Hablemos de bullying

Agresor, víctima y espectadores, así se conforma el fenómeno grupal del bullying, esta conducta intencional que implica maltrato de uno o varios escolares donde existe un abuso reiterado físico y emocional que se mantiene en el tiempo, donde visiblemente existe un desequilibrio de poder entre quien agrede y es agredido —la víctima— quien sufre burlas, insultos, empujones, golpizas, exclusión y humillaciones que pueden marcar su vida y su destino.

En 2019, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), reveló que México ocupaba el primer lugar de bullying escolar en educación básica a nivel internacional, donde 7 de cada 10 niños sufrían algún tipo de acoso. Por su parte, el Estudio Oficial de la ONG Internacional “Bullying Sin Fronteras” para América, Europa, Asia, Oceanía y África, realizado entre enero 2021 y febrero de 2022, refieren que los casos de bullying en todo el planeta continúan en aumento, pues 6 de cada 10 niños sufren todos los días algún tipo de acoso y ciberacoso, respecto a este último, quiere decir que las agresiones han traspasado el espacio físico para estar presentes en el mundo virtual, lo que implica que a cualquier hora se pueda ser víctima de este.

El acoso escolar puede generar problemas emocionales que acompañan a las víctimas hasta la edad adulta, pero no es lo peor, pues cobra la vida de más de 200 mil niños y jóvenes en todo el mundo (Bullying Sin Fronteras, 2022), la pregunta es ¿Qué se está haciendo? Pues el bullying se ha incrementado y hoy sabemos que puede ser mortal.

Intentar indagar en los perfiles de aquellos que agreden y que son agredidos es complejo y requiere de análisis multifactoriales y detallados, sin embargo, no se puede negar que la familia influye de forma directa en el surgimiento de conductas violentas, pues aquellos que son agresores generalmente han sido víctimas de algún tipo de maltrato o bien, provienen de relaciones afectivas endebles. Para las víctimas, el ambiente familiar puede ser sobreprotector, sin embargo, tampoco se pueden descartar relaciones poco afables o hasta violentas.

El tema es parte de un desajuste social y socioeducativo donde las peleas, los conflictos y maltratos al interior de los centros escolares se han pensado como parte de la socialización de los niños. Ante la magnitud del problema es necesario contar con diferentes esquemas de intervención que inicien desde los modelos curriculares que promuevan actitudes anti-acoso y enseñen a la niñez y adolescentes a desarrollar habilidades para la resolución de conflictos.

La intervención que se requiere es de carácter integral y multidisciplinario con el propósito de tratar el fenómeno del bullying como un problema sistémico que se está gestando en ámbitos familiares y escolares, por lo cual, la alternativa de solución debe incluir a profesores, autoridades educativas, familiares y psicólogos. Las experiencias vividas en los primeros años son determinantes para la vida de los futuros adultos por lo cual, no deben minimizarse las “peleas de niños”, y si bien la violencia no habla, se vive y tanto niños como adolescentes la expresan con desinterés, apatía o actitudes de aislamiento que pueden ser detectadas a tiempo para evitar una tragedia.

El papel de las instituciones educativas es crucial por lo cual es indispensable conocer si realmente cuentan con protocolos de actuación para atender el tema del bullying. En el caso de los agresores, más allá de ser catalogados como alumnos problema, se debe contar con vías alternas que permitan su tratamiento y atención.

Los saldos del bullying son muchos, las secuelas son graves y la falta de atención al problema es evidente. Ante la crisis y la efervescencia del tema se pretende hacer de la noche a la mañana lo que no se ha realizado por décadas, pero esa no es la solución, pues no se trata de salir “bien librados” momentáneamente, sino de intentar detener esta problemática con acciones bien razonadas, pues no habrá manera de mejorar la educación con entornos que no son propicios para aprender y que generan en los estudiantes miedo, estrés y ansiedad.

El bullying es un problema real como lo son los daños que puede causar. La mayor parte del acoso ocurre en la escuela, espacios que está más que documentado que no son inclusivos y seguros en una gran mayoría. Las víctimas de acoso escolar obtienen malos resultados educativos y tienen más probabilidades de abandonar la escuela. En cuanto a la familia, es necesario mejorar las prácticas de crianza, fomentar la autonomía y mejorar la comunicación, pues solo así se puede poner fin a esa cultura del silencio.

Asimismo, es imprescindible pasar tiempo suficiente con niños y adolescentes para conocer cómo son y cuáles son sus comportamientos, pues esta información es clave para detectar posibles casos de acoso. Es inadmisible pensar que hay quienes sufren de tortura diaria, semanal o cada dos o tres días, el maltrato en espacios escolares, aunque sea común, no es aceptable. No podemos ser indiferentes ante una problemática que afecta a miles de niños y jóvenes alrededor del mundo, por ello, hablemos de bullying.