Las transas de la CONADE

El 7 de septiembre de 2013 es una fecha que sin duda alguna vale la pena recordar, aquel momento de emoción, felicidad y altas expectativas al darse a conocer la noticia de que Tokio sería la sede de los próximos Juegos Olímpicos por segunda vez, (la anterior había sido en 1964) en lo que nadie dudaba que se realizarían en 2020.
Tokio estaba preparado para organizar unos Juegos Olímpicos que prometían ser de los más espectaculares de la historia reciente, plagados de imponente tecnología de punta, ya que Japón es considerada una superpotencia económica a nivel mundial, destaca como uno de los países más seguros para vivir y cuenta con un sistema de transporte y servicios públicos de alta calidad, además de ser reconocido por su gran interés por el deporte.
Lamentablemente, el COVID-19 tenía otros planes y la mejor opción por la que optaron ante las circunstancias fue el aplazamiento de un año. Para quienes esperan con ansia esta justa deportiva, la noticia no fue fácil de asimilar, pero para los protagonistas, me refiero a los deportistas, ha representado el mayor reto en su vida profesional, ya que para ellos la preparación inicia cuatro años antes y para muchos, los juegos olímpicos son una vez en la vida.
En nuestro país la situación deportiva es complicada, pero no de ahora, el tema o la intención para invertir en este se encuentra presente en planes de desarrollo gubernamental y educativos, pero el impulso y fortalecimiento real es poco, casi nulo, y si a esto sumamos que las instituciones destinadas para apoyar al deporte y brindar facilidades a los deportistas se dedican a simular, qué tanto podemos exigir a nuestros deportistas.
Actualmente, la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE), está en manos de la ex atleta Ana Gabriela Guevara, quien se ha visto envuelta en escándalos en torno al mal manejo de los recursos de esta institución. De acuerdo con una investigación realizada por Beatriz Pereyra, periodista de la Revista Proceso, existe una serie de actos de corrupción relacionados con una triangulación de recursos, los cuales fueron reconocidos por parte de la entonces titular de la secretaría de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval el 19 de febrero de 2019, en la conferencia matutina. La periodista dio cuenta del desvió de recursos justificados con documentos falsos, apócrifos o carentes de validez fiscal. Para el primer semestre de 2019, solo para el primer semestre de ese año, el desvió ascendía a cerca de 50.8 millones de pesos, lo anterior, relacionado principalmente con el fideicomiso del Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento (FODEPAR).
De igual manera destaca el tema del “capítulo 3 mil”, una partida que existe para contratar al personal necesario para atender a los atletas de alto rendimiento, la sorpresa fue que en esta nómina se encontró a los amigos, parejas, sobrinos y hasta novias de un grupo de servidores públicos que laboran en la CONADE. Y saben qué ha pasado al día de hoy, después de 2 años, adivinaron, no hay responsables y tampoco hay sanciones.
Es indignante que nuestros atletas en su gran mayoría vivan su vida deportiva en medio de grandes carencias haciendo lo que pueden con tal de seguir su sueño y representar a nuestro país, no se trata de enaltecer el camino de penurias con el que llegan a una competencia porque si bien es la historia de muchos atletas a nivel mundial, no siempre debería de ser así, y más en un caso como este, donde nos enteramos que el dinero destinado al deporte no llega a quienes con tanto esfuerzo buscan hacer un papel digno y representar a México.
Antes de juzgar tan severamente el desempeño de nuestros atletas, pensemos si realmente se les brinda el apoyo que merecen y no solo me refiero al económico. Detrás de un televisor resulta sencillo convertirse en entrenador y decir lo que se debe hacer o lo que faltó, pero la manera en que llegan, en que se ganan un lugar para estar ahí frente a los ojos del mundo y representar a un país con tan poca inversión y tan poca fe en materia deportiva, ya es digno de reconocer.