EN LA AGENDA PÚBLICA… SOLO UNO

“La gobernabilidad democrática requiere liderazgo sobre la opinión pública, atención cuidadosa de la cobertura de noticias, habilidad para movilizar y mantener el apoyo público, y al mismo tiempo proyectar sueños y visiones”, asegura Christopher Arterton, especialista de la Universidad George Washington, en temas de comunicación política.
En esa perspectiva, el presidente Andrés Manuel López Obrador, continúa la estrategia de definir la temática política en México, a partir de sus “mañaneros” encuentros con “representantes” de medios de comunicación.
Aclaro que no utilizo el término periodistas, porque en esos encuentros hay muchos “personajes” que lo que menos hacen es periodismo; en ocasiones pareciera que asisten a jugar un papel de escenografía o para “darle pie” al presidente, a fin de que pueda dar un mensaje específico. De acuerdo con la Fundación de la Lengua Española, “dar el pie” significa “servirle de apoyo para subir a un lugar alto” o también es: “ayudar a uno para que se suba en cabalgadura”.
En ese contexto, el presidente sigue la directiva de Arterton, porque mantiene el liderazgo –con su presencia, sus anuncios, sus datos (algunos de los cuales han sido contradictorios o “imprecisos”) o hasta sus expresiones coloquiales-, pero logra su objetivo: mantenerse en la conversación pública, un día sí y otro también.
Además, en esos mensajes y en los que expresa ante diferentes auditorios en sus giras y actividades de trabajo, permanentemente habla de lo que será de México al paso de la Cuarta Transformación; es decir: proyecta sueños y visiones (aunque solo sean los suyos).
Si a eso le sumamos las estrategias de apoyo económico que han instrumentado para diferentes sectores de la población, el presidente no solo moviliza y mantiene el apoyo público, sino que en algunos ámbitos lo acrecienta.
Naturalmente, la Presidencia de la República tiene los elementos y recursos suficientes –y hasta de sobra- para influir en la agenda pública y continuar el objetivo que señala el especialista de la universidad norteamericana.
También, en lo político, ha sido claro que muchos de los actores que podrían ser contrapeso frente a la aplanadora morenista –porque también tienen recursos suficientes para competir en el posicionamiento- han decidido replegar sus fuerzas o reservarlas para mejor momento, y han optado –literalmente- por desaparecer de la agenda mediática, dejando el espacio completo al presidente. El presidencialismo mexicano sigue y seguirá vigente.
Una estrategia que debería preocupar a los representantes de los medios de comunicación –que parece ser la única trinchera de cuestionamiento- es la constante descalificación que se hace de ellos. Ahora resulta que las columnas y opiniones donde se cuestiona, ponen en duda o debaten los argumentos presidenciales, son impulsadas por los sectores conservadores.
Es claro que la lucha contra la corrupción, que ha sostenido desde su campaña el presidente López Obrador, sigue teniendo eco por los abusos que se cometieron durante mucho tiempo en diferentes ámbitos de la vida pública, pero a partir del pacto de “no agresión” que se hizo con los “corruptos del pasado”, no se han emprendido acciones legales contra alguno de ellos. Ahora falta que al ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, salga libre y le devuelvan todas sus propiedades, como ocurrió con Elba Esther Gordillo.
Así que –guste o no- quien sigue ganando en el ámbito político es solo uno.
PERCEPCIÓN
Poco contenido se observa en medios de comunicación para orientar a los jóvenes en casos de depresión y mucho menos desde las instancias públicas. No es un asunto menor. Habría que comunicar más para prevenir esos problemas que suelen estar ocultos.