¡Alerta!

El tema de las mujeres, está de moda, se habla mucho del sexo femenino por parte del gobierno, instituciones públicas, sector privado y medios de comunicación ¿Por qué? Por los altos niveles de violencia que se ejerce contra este sector de la población que desde hace décadas mantiene el mismo reclamo; el reconocimiento de sus derechos.

Históricamente se ha considerado a las mujeres como seres humanos inferiores a los hombres, idea arraigada en la cultura mexicana que se hace evidente en temas como: disparidad salarial, las cargas desequilibradas en el trabajo doméstico, embarazos adolescentes, violencia política y feminicidios.

Derivado de lo anterior, el gobierno ha intentado (sin mucho éxito) incorporar la “Perspectiva de Género” y “Alerta de Violencia de Género” ¿Qué son? La primera, hace alusión a una herramienta conceptual que busca mostrar que las diferencias que existen entre mujeres y hombres no son sólo por su determinación biológica, sino también por las diferencias culturales asignadas a los seres humanos. Estereotipos que encasillan a las personas a determinada forma de ser, de pensar y hasta de vestir, que pueden interferir directamente en su proyecto de vida. La Perspectiva de Género es una manera de reconocer y cuestionar las asimetrías de poder para proponer maneras más justas de relacionarnos libre de prejuicios y en igualdad.

Por otra parte, tenemos la Alerta de Violencia de Género, herramienta que se materializa mediante ayuda económica que da el gobierno federal a distintos Estados en los que se ha reconocido la existencia de un problema grave de violencia de género para la implementación de políticas que atiendan este problema. Lo cual se establece en el artículo 22 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida libre de Violencia (LGAMVLV) y pretende, mediante acciones inmediatas, frenar la violencia feminicida, las desapariciones forzadas de niñas, adolescentes y mujeres, así como modificar el actuar de órganos gubernamentales que estén vulnerando los derechos humanos y el libre desarrollo de las mujeres en un territorio determinado.

Sin embargo, a pesar de haber sido decretada en diversos municipios, los índices y las estadísticas muestran que la problemática va en aumento y el Estado se muestra incapaz de hacer efectivos los mecanismos establecidos para garantizar que las mujeres sean libres de salir a la calle y dedicarse a lo que cada una decida de acuerdo con sus propios intereses y no a las imposiciones sociales. Lo que pone en entredicho la efectividad de las medidas institucionales y la capacidad de aquellos que las operan.

Cuantas iniciativas de ley nos faltan, cuantas políticas públicas se tienen que realizar, cuantas más de nosotras deben desaparecer, cuantos abusos más tenemos que aguantar para que esto cambie. Ningún gobierno puede solo con este problema que refleja la indiferencia, la falta de solidaridad, de empatía y de sensibilidad para comprender lo que está pasando.

La violencia desmedida que están sufriendo las mujeres tiene que ver con una responsabilidad compartida entre ciudadanía y los gobiernos a todos los niveles, donde este último debe comenzar por capacitar a las personas que llevan este tipo de asuntos, pues es inevitable preguntarse ante los escasos resultados, si el personal de primer contacto entiende que es la “Perspectiva de Género” y que hay detrás de una “Alerta de Violencia de Género”, pues la negligencia y una aplicación indebida de los protocolos de actuación hace que los agresores queden impunes y con altas probabilidades de volver a agredir a una mujer, si lo hizo una vez, lo puede hacer dos y hasta tres por que el “sistema de impartición de justicia” lo permite. El mensaje que se envía es claro, en México la a agresión hacia las mujeres está permitida.

Pese a que en el país 22 Estados cuentan con Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres, en al menos 14 entidades los feminicidios han seguido al alza desde el momento en que se decretó la alerta, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Lo que no ha funcionado es que nunca se estableció cuáles serían los indicadores de medición que permitan saber los cambios en la materia, bajo que metodología, cuál sería el lapso considerado para conocer los primeros informes. Una vez más, no hay estrategia.

Las desigualdades están a la vista de todos, la violencia contra las mujeres tiene su origen en la cultura de la discriminación, donde la mujer es considerada como un ser inferior respecto a los hombres. Revertir la situación implica reconstruir los valores morales, éticos y sociales, por lo tanto, no podemos ser tan ingenuos al creer que sólo cambiando leyes se dará algún cambio. No se trata de hacer un lavado de conciencia, pero sí de cuestionar nuestros patrones de conducta y la forma en que fuimos educados, pues la respuesta a la violencia que está matando a las mujeres comienza en casa y la verdadera ¡Alerta! está ahí.