Feliz, feliz, feliz

Así es como dijo sentirse el presidente la mañana de este lunes una vez que se había llevado a cabo la jornada electoral, la cual, para no perder la costumbre, fue una jornada de ganadores donde los candidatos haciendo caso omiso al llamado de responsabilidad de las autoridades electorales, salieron a declararse ganadores con base en sus datos, que para mala suerte de muchos, no coincidieron con los oficiales.
Pero, la mañana de este martes, que al parecer el presidente tuvo más tiempo de asimilar los resultados, ya no parecía tan feliz, particularmente con los resultados obtenidos en la Ciudad de México, y no es para menos, pues desde 1997, cuando inició la elección de cargos en la Ciudad, la izquierda partidaria en el poder (antes, el PRD; ahora, Morena), no había sido vencida tan aparatosamente.
Si bien es cierto que pudieron existir acciones y campañas de desprestigio como señaló el mandatario, no se puede responsabilizar del todo a los que nombra como sus “adversarios” o los de “la derecha”. Lo más sensato es reconocer que la gente decidió salir a expresarse. La decisión del voto es multifactorial, no se puede dejar de lado la tragedia de la línea 12 del metro donde lo que se perdieron fueron vidas humanas que muchos seguiremos lamentando, probablemente por irresponsabilidad y negligencia. Al día de hoy, capitalinos o no, seguimos esperando que nos den una explicación de lo que pasó. Sumado a esta creciente e innecesaria polarización en el discurso entre clases sociales y menospreciando que exista población que esté informada, lo cual es una tontería que lleva a muchos a sentirse excluidos y terminó reflejándose en las urnas.
Diversas lecciones, lecturas y análisis se pueden realizar de estas elecciones que no tienen precedente no solo por el número de cargos a renovar, sino por la alta participación que se dio en unas elecciones intermedias. No obstante, el clima de violencia es algo que no se puede pasar por alto y convertir en una constante, sin embargo, solo mediante una visión más equilibrada, se puede reconocer que no en todos los casos esta violencia es generada por parte del crimen organizado, lo cual es aún más preocupante.
El México real no es el de Twitter o el de las redes sociales, absurdo es engancharse en discusiones que de poco o nada sirven para hacer frente a los problemas visibles en diferentes regiones del país, y más allá de los triunfos y derrotas, urge que los partidos políticos entiendan que el 6 de junio ya pasó, lo deseable sería dar paso a la autocrítica que los lleve a pensar y repensar ¿Qué están haciendo? ¿Qué pueden ofrecer a los ciudadanos? ¿Cómo pretenden llegar a un siguiente proceso electoral?
Cada estado tiene su realidad, no debemos dejarnos llevar por falsos triunfalismos, ya que, al ver el mapa electoral, la recomposición muestra la presencia, la pérdida, la recuperación y el debut de partidos que a todos nos sorprendieron, incluidos los propios integrantes de los diferentes partidos políticos. Los dirigentes de partido también dejan mucho que desear y quedan a deber. Las confrontaciones de mayor impacto, parecen estar al interior de los partidos, donde ni ellos mismos se logran poner de acuerdo e irónicamente llaman a una democracia que no aplican en sus procesos.
Las miradas están puestas en lo cuantitativo, pero, cualitativamente a todos los partidos les puede salir caro el que hayan colocado a ciertos personajes, pero solo el tiempo lo dirá, por ello, es obligado voltear la mirada a la formación de cuadros, ya que es muy triste analizar aquello con lo que salieron a competir.
La política no se restringe a los políticos. En los políticos no vamos a encontrar la solución a todos nuestros problemas. Los ciudadanos debemos informarnos más, dejar de lado las frases hechas y ser críticos. Las elecciones dieron muestra de lo que somos, un México plural con una ciudadanía con más interés en participar, el hecho de que la gente saliera a votar aun con la escasa propuesta que se tenía en cuanto a los candidatos y en situación de pandemia, puede llevarnos a coincidir con el presidente y sí, puede ser motivo para sentirse feliz, feliz, feliz.