“En el Ajedrez como en la vida, la mejor jugada es siempre la que se realiza…” Siegbert Tarrasch.

Fue en la primaria cuando aprendí a jugar ajedrez. Floreció como un bálsamo porque no había sido elegido por mi estatura, flacura, dientón y greñudo, al equipo de futbol y consté que desde siempre adoraba el balompié, pero no tuve éxito, así que era el ajedrez y el pandero para activar los hemisferios y establecer una fina coordinación acorde a lo establecido en aquellos ayeres en los planes de estudio. Desde el principio me llamó la atención. El Profr. Jorge, era el responsable de tal actividad, lo veía grande, con un vozarrón que espantaba a cualquiera pero que, cuando echaba una carcajada se escuchaba en toda la manzana; la vida y el destino nos reunió años después en la Secundaria 3 como docentes y me sorprendió entonces lo que me participó: “…lo sabía jugar y a mí ni me gustaba (el ajedrez) …pero tenía que hacerlo”
Entonces el deporte ciencia, si bien es cierto no se convirtió en mi disciplina favorita, siempre le profesé y profeso una especial querencia, porque conforme fui creciendo física y educativamente había y buscaba espacios para practicarlo. Siempre al pendiente de algunas jugadas que hacían las delicias en el tablero, tanto así que mi compadrito querido Homero y el Profr. David, en su momento ambos de la Asociación Estatal de la especialidad teníamos charlas de mucho tiempo con respecto a la evolución y trayectoria del juego. Por supuesto que hubo momentos de grandes preguntas con dardos llenos de incredulidad y otra tantas de cierto escepticismo, hasta que por mi responsabilidad en el servicio público cunado cubrí una Olimpiada Nacional en Guadalajara, acudí al centro donde se llevaba a cabo la competencia de los mejores ajedrecistas del país a nivel infantil y juvenil y quedé pasmado, impresionado y gratamente agradecido con mis mentores porque entonces comprendí qué magia encierra un tablero y 32 piezas entre blanco y negro, pero sobre todo la alta calidad de raciocinio, concentración y edificación de estrategias, simplemente quede maravillado y entonces como si se tratara de un Deja Vu, hurgué en mis recuerdos y me visualicé a temprana edad aprendiendo el maravilloso mundo del deporte y la ciencia. Ufffffffff.
De aquello hoy sigue en mi ser esa enseñanza y de pronto, muy casuísticamente llego a jugar una partida, pero cuando me siento frente al tablero y a mi rival, pues sintomáticamente me recrea un escenario mundialista capaz de atrapar la atención con tan solo pensarlo. Pues bien, lo antes descrito es sinónimo de acompañamiento anterior, hoy en día resulta inverosímil saber y ver como por consecuencia de la pandemia estamos sujetos a competencias interdisciplinarias a través de las redes y la web. El tema no pasa desapercibido en el ajedrez y ha impactado de una manera efectiva durante muchos años y en las nuevas generaciones aún más.
Resulta que será este 11 de septiembre a partir de las 10 horas cuando se ponga en marcha el Selectivo para el Campeonato Mundial Universitario de Ajedrez bajo la modalidad Online 2020, que reunirá a los exponentes de educación superior para elegir a los mejores para integrar la representación mexicana para el certamen mundialista. Los nacidos entre 1995 y 2002 tendrán la fortuna de equilibrar sus dotes y demostrar que son fieles y dignos estudiantes-deportistas para ser considerados. El sistema de competencia será el llamado “suizo” a 7 rondas con un tiempo de reflexión de 15 minutos más 10 segundos de incremento por jugada para cada partida.
Así que ya lo saben los jóvenes universitarios mexiquenses que deseen participar, tiene hasta el domingo 6 de septiembre para sus respectivos registros, previa autorización de su centro educativo y/o autoridad correspondiente y la neta vale la pena hacer este esfuerzo en participar, activarse no solo físicamente sino también en la mente y disfrutar las bondades de esta actividad que permite imaginar y consagrar grandes sueños.

Pásenla bien!!!