SUBSIDIO DE LA MUJER A LOS SERVICIOS DE AGUA

Este lunes 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, en que se conmemora la lucha por su participación dentro de la sociedad, en pie de emancipación y en su desarrollo íntegro como persona. No es un día para felicitarlas sino para reconocer su condición de vida y la discriminación de que es objeto. A la vez debe servir para identificar acciones para lograr la tan buscada equidad de género.
Una de esas acciones es el hacerlas responsables de obtener el agua necesaria para la vida en el hogar, relegando otras actividades necesarias para la mujer, es decir, existe un subsidio de género otorgado por las mujeres a los servicios de agua potable, alcantarillado y saneamiento. Así una de las acciones para llegar a la equidad de género consiste en eliminar ese subsidio, por lo que nuevamente retomo lo expuesto en mi columna de principios del año pasado.
Recuerdo los primeros talleres de planeación participativa que desarrollamos en la Comisión Nacional del Agua en Tejupilco hace ya 27 años a fin de poder definir con los beneficiarios el manejo del agua de la recién terminada presa Paso Real.
Debido a la alta migración de los habitantes de esa región a los Estados Unidos de Norteamérica, la presencia de mujeres era mayoritaria en las reuniones, así que siendo yo un citadino, me sorprendí cuando al llegar a las conclusiones, las mujeres no quisieron asumir la toma de decisiones y nos contestaron: “antes tengo que decirle a mi marido para ver qué decisión tomamos”.
A pesar de que el manejo y distribución del agua sería realizado por las mujeres debido a la migración antes mencionada, no fue posible hacerlas cambiar de opinión lo que retrasó el proyecto pues sus parejas regresaban a nuestro país hasta diciembre. Tuvimos que ceder y volver a realizar los talleres en periodo vacacional para tomar la opinión de los hombres, aunque estuvieran ausentes la mayor parte del año, muchos de los cuales nunca regresarían, observando una imposición aceptada por las mujeres por sus usos y costumbres.
Ya en años recientes y en el medio urbano pude constatar que ese comportamiento esta menos arraigado, pero permanece, situación que no es conveniente pues derivado de los roles tradicionales de la sociedad mexicana, la mujer por lo general es la que más padece la escasez y mala gestión del agua.
Todos los involucrados en el diseño, construcción, operación y mantenimiento de la infraestructura hidráulica por lo general solo nos basamos en criterios financieros y de Ingeniería para el otorgamiento de los servicios de agua potable, alcantarillado y saneamiento, tomando poco en cuenta la opinión y necesidades de la ciudadanía por lo que es difícil lograr esquemas de gobernanza.
La Organización de las Naciones Unidas ha definido que el abastecimiento de agua debe ser continuo y suficiente. Indica que el agua debe ser salubre, es decir, no ha de contener microorganismos, sustancias químicas o radioactivas, además de tener un color, olor y sabor aceptables. Se debe de asegurar que el acceso al servicio, las instalaciones y servicios han de estar disponibles para toda la población. Por último, la tarifa por el cobro de los servicios debe estar al alcance de todas las personas, en particular de aquellas en situación de desventaja económica.
Diversos investigadores, organizaciones civiles y funcionarios públicos, coinciden en que cuando uno o más de estos atributos fallan, las mujeres deben compensar los déficits en el servicio mediante el incremento de sus horas de trabajo.
El dedicar tiempo para esperar a que “caiga el agua”, buscar y esperar la pipa, acarrear con cubetas, hervir el agua, recolectar la lluvia, entre otras actividades, le impide a la mujer dedicar tiempo a otras actividades que le permitan obtener ingresos o que estén enfocadas en su desarrollo personal.
Este “subsidio de género” constituye un aporte sustancial a la economía; sin él, el costo de bienes y servicios sería mayor, y tendría que ser asumido por el Estado o el mercado.
Las mujeres ponen horas adicionales de trabajo en detrimento de su salud y calidad de vida, al tiempo que el Estado falla en su labor de velar por su bienestar y el cabal cumplimiento de sus derechos. Así, es determinante que en la gestión del agua se involucre forzosamente a las mujeres usuarias tanto en el ámbito urbano como rural.

PIENSA GLOBALMENTE, ACTÚA LOCALMENTE
Todos tenemos mujeres en nuestra cercanía, el mejorar su condición no es solo les corresponde a ellas, los varones tenemos una gran responsabilidad pues, independientemente de que algunos fomentan esa desigualdad, las diferencias son tan grandes que todos los géneros deben de participar.
¿Has identificado mujeres líderes en tu comunidad? Busca mecanismos para apoyar y empoderarlas. La propia ONU ha concluido que cuando las mujeres participan en los proyectos, se incrementa la factibilidad de estos.
Reciban un abrazo de su amigo, Luis Eduardo Mejía Pedrero. Comentarios al correo [email protected] Instagram @mejiapedrero Twitter @cuencalerma o por Facebook.