VIERNES SANTO Ciclo B, 2 de abril, 2021 QUINTA REFLEXIÓN SOBRE LA MUERTE DE JESÚS

Pbro. Dr. Daniel Valdez García 

INTRODUCCIÓN
 
Las tres primeras reflexiones que compartí sobre la muerte de Jesús han contribuido a adquirir un sólido conocimiento intelectual; y desde ayer hasta el próximo sábado, las reflexiones tienen un sentido eminentemente motivacional.

Hoy propongo la reflexión sobre la muerte de Jesús que revela el amor misericordioso del Padre y el sábado diré, a la luz de la resurrección, por qué Jesús lavó los pies a sus discípulos.
 
Muchas veces en la vida cuanto más grande es el dolor, más grande es el alivio. Cuando una mujer va a dar a luz se angustia y sufre, pero grande es su recompensa al ver a su creatura en sus brazos. Por otro lado, muchas veces a las personas que las operan de las rodillas no les dicen que sus dolores van a ser muy fuertes, porque si no no se operarían, pero cuando pasa el dolor quedan maravillosamente funcionales.
 
Respecto al dolor de Jesús, la carta de los hebreos nos dice que «Jesucristo en los días de su carne, ofreciendo con fuertes gritos y lágrimas suplicaba al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente… sufriendo aprendió a obedecer» (5, 7-8).
 
Jesús en su cruz manifiesta la maxima revelación de su amor, del amor misericordioso del Padre y del amor entregado en el Espírtu santo.
 
 
 
1. EL AMOR ES MAS FUERTE QUE LA MUERTE
 
Cuando muere la pareja se entra en la viudez; cuando mueren los papás se entra en la orfandad, pero cuando muere un hijo no hay palabras para nombrar a los padres que lo han perdido, es un dolor tan grande que muere una parte de los progenitores. Unicamente quien ha perdido a un hijo es quien realmente sabe lo que significa ese duelo, sin embargo ese dolor revela de ellos el verdadero rostro del amor que se tiene por quien ya está ausente. Y justamente ahí es donde se descubre que no todo está perdido porque las formas de amar son infinitas, y que aún hay muchas razones para seguir adelante en esta vida y compartir las enseñanzas con la familia y las amistades que acompañan durante duelo traducido en dolor, porque son personas que queremos y que nos quieren, y para atravesar esa oscuridad en que nos sume el sufrimiento necesitamos permitir que la luz del amor nos guíe.
 
Para ilustrar un poco más este asunto sobre el amor que es más fuerte que la muerte acudo al filósofo danés Søren Kierkegaard, el cual terminó “Las obras del amor” en 1847, y él mismo dice que ese manuscrito son meditaciones cristianas que no admiten la lectura superficial y curiosa porque se vuelven incomprensibles. Y eso mismo pasa con el sufrimiento, el dolor y la muerte, es necesario entrar en un proceso lento de comprensión porque el amor es un asunto de conciencia. 

En dicha obra, dice el autor que el destinatario es la persona singular. Este filósofo Kierkegaard no se propone hacer una filosofía in abstracto, sino una meditación orientada directamente a cada lector, con la finalidad de transformar su corazón, de suscitar en él una conversión. El objetivo no es solo que piense, sino que se pregunte qué cree y por qué cree lo que cree. En este sentido, huye intencionalmente del lenguaje abstracto y conceptual, y opta por una comunicación directa, aparentemente sencilla, sin filtros, ni seudónimos, mediante una forma de comunicación que él mismo denomina «comunicación de existencia». Así, pues, es la muerte como acontecimiento que revela el verdadero amor en sus formas infinitas.

 

2. LA MUERTE DE JESUS REVELA LA FUERZA DEL AMOR DE DIOS
 
Cuando tuve la oportunidad de estar en Israel, al estudiar arquelogía bíblica puede conocer algunas de las carta que Lieserl, hija de Albert Eisntein donó a la Universidad Hebrea y se publicaron en el año 2000, de una de esas cartas (1400) tomé este extracto:
 
“El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor”.
 
Por otro lado, al visitar la catedral de Brasilia, en una de las capillas laterales se encuentra una imagen de Jesucristo crucificado totalmente desnudo, porque así fue crucificado, y ahí la mayoría de las personas se agacha y ve que en el piso hay un letrero que dice: “Tú te averguenzas de verme así, y así quedé por amor a ti”.
 
Comento esas dos experiencias de vida pretendiendo unir almas, mentes y corazones de aquellos que ante una imagen de Jesús crucificado y muerto (con el rostro caído hacia un lado), con lo cual estamos invitados a contemplar y a conmemorar su muerte haciéndonos contemporáneos ante la obra de Jesús que muy bien podemos recorrer con sus palabras en nuestro interior y desencadenar procesos de conciencia para acercanos a tan grande amor, porque Jesús había dicho: «Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12, 32). Dicha expresión de «ser levantado» de Jesús es un doble movimiento, se trata de cuando es levantado en la cruz por la condena a muerte de las autoridades religiosas y civiles de su tiempo, y cuando sea levantado del sepulcro, por su propio poder, por el amor de Padre y por la obra y la gracia del Espíritu Santo. En ese doble movimiento vemos cristalizada la expresión del libro del Cantar de los cantares: «¡Tan fuerte es el amor como la muerte! ¡Tan cierta es la pasión como la tumba! ¡El fuego del amor es una llama que Dios mismo ha encendido! ¡No hay mares que puedan apagarlo, ni ríos que puedan extinguirlo! Si alguien se atreviera a ofrecer todas sus riquezas a cambio del amor, no recibiría más que desprecio» (8, 6-7).
 
 

CONCLUSIONES
 
El amor duele y a Jesús su amor por nosotros le dolió hasta llevarlo a la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2). Pero su amor ha sido más fuerte que la misma muerte, porque se vio liberado de los hombres que lo tomaron preso, y de la muerte misma que no lo pudo retener preso en el sepulco. 
 
Jesús ha amado hasta que su amor le dolió, ¡y de qué manera le dolío!, pero les quiero asegurar que Jesús en su cruz no busca nuestra compasión, nuestro adolorido sufrimiento, sino que él tiene sed de nuestra fe (Juan 19, 28) consciente y traducida en ese amor capaz de ver que el amor de Jesús ha sido más fuerte que la misma muerte.
 
Por último, cito al Papa emérito Benedicto XVI, quien nos ofreció un hermoso e importante programa de vida en su primera Carta Encíclica “Deus caritas est” (Dios es Amor): “Un amor que hemos recibido y hemos conocido en nuestro encuentro personal con Cristo. “ (un amor) que da horizonte a la vida  (…). La pasión de Dios por cada uno de nosotros se concreta en un Amor personal y de predilección que da sentido a nuestra existencia. Dios ama al hombre y a todos los hombres, y su amor se hace visible en el rostro de aquellos con los que vivimos”. Ojalá nos dejaramos inundar por el diluvio de amor que brota de la muerte de Jesús, amor que sorprendía a los emperadores romanos de ver cómo se amaban los cristianos sin conocerse.
 
Doy gracias a Dios por todo el amor que he recibido y recibo desde su muerte en la cruz, cuyo sacrifico anticipa en la Última cena, realiza en su Muerte de cruz y actualiza en cada Misa que se celebra en cualquier parte del mundo. Doy gracias a Dios porque siendo sacerdote me hace instrumento para que otros experimenten el amor de Dios, que es más fuerte que la misma muerte. Amén, amén, Señor Jesús.