia y de Reforma, el auge de la industrialización durante el Porfiriato, el crecimiento de la migración del campo a la ciudad y la formación de metrópolis cosmopolitas fueron los acontecimientos que marcaron y condicionaron profundamente las mezclas y dieron como resultado los diversos perfiles de los habitantes del país.
México es, indudablemente, una amalgama innegable de mestizaje genético, cultural y religioso; negarlo equivale a renunciar a nuestras raíces.
A nuestra amada patria mexicana, llegaron en el año 1524 doce Misioneros Franciscanos provenientes de la ilustre Provincia Española de San Gabriel. Estos valientes hombres fueron los primeros encomendados con la noble tarea de difundir el evangelio entre los habitantes de la entonces llamada Nueva España. A la cabeza de esta misión arribó fray Martín de Valencia, quien seleccionó cuidadosamente al resto de sus compañeros. Al enterarse de tan trascendental llegada, Cortés salió a recibirlos en compañía de numerosos indígenas y distinguidos caciques, entre ellos Cuauhtémoc, el último Huey Tlatoani azteca.
Con humilde vestimenta y en noble actitud, los misioneros dejaron una gran impresión en los corazones de los indígenas, no solo por su coherente forma de vida, alejada de la arrogancia de los peninsulares, sino también por el respetuoso trato que dispensaban a todos aquellos que encontraban en su camino. Los habitantes nativos, en repetidas ocasiones, coreaban las palabras “Motilinía”. Ante la curiosidad de fray Toribio de Benavente, quien quería saber su significado, le informaron que se traducía como “el pobre”. Desde aquel día, el benevolente fraile fue conocido con el nombre de Motolinía y su sabiduría se puso al servicio de nuestros ancestros.
Los valiosos dones que estos misioneros trajeron consigo no estaban envueltos en la grandeza y la majestuosidad, sino más bien en la humildad y el afecto con el que trataban a todos los que se les acercaban.
1.3. CONSECUENCIAS
Fray Bartolomé de las Casas, obispo de Chiapas, quien, siguiendo los pasos de Fray Anton de Montesinos, defendió en la isla de Santo Domingo los derechos de los indígenas, en línea con el testamento de la Reina Isabel de Castilla. Francisco de Vittoria, desde la Universidad de Salamanca, contribuyó a la causa de los derechos de los indígenas de manera internacional. El jesuita Francisco Javier Clavijero fue un precursor del indigenismo en México, al oponerse al argumento del holandés Cornelio de Faus, quien afirmaba que los indígenas eran inferiores a los europeos. El cura Miguel Hidalgo y Costilla, un hombre ávido lector que tuvo conocimiento de la obra de Vasco de Quiroga, que se autodenominaba “Motilinia”. Hay muchos más, pero por ahora solo deseo señalar que los frailes, sacerdotes y humanistas.
Con una gran salto y a groso modo digo que es de notar cómo oscila el discurso institucionalizado del alto clero y del Santo Oficio, entre las crisis y tentativas de recomposiciones, combinando elementos tradicionales y contemporáneos. Los grandes contrates estaban en el ámbito rural y los desafíos enfrentados por lo curas que habían dejado el espíritu misionero en el siglo XVIII, incuso había religiosos que ejecutaban tareas propiamente parroquiales.
Será, que eclesiásticamente, con el movimiento de independencia que dé inicio la ruptura política, las mutaciones de la piedad y de las prácticas espirituales que tuvieron fondo y forma durante el virreinato.
2. LA IGLESIA DURANTE LA CRISIS DE INDEPENDENCIA
Ni la Iglesia en México ni la patria mexicana se entienden sin la religión católica traga por los peninsulares acotando la voluntad de los reyes católicos.
No encanta tener como epicentro del movimiento independendista al cura Hidalgo y el estandarte de la Virgen de Guadalupe, lo cual es sólo emblemático. El capitán independentista Juan Aldama, testigo del “Grito de Dolores”, refiere las palabras que Hidalgo dijo esa madrugada: “Hijos, ayúdenme a defender la patria. ¡Se acabó la opresión, se acabaron los tributos! El que me siga a caballo tendrá 1 peso. Y el que me siga a pie, 4 reales”. El detalle es que después dio otros discursos, y de ahí las diversas versiones. Y fue a pocas horas del Grito, que al pasar por el santuario de Atotonilco, el Padre de la Patria entra a la sacristía y toma el estandarte de la Virgen de Guadalupe.
