El agradecimiento es la memoria del corazón. Lao Tsé

Aún no egresaba de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la entonces Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública y ya estaba chambeando en las escuelas primarias y secundarias, cursos de verano y más, pero también ya iniciaba mis pininos en los medios. Ya había ingresado a televisión, en aquel Canal 10 de Toluca y había “debutado” en radio FM Globo con tan solo unos minutitos al aire en el segmento de deportes. Para esos ayeres en la Facu nos habían pedido entregar tres redacciones que tuvieran el tinte de entrevista. Entonces como mi fuente siempre fue lo deportivo, pues se hizo de lo mejor y el maravilloso momento llegaba a mis manos, frente a la Olivetti letrera 35, un armatoste que pesaba horrores, con carretes de lienzo negro y rojo colocados de un a lado a otro, con un teclado que entre más fuerte oprimía hasta legaba a traspasar la hoja “revolución” porque la bond era más cara (jajaja) y teniendo que aprender a visualizar en la mente cada letra en su sitio, entonces se fue volviendo una costumbre no mirar el teclado. De aquella mágica máquina de escribir, de la cual por cierto se le retiraba la parte frontal para cambiar las cintas o bien para corregir con los famosos korex, era sensacional. Así pues, encaminado a realizar mi primera entrevista aún como estudiante, pero ya en el medio, “entrevisté” a Tuca Ferreti en su paso como jugador del Toluca. Cinco preguntas en mi libreta tamaño italiano y bolígrafo, y un cúmulo de expresiones futboleras en el tintero y de ahí pal ‘real. Pero el detalle de ese recuerdo fue cuando de salida del estadio, apenas a las afueras de la zona de vestidores, estaba Don Pepe Nader, hombre carismático, reacio, con esa peculiar voz, parecía que estaba enojado (hasta que lo fui conociendo) con su singular prosapia al verme pasar me dijo: “…mira escuincle, si te vas a dedicar a esto, hazlo y bien! porque si no, yo me voy a encargar de que no vuelvas a entrar al estadio y menos al palco de prensa…; y si quieres escribir, pues escribe y escribe y escribe y escribe hasta que te quede bien…tengo un periódico donde puedes aprender…no!-replicó- mejor algún día si resistes en esta noble pero áspera profesión ahí te espero…” Esas palabras y con testigos de honor como Pedro León Porcayo y Benjamín Flores, retumbaron durante mucho tiempo en mis entrañas.
En efecto, comencé a escribir, de esto, de aquello, de lo otro y más, pero la nota me la daba el deporte, encontré la manera de comenzar a plasmar mis ideas y locuras a través de los periódicos, revistas y semanarios, que por cierto los conservo para algún día sacarlos a la luz y notar las grandes, sin duda, diferencias. Y entonces conforme pasaban los lustros y anda por allá y acullá, de pronto cruzamos palabras y acuerdos con mi amigo Pepe Jr. y en un tris acordamos que tendría este espacio. Soy de mucha estadística y recuerdo, pero la neta no tengo a la mano la fecha exacta del primer Valle deportivo, empero, han pasado ya unos 4-5 años y acá seguimos, no sé si bien, pero si con toda la humildad y conocimiento de lo expresado, pero lo que sí sé es que me habría gustado llegar a decirle a decirle a Don Pepe: ¡gracias, acá estoy! Sin embargo, sigo creyendo en las Dioscidencias y la persona y figura de mi amigo Pepe estoy convencido que sabe que llegué al sitio indicado.
El Valle, cruza las tres décadas de entrega y pasión, con altas emociones e ilusiones y de pronto con temores producto de los momentos de crisis, pero sigue de pie y se ha consolidado como un medio informativo de alta capacidad y calidad. No soy fan de endulzar los oídos de mis amigos, pero si reconozco y acepto y celebro los éxitos conseguidos y más aún aquellos que se labran a pie y lodo como el caso en comento. Hoy, mi Valle deportivo va con un total agradecimiento a la familia y a quienes han creído y soportado este humilde espacio, que, dicho sea de paso, podremos estar de acuerdo o no, eso lo hace rico, pero lo que sin duda debe pasar a otras esferas es la condición de ser un eterno agradecido por tener la oportunidad de celebrar en conjunto y a través de los años este momento dentro de los primeros 30 años de mi casa editorial. Caminan ya los siguientes años que, apuesto mi resto, ¡siempre serán mejores! ¡ENHORABUENA EL VALLE!

Pásenla bien!!!