SIN TON NI SON

Este 2020 se cumplirán 250 años del natalicio de uno de los más insignes hombres que ha dado la humanidad: Ludwig van Beethoven.
La obra de Beethoven es la traducción al idioma de la música de una naturaleza compleja: el carácter de Beethoven fue extremadamente complicado, donde se aprecia la luz y la sombra de una gran personalidad. Si consideramos que los seres humanos problemáticos de nuestros días, se sienten conmovidos por sus notas con mayor fuerza que por las de ningún otro músico, Beethoven ha tenido que ser él mismo una naturaleza problemática. Si lo reconocemos así, habremos acercado a nosotros su obra, haciéndola humana y comprensible. Crear tales obras maestras con tan grandes pasiones, deseos y debilidades es mucho más asombroso que el regalo que dieron los dioses a otros músicos, como Mozart y Schubert.
Beethoven fue un hombre de voluntad al que empujaban sueños gigantescos de poder y gloria, de brillo y felicidad tales, que su ambición desmedida no podía realizarse en este mundo y sí, sólo, reflejarse en la música.
El carácter de Beethoven estaba dominado por la obstinación y el sentimiento de sí mismo, asombrándose de que los hombres no le sacrificaran a él, al genio, todos sus intereses, y debido a eso se refugió toda su vida en su arte, para celebrar allí su verdadero triunfo.
Beethoven era una naturaleza de conquistador, y no pudiendo dominar, como su contemporáneo Napoleón sobre la geografía de la tierra, sometió en el espíritu a un mundo más grande, al hombre de su época y a todos los que les sucedemos.
Se ha descrito a Beethoven como un hombre siempre solo, siempre desconocido, haciendo de él un hombre trágico por excelencia, pero al revisar su música que se compone de poco más o menos doscientas obras, son solo tres o cuatro las que terminan trágicamente, todas las demás tienden hacia la victoria: poco antes de su muerte, su último cuarteto es conducido hacia una meta fogosa.
El gran movimiento de la sinfonía de su vida, en que dio a esos sentimientos nostálgicos una expresión de tal profundidad como ningún músico antes o después de él, no se encuentra en ninguna partitura de todos aquellos dramas que él llamó sonatas, cuartetos o sinfonías. Siempre aparece encerrado entre una primera frase que pregunta o exige y una última frase victoriosa. De continuo se esfuerza Beethoven en busca de la luz y la alegría, y en cada una de sus obras supera la tragedia. Toda su obra representa lucha, poderío y victoria. Lo que tuvo que sufrir nacía de su carácter. También en la lucha con el mundo fue más rey que mártir.
Comentarios: [email protected] Twitter: @_copitoo