2.1. EPISCOPADO Y CLERO
Con la llegada de los penisulares llegaron nuevas enfermedades y no se contaba con los tratamientos, entre las terribles pandemias estuvo el Matlazáhuatl en la segunda mitad del siglo XVIII, y al igual que los primeros contagiados de viruela y otras enfermedades hacia la primera mitad del siglo XVI solo contaron con la caridad de los misioneros y los experimentos de la herbolaria; así la población fijo su confianza en lo religioso. El 30 de enero de 1737 la Virgen de Guadalupe fue jurada como patrona de la capital del virreinato, ratificada por la Santa Sede en 1754, patrona de la Nueva España.
El 9 de febrero de 1725 el Papa Benedicto XIII mediante bula autorizó la Colegiata en el Santuario de la Virgen de Guadalupe, por disputas de diversos motivos el el obispo de Michoacán y el arzobispo de México se vieron en conflictos, y se hizo durante el gobierno del I Conde de Revilla Gigedo (1749). Eso es interesante porque manifiesta las disputas entre civiles y eclesiásticos. Durante el virreinato los obispos, virreyes y criollos del Ayuntamiento de México fueron del bando realista defendiendo los derechos de rey. Las pugnas entre el clero regular y secular eran frecuentes, sobre todo por la orden se subordinar a los religiosos a las diócesis. Así varios religiosos se hicieron independentistas.
Con un ambiente innovador, hacia 1799 que permitió el pensamiento liberal que favoreció los avances científicos y las fundaciones de caridad, crecieron los criollos, consagrados involucrándose en conjuras y conspiraciones.
El episcopado mantuvo su lealtad a la corona española hasta el movimiento de Agustín de Iturbide. Todos los obispos condenaron la insurgencia. Serán los cabildos catedralicios y los curas quienes tomen las armas. En el enfrentamiento teológico entre obispos y curas había diferencias de interpretación de las fuentes teológicas con sesgos realistas o liberacionistas para justificar la “guerra justa y santa”. Y fue Manuel Abad y Queipo, que era amigo del cura Hidalgo, quien lo excomulgó (texto Guadalupe Codinah). El 21 de septiembre de 1810, Hidalgo dijo: “Ser independientes de España y gobernados por nosotros”. A esto siguieron cartas pastorales de obispos que censuraron a los curas Hidalgo y Morelos. El 27 de septiembre el Virrey Francisco Javier Venegas puso precio a cabezas de Hidalgo, Allende y Aldama, y la milicia contra ellos es dirigida por Félix María Zuloaga.
El 13 de octubre del mismo año, el Tribunal de la Inquisición citó a Miguel Hidalgo. Al edicto se sumaron obispos excomulgando a Hidalgo y a todos los insurgentes, llamando a Hidalgo “seductor del diablo” y promotor de la anarquía. En un Manifiesto, defendió sus derechos, los de los ciudadanos y negó las acusaciones del Tribual sobre la fe y seguir a Lutero. Hidalgo arrestó en sus correrías a curas y religiosos adversos al movimiento. Estas fueron la acusaciones para perseguir a los insurgentes: Sacrílegos, herejes y perjuros y quedaban condenados a morir fuera de la Iglesia, y finalmente estimular al asesinato como un acto de fe, perpetuado a favor del reinado de Jesucristo.
2.2. EL LAICADO EN LA INDEPENDECIA
No hay mucho qué decir. Los aristócratas estaban con los obispos y el rey, en cambio el resto de la población laica estaba ansiosa de independencia de España, aquí es donde los laicos ilustrados, educados y formados lucharon por la libertad y el desarrollo de la Nueva España con su propio gobierno.
El laicado aristócrata y los obispos, tras Agustín de Iturbide se sumaron a la causa de la Independencia, pero eso es tema de otro día, ¿Qué hizo que obispos y aristocracia se adhirieran a la proclama de la Independencia de México?
Termino con lo que anoche nos dijo un amigo cuando les compartí esto: “la historia es cíclica, los religiosos deben renunciar a cotos políticos y abonar a cuestiones que contribuyen a la paz, al bienestar, al progreso, a la santidad personal y eclesial”.
Que la Virgen Santísima de Guadalupe nos ayude seguir construyendo la patria que ella nos a dado inmerecidamente.
¡Felices fiestas patrias!
¡Viva la Independencia!
¡Viva la Virgen de Guadalupe!