Realidades invisibles

Han pensado cual es la mejor edad para que una mujer sea madre, seguramente algunos lo asociarán con una madurez física y mental, con una cuestión económica favorable y un contexto familiar donde exista una convivencia sana o libre de violencias. Los anteriores supuestos “suenan” bastante bien, pero son eso, solo supuestos.
Una realidad que lastima y debería llamarnos a la reflexión, es saber que el confinamiento por la pandemia de COVID-19 provocó el aumento de embarazos en niñas de 10 a 14 años, terrible que a esta edad haya quien se convierte en madre, pero como siempre se tiene la posibilidad de que las cosas sean peor, esta no es la excepción, como se pueden imaginar, la mayoría de estos casos fue por violación sexual o por matrimonios arreglados. De acuerdo con información del Consejo Nacional de Población (Conapo), presentada hace unos días por Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, las menores fueron embarazadas por un amigo, un familiar, un desconocido o su ex novio.
¿Qué estaban haciendo a los 10 años? ¿Qué estaban haciendo a los 11 o a los 12? Si actualmente son padres o madres de familia ¿Qué edad tenían cuando lo hicieron? aun con eso, habrá quien asuma que lo hizo a edad temprana ¿a los 10? ¿a los 13? Cuál es el adjetivo que describe esta realidad donde diariamente nacen más de mil bebés hijos de madres niñas y jóvenes, a lo que se suman las defunciones por embarazos entre los 15 y 17 años, el cual ocupa el sexto lugar en las causas de muerte de este sector poblacional.
Durante el 2020, se registraron 373 mil 661 embarazos de madres adolescentes, de los cuales 8 mil 876 son de niñas menores de 14 años. El embarazo en la adolescencia marca profundamente su trayectoria de vida. Obstaculiza su desarrollo psicosocial, se asocia con resultados deficientes en materia de salud tanto para ellas como para sus hijos, repercute negativamente en sus oportunidades educativas y laborales, y contribuye a perpetuar los ciclos de pobreza, desigualdad y marginación.
Esta es una realidad de la que poco se habla, es más, se oculta, nos sigue costando reconocer que el hogar no es el lugar más seguro y menos para las niñas, adolescentes y en general para las mujeres. Este tema se relaciona directamente con el regreso a las aulas, ya que como bien lo mencionó Alejandro Encinas, las condiciones de confinamiento, las restricciones a la movilidad, la suspensión de clases y otros factores han generado graves afectaciones en las niñas y niños del país, y aquí un ejemplo.
¿Qué tipo de sociedad somos? ¿En qué nos hemos convertido? ¿Es un tema de mujeres? o es el reflejo de una descomposición social, de un problema estructural en la manera de relacionarnos, de una educación sexual deficiente o nula que, de no cambiar, de no poner un alto como sociedad, estas conductas seguirán siendo reiteradas y habrá quienes son víctimas o victimarios, y con ello, parte de estadísticas con las que no pasa nada.
Actualmente el tema del aborto genera indignación en gran parte de la sociedad al considerarlo un atentado contra la vida, pero como no les resulta indignante que niñas de 10 años se conviertan en madres producto de una violación, si defienden la vida, deberían comenzar por defender la de estas niñas que a los 10 años no deberían ser madres y tienen derecho a una interrupción del embarazo en este, y en cualquier otro caso que una mujer lo decida.
En este contexto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) arrancó este lunes el debate sobre el aborto y los códigos penales que castigan la interrupción del embarazo, de manera particular en el caso de Coahuila. Finalmente, este martes 7 de septiembre será una fecha para recordar, con 10 votos a favor, la SCJN puso fin a la penalización de la interrupción del embarazo en su etapa inicial, por lo que no se podrá castigar a las mujeres que decidan abortar en cualquier región del país.
Sin duda, esto es un gran avance, pero es necesario que los congresos locales hagan su trabajo al discutir el tema de manera seria y responsable, con argumentos y no con juicios de valor. Se debe dejar de pensar que alguien más puede decidir sobre el cuerpo de una mujer, no cerremos los ojos ante esta realidad, las cifras son alarmantes. El aborto es un derecho y no un delito.