“Nada es irremediable, salvo cuando dimiten la inteligencia y la voluntad de los ciudadanos” Fernando Savater.

De pronto somos muy dados a sacar conclusiones moralizantes, como adictos a expresiones: “es que no evolucionamos” “no hemos aprendido” “los malos son otros” “lo peor está por venir” y un sinfín de condimentos como para recategorizar ciertas situaciones que nos involucra a todos como sociedad. Es cierto, a menudo los conceptos se nos presentan como una retórica mal empleada, como si fuera para que cada quien la entienda y le dé el valor y uso que más le convenga. Craso error -creo- porque entonces nos fundimos en una vorágine de constantes ideales de lo que es y significa la paz y sus variantes, y prueba de ello es que desgraciadamente como hay una decadencia del pensamiento político y otros, la población en general ha llegado a sentirse vulnerable -y vulnerado- incluso a avergonzarse del pensar políticamente y sus actos con reacciones que solamente nos lleva -inevitablemente- a reclamos y peticiones a las diferentes Deidades, pero solamente acuñamos a la protección cuando estamos sumergidos en un mundo de terror y empañado de tanta miseria humana con políticos sin moral que arrasan sin distingo de raza, credo, creencias y más, creando un caos más terrorífico que cualquier pandemia, porque ésta cómo sea se combate, pero cuando se llega a las trincheras, es sinónimo de sangre, de pólvora, de sufrimiento, de muerte… El azote al que estamos sometidos -como quiera que sea vea- no pasa inadvertido y tampoco lo podemos ocultar ni tapar con un dedo, por eso cuando un “hombre” se convierte en peligro para sus propios súbditos y para el mundo entero, no creo que tenga ninguna justificación, porque nunca jamás será mejor activar dolor y matanza, que generar paz y abolir las jodidas trincheras del odio y cambiarlas por mejores lugares, momentos, personas, familias, sociedades y gobiernos.
Así que la ola de terror que enfrentamos azorados y temerosos, ahora mismo es un vuelco en la historia para tratar de erradicar lo que nos corresponda a cada quien. Parece como al principio de mi texto, que es trillado el tema y que a nosotros no nos pasara nada, pero no se trata de eso, sino de ser empáticos y asertivos, y apostar por mejoras día a día, aunque lamentablemente se tarde esto, porque guerras van y llegan -infortunadamente- y parece que no tienen ni tendrán fin. En lo particular abrir el cajón de los recuerdos y tener en mente aquellas imágenes de niño con Irán, Irak, USA, Alemania, China, Japón; de adolescente con el Golfo Pérsico, Las Malvinas, África, URSS y de adulto aquellas de Afganistán, China, USA, etcétera, han sido y serán cicatrices eternas por los millones de vidas cobradas ante la adversa construcción de tener y contar con poderío basado en armamento y sus consecuencias, ante esto, muchos tenemos la impresión casi ininterrumpida de vivir a expensas de otros…
El planeta cruje, el tiempo sigue su curso y a los más afortunados los sobresaltos nos llegan todavía por televisión. ¿Qué hacer? De momento, nada, la guerra que llegó no se retrasará y ansiosos esperaremos que termine lo más pronto posible. El resto del mundo sin conflicto de esta naturaleza tiene sus propias guerras, unos apuestan por la salud, la educación y el deporte como escudo para detener los embates de la miopía humana de los agresores, sin embargo, es en lo que menos piensan, poque ni siquiera piensan, solo reaccionan como robots. Que tristeza tan grande genera que esos pilares para erradicar la destrucción hoy solo sirvan para restringir y cerrar el paso a una o dos naciones que luchan por nada…las entidades deportivas hoy convergen por un mejor mañana pero no pueden contra la armas, el deporte también a sido acribillado, encañonado y limitado, la apertura de ideas no es la misma para todos, la guerra es estúpida y el deporte no, son los personajes que no alcanzar a diferenciar los tiempos y la evolución; se han vuelto y quedado como arcaicas entes que solo buscan hacer crecer sus arcas y saciar su sed de riqueza, ah pero cuando se trata de justas mundialistas y/o de consensos para llevarlas a cabo, solamente ahí si salen a flote los caminos de paz, ¡bah! ¡patrañas! La verdad es que solo unos cuantos organismos si apelan a la confrontación sana mediante el diálogo y la aplicación efectiva y vigorosa de sus normas y reglas, situación que enaltece la cultura física y el deporte.
No se trata únicamente de expulsar, o desconocer o hacer a un lado a ciudadanos de un país en donde nacieron, se criaron y desarrollaron y tal vez donde mueran, pero no a costa de una maldita guerra que no conoce ni respeta los valores de la humanidad. Esto va más allá de lo que el ser humano es capaz de soportar, porque como sea educación, salud, y deporte puede otorgarnos una mejor condición de vida, una jeringa con un activo puede curarnos, pero una bala puede matarnos y un misil puede extinguirnos.
Cierro con esta cita del libro Estados canallas, de Noam Chomsky (Paidós). [Las decisiones se pueden modificar. Las instituciones se pueden cambiar. Si es necesario, se pueden desmantelar y reemplazar, cosa que han hecho personas honestas y valientes a lo largo de toda la historia]
Pásenla bien!!!