Bueno, y el tren… ¿dónde quedó?

Sin duda la eficiencia es tanto para bien como para mal. En antiguos regímenes se decía que robaban mucho, siempre con la eficacia de tener el más dinero posible en cada una de las obras que se construían, de todas se podría expresar las mínimas dudas o las enormes seguridades de un acto de corrupción. Sin excepción, se observaba que el gobierno gastaba y al mismo tiempo se enriquecían algunos.
Pues es una lástima que no se tenga esa misma característica de ser eficientes en el trabajo, ahora en esta cuarta transformación. En Toluca pues ni hace falta más que decir, Juan Rodolfo y sus enormes deudas que heredará a la siguiente administración. Pero a nivel federal se observa la poca obra pública que hay.
En los tiempos tildados de corruptos, a mitad del sexenio ya se tenían más del a mitad de los compromisos firmados, más de la mitad de las obras terminadas y se tenía un absoluto dominio del gasto. Hoy en lugar de eso, nos vemos frente a un gobierno que no termina ni las obras que ya se habían empezado, es decir, olvídense de aeropuertos, refinerías o trenes maya, la obra que se prometió que conectaría uno de los municipios más pobres del país con la capital, (Zinacantepec con CDMX) no se ha podido terminar en tres años que se han tenido de gobierno federal.
Del lado del Estado de México está terminado, incluso ya se tuvieron pruebas de trenes que viajaron de Zinacantepec a Lerma, pero a pesar de que se complicó mucho la obra en temas de corrupción (y que de hecho no se veía avance a la altura de la caseta de la autopista México Toluca), concluyeron ese tramo y nos ha podido continuar.
Cuando empecé un posgrado en Cuajimalpa decía con anhelo lo poco que iba a utilizar el automóvil y lo mucho que me iba a ahorrar en tiempo para acudir a clases desde la terminal de Toluca; para ese entonces todavía faltaban unos meses para que empezara mi curso y ya construcción ya contaba con algunas columnas levantadas. Hace dos años terminé le posgrado y el tren sigue sin ser una realidad.
A mitad del sexenio tenemos un gobierno que lanza un libro como estrategia de marketing y no se ve obra pública por algún lado. No hay inversión y sí se ve la corrupción, se nota el nepotismo y la desigualdad sigue siendo la mónita gubernamental.
Medio año y la revocación prometida se ve difícil de implementar, pero sobre todo, medio año y no existe la autocrítica, cualidad indispensable para el crecimiento.