
Jimena Bañuelos
No todos los datos van a ser malos. Ya se ha superado el millón de personas inmunizadas y otras miles están esperando la segunda dosis. Poco a poco se llegará a alcanzar la cifra anhelada pero, vacunados o no, hay que seguir extremando las precauciones.
No nos queda otra que aferrarnos a lo positivo aunque, a veces, resulte complicado encontrar ese hilo de esperanza en nuestro día a día. Es cierto que las cifras parece que dan un ligero respiro, pero no hay que confiarse.
Dejamos atrás el mes de enero con una situación desoladora. En plena tercera ola con la vacunación estancada y sin un plan concreto cuesta ser optimista. Las fuerzas flaquean porque las noticias nos traen, a diario, una de cal y otra de arena. Es difícil entender las restricciones de muchas comunidades cuando las insensateces siguen prevaleciendo.
Nos dicen que vienen días muy duros, pero lo que estamos pasando desde el pasado mes de marzo no está siendo nada fácil. La única que consiguió robar el protagonismo al coronavirus la pasada semana fue Filomena.
Hemos pasado del “Año Nuevo, vida nueva” al “año de nieves, año de bienes”. Teníamos ganas de dejar atrás el 2020 y arrancar el 2021 con la esperanza puesta en las vacunas para acabar con la pandemia.
Seguimos a vueltas con las medidas que se van a adoptar para Navidad, cuando en realidad, los que van a girar en una semana son los bombos de la lotería. Es, sin duda, el día que comienzan las fiestas. Este año, el ambiente será diferente porque a estas alturas del año ya hemos aprendido a valorar la importancia de la salud, pero también es cierto, que una ayuda económica en los tiempos que corren sería un buen empuje para muchos.
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Acude todos los días a Distrito Sur pero con lo bonito que está el centro de Madrid en vísperas de la Navidad teníamos que cambiar de ubicación.
Y la cuenta atrás sigue bajando. La Navidad está llamando a nuestras puertas y hay quienes se resisten a renunciar a las reuniones familiares. Este año nos ha dejado sin todas nuestras fiestas más tradicionales, de hecho, muchas de ellas han sufrido su primera cancelación en lo que llevan de historia, pero a la Navidad no se renuncia, sólo hay que adaptarla a las circunstancias actuales. Los hechos nos han enseñado cómo el virus se propaga y, sinceramente, con tal de proteger a los seres que más queremos, no deberíamos necesitar ninguna justificación más para juntarnos.