“Que el deporte esté al servicio de la paz, de la justicia y de la solidaridad, promoviendo, en particular en los jóvenes, el compartir y la hermandad” Anónimo.

Los dimes y diretes en el ámbito deportivo son el pan de cada día tanto de los de pantalón largo como de los auténticos y reales protagonistas en las diversas sedes del mosaico de las disciplinas que tenemos. Muchos se centran básicamente en el futbol y en la lucha libre por ser de los más populares y que más arraigo tienen, en consecuencia, los seguidores de estas actividades dan también rienda suelta a su imaginación y con ello su vocablo fluye de una manera, digamos peculiar, que en ocasiones vaya que contagia y hasta uno que otro grito de euforia se llega a escapar de nuestro ronco pecho. Pero también esta esa condición de que los dueños, directivos, entrenadores, cuerpos técnicos entran en esa constante para generar más adeptos no importando si son agraciados o no, es decir, son un estilo de vínculo con los seguidores porque todo aquello que piensan y dicen, son sinónimo de éxito en los periódicos y hoy en día en las multicitadas redes sociales y basta ver y leer con asombro como ciertos estandartes de algunos equipos dicen una cosa y es como si ardiera Roma una vez más, lo mejor o peor del caso según sea, es aquello que origina en violencia y acá es donde el tema central de este Valle se enfoca.
Muchas veces he pregonado porque no haya ni siquiera un pequeño indicio de eso, porque siempre es preferible la paz, pero a muchos no les queda o simplemente no se les da, incluso, a título personal conozco a quien por ejemplo me decía: no es pelear es discutir; no necesariamente discutir es pelear; y ninguna discusión lleva a pleito, pero la realidad es otra. El entorno, el medio, los antecedentes, las condiciones actuales, generan otras muchas cosas, porque pareciera por un momento que lo de ayer no tiene importancia, claro que la tiene y ¡mucho! Y de ahí depende muchas veces el éxito o el fracaso de una negociación o simplemente de un buen entendimiento entre las partes.
Así es esto en plano deportivo, basta ver como se tiran con todo lo fans de uno u otro equipo, esculpidos siempre ante la motivación extra que les genera su ídolo o elemento de su conjunto, es como: sí él lo dice, pues yo también; pero el tema no queda ahí nada más porque uno se limita (el jugador) y el otro se avienta un credo marca barrio del tamaño de cualquier estadio, eso, eso incendia el orgullo, las redes arden y se propaga como gusano en tobogán y a cada like o me encanta se incrementa la secuencia de dolor, desprecio deportivo y hasta rompimientos y lejanías de amistades de años. Pero así es el fervor de los aficionados, aquellos de cepa que han trascendido de generación en generación y que encuentran un respirar frenético en esas condiciones. Por supuesto están aquellos que abusan del fanatismo y trasladan sus limitaciones y desadaptaciones en temas más álgidos como las agresiones a cualquier nivel y eso es justamente lo que ya no se puede tolerar ni permitir.
Entiendo que el uso de las redes sociales para ventilar información, ocio, y más temas es para quien o quienes lo compramos según sea el caso, empero existen muchas aristas de índole sociológico que muestran como un representante deportivo, incluso, está por encima de autoridades gubernamentales y pasan a ser el mejor referente en esos momentos. Lo anterior a colación por lo que sucede en esas dos aristas deportivas, pero sin lugar a dudas el balompié lleva mano a la hora del arrastre de masas, de multitudes y de enervar un mágico momento de entrelazar pensamientos con sentimientos. La muestra fue en clásico nacional, donde más allá del pseudo espectáculo en el terreno de juego, estuvo en juego el honor y el orgullo de miles de seguidores divididos en dos playeras en todo el país, sin olvidarnos de que quien resulte ganador es digno de las mejores portadas, programas y emisiones deportivas y en cambio el derrotado es blanco de las burlas y de algo más. Hoy debemos parar esto, porque estamos luchando contra un mal que se ha propagado por años y que no puede detenerse, incluso en ocasiones es más elocuente su sentir que una sola porra puede poner peligro en su grito y hay mucho que ni la deben y mucho menos la temen, entonces por qué justamente ahora seguiremos solapando actitudes de frivolidad y denigración, con actos de revanchismo y venganza porque le vas o le voy a cierto equipo o tengo entre mis favoritos a otros distintos.
La justicia deportiva existe en el escenario deportivo, la emoción se traslada a las gradas donde deben converger hombres, mujeres y niños por igual, sin temores y sin miedos, con la adrenalina a tope, pero sin agredir. Los protagonistas deberían aplicar la de los dueños de los equipos del clásico y poner en acción, ambos determinaron que independientemente del resultado de este domingo harían sinergia para ayudar a la población en materia sanitaria, clínico-medica. Neta, ¿es tan difícil entender que el deporte es vida y no temor????
Pásenla bien!!!