Daños colaterales….

Ocho cuerpos colgados en un puente y en árboles localizados en el municipio de Fresnillo, Zacatecas, esto, el pasado 22 de noviembre, y unos días antes, 10 cuerpos en condiciones similares. Es decir, en seis días los cuerpos de dieciocho personas fueron colgados en lugares públicos en dos casos diferentes.
Un ataque armado que cobró la vida de tres personas el jueves 24 de noviembre en el Palacio Municipal de Guaymas en el estado de Sonora. Lo que se ha dicho es que la agresión iba dirigida contra el secretario de Seguridad local de Guaymas y también capitán de la marina, Andrés Humberto Cano, y no hacia la alcaldesa Karla Córdova.
Esto, es apenas una pequeña muestra de las víctimas mortales que tenemos todos los días en nuestro país. La violencia se incrementa y el pasado nos alcanza, y una declaración como la del secretario de Marina (Semar), José Rafael Ojeda Durán, quien señaló el pasado viernes que, “desgraciadamente, en el caso de Sonora hubo daños colaterales”, refiriéndose a un policía local y una “muchachita”, hija de un integrante de la Marina que perdieron la vida, nos traslada a uno de los episodios más dolorosos en la historia reciente del país, la declaración de la guerra contra el narco de este personaje tan indeseable para muchos o por lo menos para mí, el expresidente Felipe Calderón. Este hombrecito que llegó al poder con un triunfo dudoso y que para legitimar su lugar en la silla presidencial se le ocurrió que sacar a los militares a las calles sería la alternativa o fue la idea que intentó vender, porque tiempo después nos enteraríamos que tanto él, como su secretario de seguridad, eran parte de esa podredumbre que aparentemente buscaban acabar.
Siguiendo con el caso de Sonora, el secretario Humberto Cano, a quien se presume iba dirigido el ataque de Sonora, cuenta con un historial digno de ser cuestionado al estar ligado con asuntos de corrupción y asesinato. Entre los casos más sonados está el asesinato del periodista Ricardo Domínguez López, quien había denunciado amenazas recibidas por parte del secretario de Seguridad de Guaymas y al día de hoy, de la presunta investigación que lo incluiría en las líneas de investigación, no se sabe nada.
Pero hablar de daños colaterales es una manera tramposa para distraer a la opinión pública del tema central, ya que, en el caso de México, lo que se intentó hacer en el sexenio de Calderón, fue justificar la muerte de miles de personas inocentes como el costo que había que pagar para acabar con el crimen organizado. Pero, para dar cuenta de estos presuntos daños colaterales, el investigador José Luis Peñeiro, habló de una cifra de 47 mil narcoejecutados a inicios del 2012. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), reportó 46 mil 015 ejecutados, de los cuales 15 mil 921 cadáveres eran no identificados y 1 mil 421 cuerpos sepultados en fosas clandestinas. Las Organizaciones Civiles (ONG) que integran el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, estiman que hubo 70 mil muertos entre 2006 y 2012.
Varios medios de comunicación también realizaron sus propios conteos de los muertos del sexenio, el diario “Reforma” reportó 44 mil 412 ejecuciones de diciembre de 2006 a agosto de 2012, la revista “Proceso”; 88 mil 361 muertos de diciembre de 2006 a marzo de 2012, “Milenio”; 57 mil 449 muertos de diciembre de 2006 a octubre de 2012 y, “Semanario Zeta”; 71 mil muertos de enero 2007 a abril de 2012.
Se debe reconocer que el tener a los militares en las calles y ahora la guardia nacional no ha logrado resolver el problema de la violencia y el narcotráfico en nuestro país, pues son los mismos, y tampoco se ven indicios de que esto vaya a cambiar. Lo que se tiene es un cambio de uniforme, un nuevo empaque para la misma mercancía, nuevos dueños de plazas y el mismo discurso; la pérdida de vidas inocentes como parte de los muy lamentables, daños colaterales…