Le llega la hora la Comisión Nacional de Derechos Humanos

En su momento de creación en 1992 cuando Carlos Salinas de Gotari le dio forma, nombre y sobre todo autonomía a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en muchas partes del mundo y por supuesto en México, se veía con buenos ojos la creación de este organismo y sus funciones.
Recordemos que en años anteriores existieron personajes como Díaz Ordaz, quien fue el responsable de la matanza en Tlatelolco en 1968; y como “El Negro” Durazo, quien aceptó públicamente algunas prácticas de tortura en contra de algunos criminales y narcotraficantes que se habían salido de su zona permitida de crimen.
Pues entonces, la idea de contar con una institución como la CNDH se veía prometedor, sobre todo porque existía la tortura constante en los centros penitenciarios y en los Ministerios Públicos, excesos de poder por parte de algunos miembros de gobierno en contra de delincuentes, algunos inocentes en las cárceles y se necesitaba un tratamiento digno a las víctimas de algún delito, sobre todo los de índole sexual.
La CNDH en su próximo trigésimo aniversario, largo se ve observa el tramo recorrido, mucho se ha hecho en contra de algunos excesos, pero se ha caído nuevamente en muchos errores y omisiones.
En los últimos gobiernos, ha habido muchos casos en donde quedó corto el brazo de Derechos Humanos, en hacer una reorganización de quienes persiguen e investigan los delitos, poco se hecho en favor de las víctimas, como los sucesos de Atenco, las Muertas de Juárez, los muertos en la Guerra contra el Narco, los 43 de Ayotzinapa, la nueva ola de feminicidios, sin contar los abusos a personas pobres e indígenas injustamente en la cárcel. Además, en contraparte, donde quedó largo el brazo de la Comisión ha sido en favor de los delincuentes, ya que muchas veces se ha priorizado el bienestar de asesinos y secuestradores, por encima de policías y agentes de Ley.
Lamento mucho que existan excesos por parte de las mujeres que han encabezado los actos de reproche ante la CNDH, no deben pintar monumentos históricos ni dañar inmuebles debido a que ensucian su causa justa, sin querer se le coloca un “pero” a su buen y legítimo reclamo.
Toda la sociedad se une con ellas en favor de demostrar el hartazgo de la gente al saber que en las fiscalías no hay investigación, que se escuche bien, no hay personal para poder investigar ni un tercio de los delitos graves que se cometen en la localidad, por tanto, no hay carpetas de investigación suficientes, lo que conlleva a que las pocas que se integran estén mal hechas y los delincuentes nunca pisen la cárcel. Ahí es donde deben de actuar las comisiones locales de Derechos Humanos, no sólo en enviar recomendaciones y propuestas que en nada repercuten.
Nuestros Derecho Humanos no han podido o no han sabido generar una verdadera sinergia en el actuar de las autoridades, han sido discrecionales, observando lo que quiere esa misma autoridad que sea observable, con complacencias y a expensas de lo que diga el ejecutivo.
A nivel Local, la Comisión de Derecho Humanos se ha convertido en un cúmulo de buenas intenciones, una biblioteca de estudios muy contundentes de lo que se debe hacer, pero no han dejado hacer.
Este Gobierno del cambio a nivel federal tiene un punto en el cual puede hacer la gran diferencia en favor del pueblo. AMLO tiene la oportunidad de no ser como los demás gobiernos que no les han dado fuerza a las recomendaciones de la CNDH, que de alguna forma se obligue a hablar del tema, a discutirlo en las cámaras, a tener una temporalidad para la ejecución y entonces así evitar lo que vemos repetidamente en las calles, víctimas sin apoyo y delincuentes sin consecuencias.