Benditas redes sociales

La vida sin redes sociales parece impensable, el mundo cambio y la manera de establecer comunicación y de relacionarnos se ha diversificado dando paso al uso de dispositivos tecnológicos y de plataformas como Facebook, Twitter, Whatsapp e Instagram, donde el flujo de información nunca se detiene.
La dependencia a las redes sociales por parte de algunos usuarios ha llegado a tal grado que su rutina inicia y termina con el monitoreo de las mismas, sumado a las horas que dedican durante el día. Actualmente, algunas escuelas y espacios laborales se han visto en la necesidad de restringir o prohibir el ingreso con dispositivos móviles derivado no del uso, sino del abuso en la utilización de los mismos.
Recordemos que la tecnología surge con la intención de facilitar la vida al ser humano y las redes sociales han sido el medio por el cual es posible hablar con personas de prácticamente todo el mundo, han logrado acercarnos con aquellos que están lejos pero, irónicamente nos aleja de quienes están cerca ya que aun compartiendo un mismo espacio y estando a escasos metros de distancia en “familia” o con amigos, la constante es la mirada abajo y los pulgares a toda velocidad.
En estos momentos de confinamiento las redes sociales juegan un papel trascendente como medios de representación de la realidad de una manera distinta, por lo que imaginar un día sin los ingeniosos memes, videos o gifs, resulta inconcebible, el humor y la risa son revolucionarios e indispensables en la vida del ser humano.
En lo que respecta a la vida pública, se han convertido en una herramienta de comunicación de los políticos y de sus gobiernos, lamentablemente a últimas fechas la confrontación, la descalificación y los ataques personales se están acentuando y han dejado de ver matices, se asume que todo es claro o todo es oscuro y lejana parece la idea de llegar a un punto medio.
Redes sociales como Twitter o Instagram, solo permiten emitir mensajes cortos lo cual lejos de ser una bondad es una amenaza que ha privilegiado el extremismo y da paso a la difusión de contenidos lo suficientemente alarmistas y radicales que llaman a la polarización. En las redes sociales parece no haber tiempo, tolerancia y la suficiente voluntad para aprender a convivir y coexistir con la diferencia, para comprender que la pluralidad nos enriquece y que quien piensa distinto a nosotros no se convierte en el enemigo a vencer.
Vivir con una tensión de este tipo no le viene bien a nadie, necesitamos comunicación más sensata y moderada donde se pueda ejercer una verdadera libertad de expresión y las redes sociales sean un espacio de manifestación de ideas y de puntos de vista, no un campo de batalla, de mentiras, de insultos y desinformación.
Se necesitan ciudadanos que asuman una verdadera responsabilidad social en el uso de Facebook, Twitter, Whatsapp etc., a fin de sacar el mayor beneficio y no dejarse llevar por opiniones ofensivas que en su mayoría, buscan seguir abonando a esta fragmentación social cada vez más evidente.
El periodo de distanciamiento social aun no termina y no sabemos con certeza cuándo lo hará, pero vivir con un bombardeo constante de malas noticias, de titulares que provocan enojo, miedo, angustia o preocupación solo acrecienta la presión psicológica de más de uno. Hoy, mucho se ha hablado de la crisis como una oportunidad de crecimiento, de cambio personal y social pero la realidad nos dice otra cosa y para quienes pensaron que la crisis podía ser una especie de fábrica de donde saldrían mejores ciudadanos con mejores intenciones y amor al prójimo, los invito echar un vistazo a las benditas o a veces malditas redes sociales y revisar aquello que leen y comparten para verificar si efectivamente vamos por buen camino.