La Ineficiencia de los Programas Sociales

En los últimos años, el crecimiento de los programas sociales se ha dado de manera desmedida, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) tan solo en 2018, se detectaron más de 6 mil programas sociales entre federales, estatales y municipales, donde la constante ha sido la duplicidad y la similitud entre unos y otros que al final del día, no han logrado ser parte de un cambio que logre transformar las condiciones de vida de las personas.
La historia de México en materia de Política Social, se ha visto limitada a un enfoque de programas sociales emblemáticos como; solidaridad, progresa, oportunidades y hasta hace poco, prospera. El cambio mayor parece ser en el nombre y no en los resultados sin embargo, se debe tener claro que la política social es algo más que programas sociales y debe ser entendida como un conjunto de técnicas y decisiones de gestión que el Estado debe implementar para garantizar plenamente el cumplimiento de los derechos humanos plasmados en nuestra constitución.
No se puede negar que la existencia de programas sociales ha logrado reducir algunas carencias en materia de salud, educación, alimentación y vivienda no obstante, no han conseguido generar las condiciones de autosuficiencia que permitan pensar que ante el retiro de estos programas, las personas puedan ser autosuficientes.
En este contexto, nuestra precaria democracia ha tenido un efecto distorsionador en la política social con el clientelismo y uso electoral de los programas sociales, donde se multiplico la oferta de los mismos sin objetivos claros, convirtiéndose en instrumentos para construir relaciones clientelares entre políticos, partidos y ciudadanos, dando paso a “políticas sociales rentables electoralmente”, que no es lo mismo que “políticas sociales que sean eficaces y resuelvan problemas”.
Uno de los grandes obstáculos a los que se ha enfrentado la política social tiene que ver con una obsesiva búsqueda de mejoramiento de indicadores, donde el fin último parece ser el de mejorar las cifras, hasta el punto de cambiar la manera de medir las problemáticas o deficiencias, donde los beneficiaros se han convertido en un número de folio y parte de una estadista , lo que llevo a perder de vista lo realmente importante, que la gente pueda aspirar a mejores condiciones que las que tuvieron sus padres o hasta sus abuelos.
Urge una mayor y mejor inversión, un cambio estructural en la asignación de programas sociales con menos reglas de operación y trámites burocráticos, donde la transferencia de recursos se traduzca en un cambio generalizado para la población. El ideal de una verdadera política social, es contar con un conjunto de acciones que se dirijan a resolver un reto más complejo; el desarrollo social a mediano y largo plazo.
Asimismo, es necesario trabajar de manera coordinada, ya que las instituciones trabajan de forma aislada y cada una busca cumplir sus propios objetivos o sus propias metas. No más políticas sociales convertidas en una dadiva o decisión de un presidente municipal, la política social es un derecho que tenemos por vivir en este país, un derecho ciudadano que permita pensar en un bienestar colectivo y no solo tapar baches y pequeñas carencias.
La apuesta del gobierno federal en materia de programas sociales es mayúscula, la creación de unos y la eliminación de otros ha sido bastante cuestionable, por lo cual en un ánimo optimista y pensando que le vaya mejor a México, esperemos que al pasar del tiempo este cambio rinda frutos y no recordemos esto, como parte de una mal llamada o mal lograda, cuarta transformación.