¿Por qué la OTAN busca conflictuar a Rusia contra Ucrania?

Desde el año pasado, la tensión entre Rusia y Ucrania se ha venido acrecentando. Haciendo un poco de memoria bastaría con recordar la anexión de Crimea (región profundamente pro rusa), vivida en 2014 y los conflictos en la región del Donbass que desde 2020 han incrementado la posibilidad de un conflicto bélico entre ambas naciones.
Para nadie es desconocido el famoso apotegma del “divide y vencerás”, desde la época de la guerra fría los Estados Unidos y sus aliados siempre han buscado la forma de inmiscuirse en los asuntos públicos de Rusia (antes Unión Soviética), generar casos, desestabilizar la economía y la política de la gigantesca potencia, la oportunidad perfecta vino a partir de la perestroika y la glasnost (políticas públicas de apertura económica y transparencia gubernamental que impulsara en su momento Mijaíl Gorbachov), pero hacía falta un ingrediente especial para darle la estocada a la extinta URSS y esa oportunidad vino con el desmembramiento de muchas de sus entonces repúblicas que la conformaban como Lituania, Letonia, Estonia, Georgia, Armenia, Bielorrusia, sólo por mencionar algunos, enfatizando que también Ucrania formaba parte de la Unión Soviética.
El odio entre Ucrania y Rusia es sumamente añejo, ya que desde la segunda guerra mundial Ucrania ha acusado a Rusia del poco apoyo que recibió en contra de la invasión nazi que sufrió, pero ese odio se hizo mucho más evidente después del accidente nuclear de Chernóbil en 1986, que se gestó muy cerca de la ciudad de Prípiat ubicada en el norte de Ucrania y que provocó la muerte de miles de ucranianos en la zona cercana a Kiev.
Con la llegada de la independencia de Ucrania en 1991 y la disolución de la Unión Soviética, la Federación de Rusia sufrió unos años de inestabilidad durante el gobierno de Boris Yeltsin, sin embargo con la llegada de los sucesivos gobiernos de Vladímir Putin y Dimitri Medvedev, respectivamente, Rusia renació de entre sus cenizas a través de una política de tolerancia cero (para muestra está como aplastó el levantamiento armado en Chechenia en 1999). A partir de ese momento, Estados Unidos comenzó nuevamente con su política de cercar a Rusia modernizando las bases militares de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) e incluyendo a otros países a este acuerdo multinacional, muchos de los cuales formaban parte de la extinta URSS, con la finalidad de crear una especie de frente bélico en contra de Rusia, por lo que lógicamente la respuesta del gobierno de Moscú ha sido la de un rechazo total a este tipo de maniobras que bajo el argumento de que es un mecanismo meramente “defensivo”, busca desestabilizar no sólo al gobierno ruso sino a la región.
Bajo este contexto y como respuesta a la popularidad con la que cuenta el presidente Vladímir Putin desde hace más de 20 años, Estados Unidos y sus aliados que conforman la OTAN han posado la mirada en Ucrania, para que como reza el dicho mexicano “al perro más flaco se le cargan las pulgas”, el país de Europa oriental sea el más idóneo para generar un conflicto armado con Rusia. Para muestra de lo anterior, se resalta que desde hace años Ucrania ha pugnando por su ingreso a la OTAN, no para contar con una alianza que le defienda frente a un posible ataque ruso, sino para que le sean proporcionados recursos económicos, ya que Ucrania es un país que pese a tener bastos recursos naturales que le son muy necesarios a Europa central en materia energética y alimentaria, no ha dejado de ser un país pobre en el elevado horizonte europeo de la modernidad.
En este orden ideas, tal pareciera que Ucrania siempre ha deseado dejar de ser el “patio feo” de Europa, para muestra está la crisis del Eromaidan que vivió el país entre 2013 y 2014, que fueron una serie de protestas entre europeístas y nacionalistas que llevaron a la destitución del presidente Víktor Yanukóvich quien se asumía como proruso (es decir, a favor de continuar con el acercamiento comercial con Rusia y suspender el tratado de libre comercio con la Unión Europea). A partir de este momento, es cuando la OTAN hace su entrada estelar para sembrar la discordia entre Rusia y Ucrania, primero para plantear un acercamiento supuestamente “desinteresado” para que el Ucrania de adhiera a la OTAN, el segundo tema ha sido el generar discordia por la adhesión voluntaria de Crimea a Rusia y el tercero, el drama de la zona del Donbass en donde Bielorrusia se encuentra viviendo un drama migratorio y en donde Polonia (miembro de la OTAN), ha estado involucrándose para continuar viviendo parasitariamente del pago por los gasoductos rusos que pasan por su subsuelo o por mar báltico.
Sin embargo, la OTAN que tiene mucha experiencia en “aventar la piedra y esconder la mano”, como decían los antiguos, puede generar una escalada conflictiva de proporciones nunca antes vistas, para muestra está la ratificación del acuerdo militar ruso-chino que parecen haber fraguado los gobiernos de Moscú y Beijing el pasado 15 de diciembre, lo que sería nuevamente enfrentar a oriente contra occidente, una pugna que parece sacada de una película ochentera.
Twitter: @EdgarMaPe