EL VENENO NO MATA…ES LA CANTIDAD

Irónicamente, en pleno S.XXI estamos inmersos en un momento trascendental para toda la humanidad con el levantamiento armado en Europa oriental que nos ha hecho olvidarnos o desviar nuestra atención del tema sanitario por el Covid-19 y sus variantes; también, estamos sumergidos en un lodazal de persecuciones de periodistas, de daños a los bienes e inmuebles de particulares y del orden público; igual estamos atosigados de miedo y terror por donde andamos, agréguenle que los temas de cada quien hacen un permanente alcance a la desesperación, ansiedad y otros en cuyos momentos somete hasta a los mejores pensamientos que pudiéramos tener. Además, de que, si subió el gas, la gasolina, el peaje, a toda costa luce, ese momento, desolador. Y para rematar en nuestro ámbito de competencia, el deporte y sus diversas expresiones, así como la comunicación, se han visto teñidos de un rojo carmesí y negro, por las constantes y repetidas muestras de odio, revanchismos absurdos, retadoras y fulminantes muestras de silenciar o hacer callar, retrogradas manifestaciones por considerar y mostrar “poder”; parece mentira pero el tema de desvío de dinero, la falta de recursos y estímulos a los deportistas, el ocultamiento, resguardo y protección a unos cuantos, así como la falta de resultados en varias disciplinas han quedado en modo pausado, porque eso no se debe dejar de lado y mucho menos olvidado, al contrario, tienen que continuar su curso con más vehemencia, celeridad y seriedad.
Sin embargo, y acuño que jamás habría pensado que estallaría una hecatombe en nuestro entorno y específicamente en el futbol, nos da la puntilla para acelerar los procesos de educación, del rescate y fomento de valores, de trazos de paz sin distingo de razas, clases sociales, religiones o pensamientos, del empoderamiento de una ideología de NO VIOLENCIA, aunque debo reconocer que tampoco esa mentada frase falsa e hipócrita de detener balazos con abrazos, ¡patrañas! Atacar el punto de raíz es y debe ser -necesariamente- desde casa, donde lo hilos sociales y los tejidos impongan una cultura de paz y respeto, donde los tres ejes vitales: educación, salud y deporte, sean de acceso para todos para combatir el rezago que tenemos. La tarea me queda clarísimo que no ha sido y tal vez tampoco será fácil pero tampoco podemos andar por las calles con miedo, y hoy en día producto de esa tarde-noche del 5 de este mes y año con tintes dantescos allá en el estadio Corregidora de Querétaro con el consabido y multicitado tema, es en extremo urgente, obligado y necesario que todos como sociedad recompongamos el camino. El ejemplo es por demás devastador por donde se le vea, pero es la clara muestra de la carencia y falta de esos valores que a muchos les vale un kilo de importancia y a cambio denotan sus atrofiadas acciones como un símbolo de protesta, de pseudo control y evidentemente de una desviación de la atención a otros temas citadinos, con la conclusión de que llegar a dañar, noquear, dejar inconsciente y llevar al borde de la muerte a otra persona, son sinónimos -en su atrocidad- de fuerza, dominio territorial, -des-control, corrupción, enajenación, argucia, etcétera.
El caso ya es parte de este increíble paso del siglo donde el deporte más practicado del mundo, ha tenido acá en México un pasaje que no debe ni siquiera permitirse que vuelva a suceder en ningún lugar de nuestro país, el terrible cáncer futbolero es el fanatismo […Apasionamiento y tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones, especialmente religiosas o políticas…] ese que origina que se vuelquen ideas descoyúntales en actos sin razón, causando destrozos y dejando mala huella a su paso. Bien sabemos que esas acciones sólo conducen a dos sitios y que inevitablemente muchos viven con sus propios demonios, pero azorar a gente inocente, dañándola, lastimándola y más, no es más que la barbarie en su más fina expresión de terror. Basta de discursos banales, de sabotear la información y ocultarla, de disfrazarla y maquillarla, un alto enérgico necesita el deporte en general para evitar más desgracias, a mí no se me olvidan las violaciones, vejaciones, maltratos, agresiones de todo tipo y de todo tipo de disque autoridades de cualquier disciplina, pero este caso irá impregnado en cada uno de los que amamos el deporte y en especial el futbol, este se vio manchado y no solo nos perjudica a un sector, sino a toda la sociedad y debemos -todos- poner punto final ya!.
Lo ocurrido en las gradas, así como dentro y fuera de la cancha, por un sector altamente comandados y cronometrados, me lleva a la hipótesis del involucramiento directo de tipos sin escrúpulos, sin cultura, sin educación, sin salud y mucho más sin deportividad. El veneno sabemos que elimina, pero es la cantidad la que aniquila, entonces para erradicar este temible mal en las gradas de cualquier entidad deportiva del mundo, apostemos a que veneno destruye veneno…
Pásenla bien!!!